domingo, noviembre 25, 2007

Viage ilustrado (Pág. 118)

vamos á ver su historia que no dejará de prestar cier­to interes á nuestros lectores. La historia primitiva de Alemania es dudosa y un tanto fabulosa, por lo cual habremos de tomar el principio de nuestra historia desde que Cárlos el Gordo, caido en el desdeñoso desprecio de los grandes por su incapacidad y vergon­zosa flaqueza, se vió reducido al estremo de ser depuesto por ellos en el año 887 en el seno de una asamblea convocada en Tribur ó Tewer en el territo­rio de Darmstadt: entonces fué cuando se inició la di­vision del imperio carlovingio, grave suceso que pro­dujo terribles convulsiones y costó mucha sangre.
Arnulfo, hijo natural de CarloMagno y sobrino de Cárlos el Gordo, se habia dirigido á la dieta de Tribur con un ejército formidable, y fué proclamado rey de Germania como sucesor de su tio, prestándole el juramento de fidelidad en Ratisbona los señores de Babiera, Sajonia y Francia teutónica. Disfrutando de una posesion pacífica en la Germania allende del Rhin, quiso ensanchar sus estados y procuró con todas veras agregar á su dominacion la Borgoña y la Italia y hacer feudatario al rey de Francia; pero mas prudente hubiera sido que procurase defender la Alema­nia contra sus habituales enemigos los eslavos y los normandos.
En 891 se dirigió contra el ejército normando con el que ya anteriormente habia tenido un encuentro desgraciado junto á Maestrich; pero ahora se mostró mas próspera con él la fortuna, y desbarató á sus ene­migos que estaban acampados á orillas del Dyle. Due­ño entonces de la Lorena, rindiéronle homenage en 893 todos cuantos aspiraban á ceñirse la diadema de Francia. Habíase ocupado el año anterior en perseguir al gefe moravo Zwentebaldo, al que daba el nombre de duque de los eslavos de Bohemia, aunque este se hacia dar el titulo de rey. Arnulfo asoló por espa­cio de un mes la Moravia, y formó alianza con el rey de los búlgaros.
Pero estaba reservado á Italia el satisfacer comple­tamente la realizacion de sus esperanzas, cuyo hori­zonte se le presentaba claro y brillante en 894. Pasó, pues, á esta region en este mismo año, a donde lo ha­bia llamado el rey Beranger, su feudatario, para que lo amparase contra Guido, duque de Espoleto. El rey de Germania tomó á Bérgamo, hizo ahorcar al gober­nador de la plaza, y este acto de severidad le atrajo la rendicion de toda la Lombardía; pero por esta vez no llevó mas adelante sus conquistas. Asi que, regre­so á Alemania, á donde le llamaba el deseo de vengarse de Rodolfo de Borgoña, que habia dado su pro­teccion á Guido, y el titulo de rey de Lorena á su hi­jo Zwentelbaldo. En su tránsito llevó la desolación por la Borgoña que se estiende á la otra parte del Jura, y en seguida convocó un concilio en Tribur. A. instan­cia del pontífice Formoso, que se veia atacado por Guido, atravesó nuevamente los Alpes en el año 895 y merced á una feliz combinacion de circunstancias, se enseñoreó de Roma en el año 896, y fué coronado emperador. Estaba decidido á apoderarse de Espoleto; pero le obligaron á dar la vuelta á Alemania tanto una enfermedad que le aquejaba como el descontento de los señores que lo acompañaban, y fué á morir á Ratisbona á los tres años de haber sido aclamado em­perador.
Sin obstáculo de ninguna clase sucedió á Arnulfo su hijo Luis, aunque solo contaba siete años de edad. En el de 900 fué reconocido rey de Germania con toda solemnidad en Forcheim, y de alli á muy poco proclamado en Thionville rey de Lorena por la mediacion de algunos señores, no muy satisfechos de la dominacion de su hermano natural Zwentalbo, que sorprendido en las márgenes del Mosa, pereció con las dos terceras partes de su ejército. Disensiones in­testinas entre el clero y la aristocracia agitaron la Alemania bajo el reinado de este soberano, que á la vez se vió ostigado por las incursiones de los húngaros. El niño que nada hizo, como llaman á este monarca los cronistas sus contemporáneos, murió en 911, todavía adolescente.
Extinguióse con él la rama alemana de los Carlo­vingios: tan solo habia un varon descendiente de Carlo—Magno, á saber; Cárlos el Simple, rey de Francia, que se hallaba completamente abandonado y des­preciado hasta de sus mismos vasallos. En semejante conflicto, para que no fuese á parar la corona á una persona estraña de todo punto á la familia de Carlo­-Magno, siendo como era hasta entonces ya hereditaria ó electiva, convinieron los señores de Alemania en preceder á la eleccion de rey entre los descendien­tes de Carlo-Magno por línea femenina.
Conrado I, hijo de Conrado de Fritzlar, conde de Franconia y Veterabia, y de Glismonda, hija del em­perador Arnulfo, fué aclamado rey de Germania por renuncia y consejo de Oton, duque de Sajonia. Tan solo tomaron parte los sajones y los franconios en esta eleccion, que escitó la rivalidad de los dos preten­dientes, es á saber, de Arnulfo, duque de Baviera, pretegido por los dos condes de Suabia, y de Enrique, hijo de Oton, quien, despues de la muerte de su pa­dre, quiso sucederle en los ducados de Sajonia y Tu­ringia. Intentaba Conrado arrebatarle esta última pro­vincia, fiando su gobierno á un duque, pero frustra­da la primera tentativa trató de vengarse de esta des­gracia, arrancando de la dominacion de Regnier, du­que de Lorena, alzado tambien contra él, la Alsacia, el canton de Westrich y la ciudad de Utrech, y sin descanso subyugó los condados de Suabia y obligó al duque de Baviera á buscar un refugio en Hungría, Arnulfo, admitido por los habitantes de esta nacion, hizo suya su causa y los guió hácia Alemania. Conra­do se dirigió contra estos nuevos enemigos, y herido en un encuentro, espiró algun tiempo despues en Quedlimburgo.
Muerto Conrado sin descendientes, recordó en sus últimos momentos la generosidad que Oton habia guardado con él, y puso por obra el imitarle, designando para que le sucediera al mismo Enrique de Sa­jonia, hijo de Oton, que se habia alzado contra él. Comisionó á su hermano Everardo para entregarle el cetro real, y en cumplimiento de su encarno, fue a su encuentro y le halló entretenido en comer pájaros, de donde provino el sobrenombre con que se le cono­ce en la historia. Confirmóse en 919 la eleccion de Conrado, verificándose la solemnidad en Fritzlar con intervencion de la grandeza y el pueblo; pero el re­conocimiento no fué unánime, pues se opuseron á él Burkhardo, duque de Suabia, y Arnulfo, duque de Baviera, habiendo sido á Conrado indispensable ape­lar á la fuerza de las armas para reducirlos.
Distinguióse el reinado de Enrique I por la prudencia y gloria de que le rodeó recabando la Alemania de él los mejores resultados. Al comenzar su dominacion encontró el imperio asolado por los húnga­ros, eslavos y bohemios; hasta entonces para recha—

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