exigió de su rey un parlamento como base de una nueva constitucion, y como garantías políticas, la libertad de conciencia y de la prensa, armas para el pueblo, la abolicion de todo privilegio y la garantía especial del trabajo: como consecuencia de estas peticiones, el rey Guillermo decretó en 2 de marzo siguiente la abolicion de la censura. Los grandes ducados de Hesse-Darmstadt y de Baden tenian las mismas exigencias, y entretanto la dieta de Francfort hacia una convocatoria general á los estados alemanes. Dos dias despues de abolida la censura por el rey Guillermo, el senado y el burgo—maestre declaraban oficialmente la libertad de imprenta en Francfort, Wurtemberg, Hesse, Nasau y Baden; mientras que por su parte el rey de Baviera reconocia la república francesa, y varias ciudades de Prusia elevaban á su soberano los deseos de que estaba animado el pueblo y toda la Alemania en favor de la regeneracion, señalándole el rumbo que debia tomar.
»Los recientes sucesos de la capital de Francia, atravesando el Rhin, el Danubio y el Vístula pusieron en conmocion á las Sajonias, Prusia, Austria, Polonia, Hungría y Bohemia. Toda la Alemania se hallaba en fermentacion, y entre mil opuestos dictámenes y encontradas pretensiones surgió unánimemente un pensamiento político, la reorganizacion del imperio germánico, salvando la unidad alemana bajo la forma de una confederacion libre y poderosa; pero se oponian á estos deseos los soberanos de Prusia y Austria, que de acuerdo con el emperador de Rusia emprendieron la organizacion de respetables armamentos. A poco el rey de Prusia conocia que se hallaba en la necesidad de variar de marcha política, y brindó á la Confederacion germánica con su mas activa cooperacion, convocando entretanto la dieta de sus estados
»Ya en esto Viena tenia libertad de imprenta y milicia ciudadana, y el Austria habia proclamado la constitucion. En la capital había estallado sublevacion popular, á cuyo frente se hallaban los estudiantes, habiendo quedado por éstos la victoria, y huido para salvar su vida el príncipe de Metternich. Poco despues el reino Lombardo—veneto sacudía con desesperado esfuerzo el pesado yugo de los austriacos; los milaneses se batian como leones, tanto, que á los como dios de una horrorosa lucha, solos 1,000 hombres, valientes hasta la temeridad, arrojaron de todos sus fuertes á 16,000 austriacos, forzándoles á ir á esconder su ignominia, junto con el viejo Radetzki, á las márgenes del Mincio. Milan recobró entonces su independencia y creó un gobierno provisional. Venecia se muestra hermana de la opulenta Milan, recordando los dias de gloria en que su pabellon ondeaba victorioso en las aguas del Mediterráneo, y se erige en república.
»Recelosos con razon los milaneses por ver ocupado todavía el suelo lombardo por los soldados del Austria, imploraron el socorro de sus hermanos de Italia, y Roma y el Piamonte, y Nápoles y Sicilia con la Toscana les prestaron su apoyo inmediatamente en defensa de la libertad de Italia: todas esas fuerzas marcharon guiadas por un príncipe, el rey Cárlos Alberto, que al tomar el mando del ejército coaligado recibió la bendicion del pontífice. Presentóse al enemigo, y tuvo lugar la lucha lo mismo en las márgenes del Adige y del Nuncio, que bajo las murallas de Mántua y de Verona.
»En el ducado de Posen, en Gallitzia y en Varsovia, como igualmente en las tres Polonias, rusa, austriaca y prusiana, proclamaron la nacionalidad polaca, creyendo con esto el emperador de Austria ceñir á sus sienes la corona de Polonia.
»Asi las cosas, vióse el emperador de Austria obligado á destacar considerables fuerzas con el fin de sofocar la insurreccion de los lombardos, y entre tanto la Hungría, emancipándose del yugo austriaco, puso en el caso á la dieta, á los grandes y al mismo duque palatino de buscar un asilo en Viena, estinguió el feudalismo, declaróse independiente del Austria y concluyó por proclamar al archiduque Esteban. Las dietas de los pequeños estados alemanes estaban reunidas á fin de organizar sus respectivos estados, y la general de Francfort se ocupaba en establecer las bases de ha gran confederacion alemana; mas no pudiendo marchar de acuerdo, no habiendo la menor armonía entre esos estados, porque unos se contentaban con la monarquía, mientras los otros proclamaban la república, concluyeron por hostilizarse mútuamente los mismos que anhelaban formar una confederacion.
