que sorprende todavía mas; tres retratos, un cuadro, y sobre todo, unos estudios vigorosos de caballos, por Van Dyck. Un retrato de Juan Van Dyck, una Sacra Familia de Fordaens, regalo del duque de Kaufmann, pésimamente dibujada; los retratos de miss Siddons y de Kemble por Lawrence, muy hinchados con el ademan enfático del melodrama; cuadritos de caballete de Wilkie, primorosos, aunque definidos con demasiada nimiedad. Los bosquejos vigorosos de Reynold, el ecléctico del colorido, que ha pintado como todos los flamencos que se han inspirado sucesivamente, y en fin, bellos países de Wilson, el Salvador de Inglaterra. Todos estos son artistas de talento; el único profesor, el genio original del pais, es William Hogarth, poco conocido en Francia: he aqui un gran pintor con un estilo propio y de un talento incomparable para la composición. Su toque es vigoroso, firme, atrevido, significativo y franco; su colorido fogoso, y su pincel tan ligero como agudo es su ingenio; Hogarth es el primero de los pintores pensadores y moralistas: su único maestro es Shakspeare. Wilkie es solo el resplandor de la luna de William Hogarth. El gusto necio de los ingleses por la pintura punteada y miniada, y por las viñetas arañadas con la punta de la aguja, les hace mirar con indiferencia el genio tan sorprendente de este humanista único, loor y gloria indisputable de una escuela que no existe. Volveremos a hablar de estos dos artistas.
El que quiera apreciar en su justo valor la indigencia pictórica del pais, que descienda bajo la escalera de la Galería Nacional á una especie de cueva, que bien hubiera podido ser sala baja si hubiera querido el arquitecto, y alli encontrará el Museo Vernon. Colección verdaderamente desagradable para la vista conocedora y delicada. A mí se me figura que la mayor parte de los ingleses pintan con garapiña que na―
El que quiera apreciar en su justo valor la indigencia pictórica del pais, que descienda bajo la escalera de la Galería Nacional á una especie de cueva, que bien hubiera podido ser sala baja si hubiera querido el arquitecto, y alli encontrará el Museo Vernon. Colección verdaderamente desagradable para la vista conocedora y delicada. A mí se me figura que la mayor parte de los ingleses pintan con garapiña que na―
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