domingo, noviembre 04, 2007

Viage ilustrado (Pág.103)

te por la mano del hombre, pues que la naturaleza continúa cubriéndolos de olivos y naranjos como antes.
La Beocia, al Norte del Ática, conserva todavía algunos restos de la antigua Tebas, con el nombre moderno de Thiva. En la Beocia es donde están la famosa Helicona, y la fuente de Hipocrene, consagra­das á las Musas, y Orchemena, nombrada por su tem­plo de las Gracias y su fuente Accidalia, dedicada á Venus. Tambien es en Beocia donde se ve el puerto Elide, en el cual se reunieron los capitanes griegos para el sitio de Troya, y donde tuvo lugar el sacrificio de Ifigenia. Su mayor ciudad es ahora Livadia, que se llamó en otro tiempo Lebedaa.
Al Norte de la Beocia estaba la Fhócida, actual­mente casi desierta. En esta provincia es donde estaban Delfos y su famoso templo, y donde se ve todavía el Parnaso, en el cual colocaron los poetas á Apolo y las Musas. La Locrida, la Dórida, y la Etolia donde corre el Acheloo, conservan igualmente grandes re­cuerdos. Hoy dia únicamente se encuentran por aqui infelices monges griegos que viven de las limosnas, ó de lo que produce la tierra que cultivan, y de los re­baños que crian en los desiertos.
La Morea, que los turcos llaman Morah, á causa de la abundancia de sus moreras, es la antigua Pelo­poneso. El golfo de Lepanto y el istmo de Corinto la limitan al Norte, y por los demas lados la rodea la Mar Jonia.
Corinto se hallaba ventajosamente situada en el istmo que une á la Morea con la Grecia, y podrá te­ner unas cinco millas de anchura. Esta posicion, que Filipo de Macedonia llamaba la llave y los hierros de la Grecia, daba por tierra y mar una gran fuerza á la república de Corinto, pero la magnificencia de su ciudad le atraia aun mas renombre. Tal esplendor lo debia en parte á la estraordinaria afluencia de grie­gos que acudian á ella de todos lados para asistir á los juegos istmicos que acostumbraba á celebrar. En estos juegos, como igualmente en los olímpicos era donde los diversos estados de la Grecia y los particu­lares recibian, por el aplauso general de toda la nacion, la recompensa de las mas grandes acciones. Co­rinto, que hoy conserva el mismo nombre, ó segun los turcos Ghénéme, no es ya otra cosa que un pueblecillo, cuyas casas están fabricadas entre jardines y pe­dazos de tierra cultivados, sin que de su antigua magnificencia se encuentren otros vestigios que las ruinas de un templo.
Argos, Sicyona y Mecenas, que se alzaban tambien con orgullo en el Peloponeso, no son tampoco mas que aldeas miserables que nadie se dignaria mi­rar si los antiguos recuerdos que encierran no atrajesen las miradas del viagero. La Arcadia no tiene ya tampoco aquellos felices pastores que los poetas colocaban en ella, ni aun sus ciudades, que eran mas po­sitivas. Junto está la Laconia, donde debemos de­tenernos un instante en memoria de Esparta.
Esta ciudad, tan célebre por las leyes que Licurgo le dió y por el valor de sus habitantes, ha perdido ya hasta su nombre. Misitra no ha sido edificada sobre su mismo terreno, sino dos millas mas allá. Abandonando esta ciudad, y despues de atravesar un arroyuelo, se encuentra un pueblecito: desde aqui empiezan las ruinas de Esparta, ruinas poco numero­sas, y que consisten únicamente en columnas rotas, cornisas chapiteles esparcidos por el campo; distínguese todavía la forma del teatro, que tema 250 pasos en su mayor obertura. Enfrente del teatro hay muchos restos de columnas y de paredes de ladrillos, que se dice ser los restos del sepulcro de Pausanias; aqui estaba la columna en que se grabaron los nombres de los 300 espartanos que perdieron su vida en defensa de Temístocles, y segun se asegura, se ve to­davía esta columna en una iglesia de Misitra á donde fue trasportada. El dromos, de que hay asimismo indicios, era un circo donde la juventud se ejercitaba en la carrera de caballos. Una parte de Esparta se hallaba situada sobre pequeñas alturas, al pie de una montaña de la Messenia, que formando una especie de curva viene en disminucion á terminar en una punta que mira al Sur, cuarto al Este. La llanura, re­ducida por esta montaña que la divide, comienza á prolongarse en Esparta, donde llegará á tener 6 quilometros de anchura, y 24 ó 28 de estension por la parte del mar. Por esta llanura es por donde corre el Eurotas. El principal adorno de este rio, tan célebre en la mitología, consistia en bosques de mirtos y de laureles que lo ornaban naturalmente, y en una can­tidad prodigiosa de cisnes. Apenas se podian contener estas aguas con los diques mas sólidos en el tiem­po de derretirse las nieves; mientras que en el estío venia á ser el Eurotas innavegable, aun para los bu­ques mas pequeños.
Atravesando los bosques que se hallan al Oriente de la ciudad, se descubren en lontananza las cumbres de dos rocas escarpadas, que los antiguos habitantes llamaban Thiridas, y que tienen la forma de un in­menso obelisco sobre e promontorio de Ténaro (hoy cabo Matapan) cuya base ha ido escavando la accion de los fuegos subterráneos. A la entrada do estas ca­vernas ennegrecidas por el humo de los antiguos vol­canes, donde los mitólogos colocaban no solo las puer­tas del infierno, sino tambien el trono de los vientos, el camino de las tempestades y el establo de los caballos de Neptuno, tenia este dios un templo abierto en la roca, en forma de gruta, y rodeado de una selva de abetos, cuya oscuridad aumentaba el horror de aquellos lugares. En estos paises habitan los maïnotas, descendientes de los sparciatas, ó, como pretenden otros, de los habitantes de la Laconia. Son dignos de su ilustre origen por su amor á la libertad, y por su heróica resistencia que han opuesto á los esfuerzos que los turcos han hecho para esclavizarlos; y si la Grecia ha recobrado su libertad se la debe en parte á estos valientes.
Maïna, siguiendo la tradicion de los habitantes de este pais, trae su origen de la palabra griega maïna (furor), para espresar el ardor con que aquel pueblo peleaba contra los que querian oprimirle. Este pais, aunque erizado de rocas y montañas, contiene una poblacion de cerca de 45,000 almas, y cuenta 360 aldeas, entre las cuales Vítulo es la mas considerable. Sus producciones principales son trigo, cebada y al­tramuces, todo lo cual siembran cada año alternativa­mente, de manera que la tierra no está nunca inculta. El aceite de oliva y la seda constituyen el principal ramo de comercio con los estrangeros que van á bus­car estos artículos á los puertos de Coron y de Modon. Los maïnotas no conocen ni la estrema pobreza, ni las grandes riquezas; la naturaleza les ha dado casi todo lo que puede satisfacer sus deseos, y tienen ademas bastante virtud para ayudarse mútuamente en sus ne­cesidades.
Las mugeres tienen el mismo valor que los hombres,

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