»Seguia la guerra encendida entre los italianos coligados, á los cuales se habia unido una legion suiza, y los austriacos: hubo varios choques en los campos de Mántua y de Verona y en las riberas del Adige, y al fin los confederados alcanzaron un señalado triunfo sobre sus enemigos, haciéndose dueños del importante punto de Pastrengo. Seguía la Alemania trabajando por medio de la dieta de Francfort en la constitucion del nuevo imperio germánico, mientras que el emperador de Austria, fiel á su política, hizo llover bombas sin piedad por espacio de dos horas y media sobre la antigua y libre ciudad de Cracovia, desarmó la guardia nacional y lanzó de la ciudad á todos los infelices emigrados polacos. El Austria seguia conmovida con las asonadas populares, en las que representaban el primer papel los estudiantes, viéndose al fin obligado el gobierno á conceder el sufragio universal, y á convocar una asamblea constituyente. De repente un suceso nuevo sorprende los ánimos de los habitantes de la capital de Viena: el emperador Fernando I habia desaparecido, y tardó algunos dias en saberse que habia fijado su residencia en Inspruck; Fernando I desarrolló desde el punto de su nueva residencia una gran energía, como lo acredita la órden de clausura que espidió contra la universidad de Viena, la que prevenía la disolucion de la borrascosa legion académica, y la invitacion hecha al cuerpo diplomático para que se trasladara á Inspruck. Entretanto en Viena fermentaban los ánimos violentamente, viendo el empeño del emperador de continuar en su nueva córte, y habiendo llegado á entender los habitantes de aquella capital que se aproximaban á ella tres regimientos, todo lo cual era infalible presagio de funestos y cercanos disturbios. La estincion de la legion académica y la entrega que ésta hizo de sus arma fué la causa del rompimiento. Por do quiera los estudiantes y los obreros de consuno levantaban barricadas, y todos corrian en busca de armas; la guardia nacional llegó á tomar una parte activa, y al fin vinieron á las manos el pueblo y la tropa, luchando con encarnecimiento todo un día: los soldados fueron vencidos, y el pueblo de Viena vió con orgullo que se accedia á cuanto solicitaba.
»El emperador pensó en regresar á su antigua córte, y lo manifestó á sus pueblos en una proclama, lo cual tuvo efecto entre los vítores de sus súbditos; é
»Los recientes sucesos de la capital de Francia, atravesando el Rhin, el Danubio y el Vístula pusieron en conmocion á las Sajonias, Prusia, Austria, Polonia, Hungría y Bohemia. Toda la Alemania se hallaba en fermentacion, y entre mil opuestos dictámenes y encontradas pretensiones surgió unánimemente un pensamiento político, la reorganizacion del imperio germánico, salvando la unidad alemana bajo la forma de una confederacion libre y poderosa; pero se oponian á estos deseos los soberanos de Prusia y Austria, que de acuerdo con el emperador de Rusia emprendieron la organizacion de respetables armamentos. A poco el rey de Prusia conocia que se hallaba en la necesidad de variar de marcha política, y brindó á la Confederacion germánica con su mas activa cooperacion, convocando entretanto la dieta de sus estados
»Ya en esto Viena tenia libertad de imprenta y milicia ciudadana, y el Austria habia proclamado la constitucion. En la capital había estallado sublevacion popular, á cuyo frente se hallaban los estudiantes, habiendo quedado por éstos la victoria, y huido para salvar su vida el príncipe de Metternich. Poco despues el reino Lombardo—veneto sacudía con desesperado esfuerzo el pesado yugo de los austriacos; los milaneses se batian como leones, tanto, que á los como dios de una horrorosa lucha, solos 1,000 hombres, valientes hasta la temeridad, arrojaron de todos sus fuertes á 16,000 austriacos, forzándoles á ir á esconder su ignominia, junto con el viejo Radetzki, á las márgenes del Mincio. Milan recobró entonces su independencia y creó un gobierno provisional. Venecia se muestra hermana de la opulenta Milan, recordando los dias de gloria en que su pabellon ondeaba victorioso en las aguas del Mediterráneo, y se erige en república.
