domingo, noviembre 11, 2007

Viage ilustrado (Pág. 106)

midad de la calle que habia seguido Tournefort. Alli encontramos una gran sala adornada de cifras que de­notaban la época en que otros viageros habian penetrado alli, remontándose las mas antiguas al siglo XIV. A la derecha hay otra sala casi igual á esta, y cada una de ellas tendrá de 8 á 11 metros en cuadro. Para llegar alli habíamos desliado casi todo nuestro bramante, es decir, que habíamos recorrido cerca de 800 metros. No hablaré de las diversas escursiones que hicimos; en las tres horas que permanecimos den­tro del laberinto no cesamos de caminar, y no podemos lisonjearnos de haberlo visto todo. Yo creo que seria imposible á un hombre salir de alli sin hilo ni antorchas; estraviado en las mil revueltas de este laberinto, lo horrible del lugar y lo espeso de las tinie­blas llevarian el terror á su alma, y pereceria indudablemente.
»A nuestro regreso encontramos un recodo que no conociamos, el cual nos condujo á una bella gruta elevada en forma de cúpula y tallada por mano de la naturaleza. Alli no hay estalactitas, ni se encuentra una sola en todo el subterráneo, porque el agua no filtra por ninguna parte; todo está seco, y como el aire no se renueva, hay un olor muy desagradable. Millares de murciélagos, cuyo escremento forma gran­des montones, habitan estos tenebrosos lugares, y estos son los únicos mónstruos que descubrimos alli.»
»Despues de Candia, las ciudades mas considera­bles son Rhéthimo y la Cannea. Réthimo, antiguamen­te Rethymna, es muy fuerte y populosa, y su puerto está defendido por una ciudadela. Su situacion en una hermosa campiña es muy agradable. Los frutos y demas productos son aquí mejores que en todo lo demas de la isla, y son tambien mas buscados su seda, su miel y su aceite. El agua de que se surte la ciudad, sale á gruesos borbotones del fondo de un pozo que hay en un estrecho valle á un cuarto de legua de dis­tancia. Al Oeste de la ciudad no se ven mas que ro­cas; pero al Este y al Sur, la campiña es muy bella y está toda cubierta de jardines.
La Cannea recuerda la antigua Cydon, á quien ha reemplazado. Su puerto, mucho mejor que el de Can­dia, ha atraido todo el comercio, que consiste en aceite, seda, trigo, cera etc. Esta ciudad es muy fuerte y hermosa: su población, compuesta de grie­gos, turcos y judíos, asciende á 5 ó 6,000 habitan­tes. Sus alrededores son admirables; por donde quiera que se mire no se ve mas que bosques de olivos, alternando con viñedos, y cruzados por jardines y ar­royos á cuyas orillas crece el mirto y la adelfa.
»De todos los paises que he habitado, dice Saya­ry, ninguno tiene la temperatura mas sana y agradable que la isla de Creta. Los calores jamás son escesivos, y los frios violentos nunca se sienten en la lla­nura.
»Los montes y las laderas están cubiertas de dife­rentes especies de tomillo, de agedrea, de serpol, de jaras adoríferas, y de una multitud de plantas balsámicas. Los mirtos y las adelfas cubren las orillas de los arroyos que corren por los valles; las campiñas presentan por todas partes bosques de naranjos, de li­moneros y de almendros; el jazmin de Arabia prodiga sus perfumados ramos en los jardines, que en prima­vera están tapizados de violetas; el azafran cubre vastos campos; el díctaneo, cuyo olor es tan suave, crece en las grietas de las rocas; en una palabra, las montañas, los valles y las llanuras exhalan por todas partes vapores aromáticos que embalsaman deliciosa­mente el aire.»
La isla de Santorino, ó San Erini, antiguamente Thera, ha sido siempre el teatro de los mas interesan­tes fenómenos. Los antiguos creian que esta isla habia salido del seno del mar ; esta opinion proviene, sin duda, de que las cinco islas pequeñas que la rodean han salido realmente del mar por efecto de fuegos subterráneos. Plinio hace mencion de la primera revolucion que sufrió la isla de Thera, cuando dice que Therasia fué separada cuatro años antes de la olimpiada 135, que viene a ser 237 años antes de nuestra era. El año 197 antes de Jesucristo apareció otra nue­va isla entre las dos precedentes, y se la dió el nombre de Hiera ó Sagrada; pero hoy ha cambiado este nombre por el de Caïmeni, ó Isla quemada. El año 46 bajo el imperio de Claudio, surgió otra isla que re­cibió el nombre de Theïa ó Divina; despues fué su­mergida ó unida á la de Caïmeni, porque no se la ha encontrado mas. En 713 y 1417 reaparecieron todos los fenómenos inseparables de esta especie de erup­ciones; pero á pesar de repetirse con gran furor, las materias que vomitaba el fondo del mar no formaron nuevas islas, sino que se unieron á la de Caïmeni. En 1573 apareció despues de una violentísima erupcion, la isla que hoy se llama la pequeña Caïmeni, habiendo sido vomitadas las materias que la formaron por seis cráteres que todavía existen.
Por último, en 1707 una terrible erupcion, que duró mas de un año, produjo una nueva isla entre la Grande y la Pequeña Caïmeni. El 23 de marzo de 1851, se apercibió desde Scaro y desde toda la costa de Santorino el principio de esta isla nueva. Los que primero la vieron la tuvieron al pronto por los despo­jos de un naufragio; ¡pero cual fué su admiracion al encontrar una masa de rocas que salian del fondo de las aguas y se estendian por su superficie! Algunos griegos tuvieron la osadía de desembarcar en esta nueva tierra, y la encontraron cubierta de una piedra muy blanca y muy blanda, y de una tan grande can­tidad de ostras frescas, como casi nunca se habia visto en Santorino. Ocupados estaban en recogerlas cuando sintieron moverse la tierra, elevarse bajo sus pies y llevarlos con ella. Llenos de terror, saltaron á su barco y se alejaron, y en pocos dias se vió crecer la isla en siete metros de altura y casi un doble de lati­tud. Durante dos meses continuó recibiendo nuevos aumentos por unos lados, mientras por otros se disminuia. Enormes rocas, llevadas sobre las aguas, se mostraban, desaparecian, hasta que al fin se fijaban y aumentaban el volúmen de la nueva tierra.
Todas estas islas son desiertas é incultas, y á escepcion de Therasia, que ofrece á la vista algunas ha­bitaciones y un poco de verdor, las demas no presen­sentan mas que una masa de rocas y de piedra pomez. La de Santorino, por el contrario, es muy fértil y populosa, y proporcionalmente á su estension, que no es mas que de 12 quilómetros de longitud y 8 ó 12 de latitud, se puede decir que su poblacion es la mas considerable de las islas del Archipiélago. Contiene cerca de 12,000 griegos, de los que una tercera par­te profesan la religion católica. Los habitantes son to­dos muy industriosos, y sacan un gran partido de la fertilidad de su isla. Hay en ella cinco pequeñas ciu­dades y hasta una veintena de aldeas.
Naxos recuerda aun la presencia y los beneficios de Baco. Los dones que la naturaleza ha prodigado á

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