sábado, marzo 28, 2009

Viage ilustrado (Pág. 375)

como han obrado hasta ahora, y de que el universo material tiene una existencia independiente de nuestras percepciones. También concuerdan las verdades de estas dos categorías en estar reconocidas por todos los hombres sabios ó ignorantes, sin ninguna espresiones esterna, y aun sin fijar en ellas la atención. Únicamente llegan á ser objetos del pensamiento, cuando la filosofía las toma por asuntos de sus observaciones. En virtud de estas analogías ó coincidencias, me inclinaría á comprender bajo el título general de axiomas todas las verdades que acabamos de analizar, si el uso común del idioma no lo hubiese apropiado á las matemáticas, y si en realidad no hubiese una gran diferencia entre los ramos de conocimientos humanos á que se aplican.»
Terminaremos el cuadro del sistema filosófico de Dugald Stewart con su doctrina sobre dos operaciones mentales que han dado origen á una gran innovación en la filosofía moderna, y cuya significación, sin embargo, no está quizás perfectamente determinada; queremos hablar de los métodos sintético y analítico. En el estudio de las matemáticas se hace uso de cierta clase de análisis para investigar la demostración de los teoremas. Todo geómetra se halla frecuentemente en el caso de emplear este instrumento mental, sea cuando procura descubrir una demostración delicada y elegante de proposiciones establecidas antes, sea cuando indaga la verdad de un teorema dudoso, el cual, por analogía ó por otra circunstancia accidental, posee bastantes grados de verosimilitud para escitar la curiosidad. Los que están familiarizados, con el modo de raciocinar de Euclides, saben que toda proposición matemática consta de dos partes: en primer lugar se hace una suposición, y en segundo se espresan las consecuencias que de ella se deducen. Esto es lo que se llama demostración sintética. Supongamos el arreglo contrario: que se fija hipotéticamente la verdad de la proposición demostrable, y que se procede á deducir de ella todas las consecuencias á que da lugar. Si en esta deducción llegamos á una consecuencia de cuya verdad estamos seguros, podemos afirmar que la hipótesis es una verdad. Si llegamos á una conclusion falsa, tenemos por falsa la hipótesis. Esta demostración, en el idioma matemático, se llama analítica. Según estas definiciones, las demostraciones de Euclides, que prueban una proposición manifestando que la contraria da lugar á una consecuencia absurda, pertenecen propiamente al análisis, y en todo caso la demostracion estriba en esta máxima general: que la verdad es siempre consecuente consigo misma; que una suposición de la cual se saca una inferencia verdadera, por un encadenamiento de deducciones, debe ser verdadera, y vice versa. Es evidente, que si demostramos una proposición con el ánimo de convencer á otro de su verdad, la forma sintética es la mas agradable y cómoda, porque conduce al entendimiento directamente de lo conocido á lo desconocido. Pero cuando la proposición es dudosa y deseamos conocer si es verdadera ó falsa, no hay duda que la forma analítica es la mas ventajosa. Aunque estamos tratando de filosofía, ha sido preciso fijar la significación de las dos palabras en el sentido matemático, porque de este la han sacado los filósofos, pero dándole significaciones muy diferentes. En toda ciencia de observacion, el análisis se funda en hechos conocidos, y después que por la observación de estos hechos ha llegado á una verdad general, la síntesis consiste en la aplicación de esta verdad á una serie de hechos diferentes de los comprendidos en el análisis original. De modo que, en algunas cosas, el filósofo emplea la palabra análisis del modo que un geómetra griego habría empleado la palabra síntesis. Asi, en astronomía, cuando de los fenómenos conocido queremos deducir la verdad del sistema copernicano, decimos que procedemos analíticamente; pero el geómetra antiguo habría aplicado la misma voz á un procedimiento enteramente contrario, el cual, suponiendo cierto el sistema, habría descendido de esta hipótesis al examen de los hechos. En la filosofía moderna ha predominado una estraña confusion en el uso de estas palabras. Newton ha dicho que, en matemáticas como en filosofía, la investigación de las cosas difíciles por el método analítico, debe preceder al método de composición. La opinion del doctor Hooke es que el análisis procede de las causas á los efectos, y la síntesis de los efectos á las causas. El mismo Condillac, que fué el primero que proclamó en Francia las ventajas del método analítico, dice que el análisis lógico es el mismo que el metafísico y el matemático. En otro pasage, se hace cargo de este de la lógica de Port Royal: «el análisis y la síntesis se diferencian entre sí como el camino que seguimos al subir del valle á la montaña se diferencia del que seguimos de la montaña al valle:» y Condillac añade: «de esta comparación, todo lo que deduzco es, que los dos métodos son contrarios uno á otro, y por consiguiente, que si el uno es bueno el otro debe ser forzosamente malo. Es cierto que no podemos proceder de otro modo que de lo conocido á lo desconocido. Pues bien: si la cosa desconocida está sobre la montaña, nunca la encontraré bajando al valle, y si está en el valle no podré descubrirla subiendo á la montaña.» No puede darse una crítica mas absurda. La metáfora de Port Rayal es clara y análoga á la naturaleza de los hechos. La montaña simboliza las ideas generales y las verdades sintéticas; el valle representa las ideas concretas y los hechos observados. El método sintético empieza por los primeros y acaba por los segundos; el método analítico obra en sentido contrario. Es claro, pues, que la doctrina de la lógica de Port Royal, traducida en sentido directo, no quiere decir otra cosa sino que subimos á la sintesis, cuando de los hechos individuales deducimos principios generales, y bajamos al análisis cuando descomponemos estos en aquellos.
Las copiosas citas que hemos hecho de las opiniones de nuestro autor, bastan para tener una idea de la cautela y moderación con que procede en la resolución de los árduos problemas envueltos en la ciencia del alma. Su gran propósito es encerrarse en los límites de lo asequible por medio de las facultades humanas, deteniéndose con cierta veneración religiosa delante de aquellos misterios que están fuera de nuestros alcances, y reservados á la sabiduría divina. Su método consiste en el estudio de los hechos; pero ni él ni su maestro y predecesor Reid, descubrieron, ó á lo menos no esplicaron, la analogía que existe entre el estudio de los hechos visibles y el de los intelectuales. Quien resolvió satisfactoriamente este problema, fué el doctor Tomás Brown, que es el tercer filósofo escocés de quien nos hemos propuesto hablar en este artículo. He aquí en resumen su doctrina sobre esta delicada materia.
Toda indagación con respecto á las diferentes sustancias de la naturaleza, debe considerarlas, ó como

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