»Recelosos con razon los milaneses por ver ocupado todavía el suelo lombardo por los soldados del Austria, imploraron el socorro de sus hermanos de Italia, y Roma y el Piamonte, y Nápoles y Sicilia con la Toscana les prestaron su apoyo inmediatamente en defensa de la libertad de Italia: todas esas fuerzas marcharon guiadas por un príncipe, el rey Cárlos Alberto, que al tomar el mando del ejército coaligado recibió la bendicion del pontífice. Presentóse al enemigo, y tuvo lugar la lucha lo mismo en las márgenes del Adige y del Nuncio, que bajo las murallas de Mántua y de Verona.
»En el ducado de Posen, en Gallitzia y en Varsovia, como igualmente en las tres Polonias, rusa, austriaca y prusiana, proclamaron la nacionalidad polaca, creyendo con esto el emperador de Austria ceñir á sus sienes la corona de Polonia.
»Asi las cosas, vióse el emperador de Austria obligado á destacar considerables fuerzas con el fin de sofocar la insurreccion de los lombardos, y entre tanto la Hungría, emancipándose del yugo austriaco, puso en el caso á la dieta, á los grandes y al mismo duque palatino de buscar un asilo en Viena, estinguió el feudalismo, declaróse independiente del Austria y concluyó por proclamar al archiduque Esteban. Las dietas de los pequeños estados alemanes estaban reunidas á fin de organizar sus respectivos estados, y la general de Francfort se ocupaba en establecer las bases de ha gran confederacion alemana; mas no pudiendo marchar de acuerdo, no habiendo la menor armonía entre esos estados, porque unos se contentaban con la monarquía, mientras los otros proclamaban la república, concluyeron por hostilizarse mútuamente los mismos que anhelaban formar una confederacion.
»Seguia la guerra encendida entre los italianos coligados, á los cuales se habia unido una legion suiza, y los austriacos: hubo varios choques en los campos de Mántua y de Verona y en las riberas del Adige, y al fin los confederados alcanzaron un señalado triunfo sobre sus enemigos, haciéndose dueños del importante punto de Pastrengo. Seguía la Alemania trabajando por medio de la dieta de Francfort en la constitucion del nuevo imperio germánico, mientras que el emperador de Austria, fiel á su política, hizo llover bombas sin piedad por espacio de dos horas y media sobre la antigua y libre ciudad de Cracovia, desarmó la guardia nacional y lanzó de la ciudad á todos los infelices emigrados polacos. El Austria seguia conmovida con las asonadas populares, en las que representaban el primer papel los estudiantes, viéndose al fin obligado el gobierno á conceder el sufragio universal, y á convocar una asamblea constituyente. De repente un suceso nuevo sorprende los ánimos de los habitantes de la capital de Viena: el emperador Fernando I habia desaparecido, y tardó algunos dias en saberse que habia fijado su residencia en Inspruck; Fernando I desarrolló desde el punto de su nueva residencia una gran energía, como lo acredita la órden de clausura que espidió contra la universidad de Viena, la que prevenía la disolucion de la borrascosa legion académica, y la invitacion hecha al cuerpo diplomático para que se trasladara á Inspruck. Entretanto en Viena fermentaban los ánimos violentamente, viendo el empeño del emperador de continuar en su nueva córte, y habiendo llegado á entender los habitantes de aquella capital que se aproximaban á ella tres regimientos, todo lo cual era infalible presagio de funestos y cercanos disturbios. La estincion de la legion académica y la entrega que ésta hizo de sus arma fué la causa del rompimiento. Por do quiera los estudiantes y los obreros de consuno levantaban barricadas, y todos corrian en busca de armas; la guardia nacional llegó á tomar una parte activa, y al fin vinieron á las manos el pueblo y la tropa, luchando con encarnecimiento todo un día: los soldados fueron vencidos, y el pueblo de Viena vió con orgullo que se accedia á cuanto solicitaba.
»El emperador pensó en regresar á su antigua córte, y lo manifestó á sus pueblos en una proclama, lo cual tuvo efecto entre los vítores de sus súbditos; é
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