citado año se entregó la ciudad á los cristianos, incorporándose en los estados que componían la corona de Aragón. Pedro IV el Ceremonioso, cuando las guerras con el rey de Castilla, edificó nuevas murallas á esta ciudad (que son las que existen), dando mayor estension á su recinto. En el siglo XVI tomó una gran parte en la guerra de las Germanías, y en el XVIII en la de sucesión, en la que se declaró por el archiduque. El 23 de mayo de 1808 dio esta ciudad el grito de guerra contra los franceses; pero manchó tan noble alzamiento con multitud de asesinatos y otros actos de ferocidad. En junio del mismo año pusieron sitio á Valencia los franceses, que les opuso una bizarra resistencia, y los enemigos se retiraron. En marzo de 1810 volvió á ser sitiada por el mariscal Suchet, que también tuvo que retirarse; pero volviendo á fines del mismo año, logró tomar la plaza por capitulación á principios de 1811, permaneciendo en poder de los franceses hasta julio de 1813, en que la abandonaron. En abril del año siguiente entró en Valencia Fernando VII de vuelta de su cautiverio, y le fué presentada la célebre esposicion que firmaron los sesenta y nueve diputados llamados los Persas. El 4 de mayo espidió el famoso decreto en que se derogaba el régimen constitucional, y se volvia al absoluto. Desde entonces ocurrieron en esta ciudad muchísimos acontecimientos de la mayor importancia para la historia, pero son demasiado cercanos, y por o mismo de todos conocidos. Las armas de Valencia son en los ángulos cuatro palos de Aragón y Cataluña, de gules en campo de oro; al timbre un yelmo con un murciélago por cimera, y á los lados dos LL coronadas, aludiendo á su dictado de Lealísima. Muchísimos son los hombres célebres aqui nacidos, y no podemos mencionarlos todos; pero lo haremos de los principales, como son los santos Pedro Pascual, Vicente Ferrer, Francisco de Borja, Nicolás Factor y Luis Beltran; los guerreros Hugo de Moncada y Juan de Agulló, los escritores y poetas Juan Luis de Vives, Bernardo Fenollar, Escolano, Benter, Miñano, Cabanilles y Folch de Cardona, y los pintores Rivalta y Falcó.
Valencia, como muchas de nuestras capitales, presenta por todas partes recuerdos de la dominación de los moros. Las calles muy estrechas y tortuosas, con objeto de evitar la entrada á los rayos del sol, la multitud de torres y jardines en que descuellan algunas palmeras, los frecuentes sonidos de la dulzaina morisca, y aun el trage de los labradores de la huerta, completan la ilusión de una ciudad árabe. En el dia se mejora bastante el anticuado aspecto de la población con nuevas construcciones á la moderna. Muchos y magníficos edificios religiosos y civiles embellecen á Valencia. Siguiendo nuestra costumbre, empezaremos por los primeros, entre los que merece la preferencia la iglesia metropolitana, ó sea la Seo. Fué primero en tiempo de los romanos templo dedicado á Diana, después bajo la dominación goda iglesia con advocación de San Salvador; luego convertida en mezquita por los moros, devuelta al culto cristiano por el Cid Campeador, que la dio el título de San Pedro, después mezquita por segunda vez; y finalmente, fué purificada por Jaime el Conquistador, y dedicada á la Virgen como subsiste. Reedificóse en los siglos XIII y XVII, por lo que presenta una mezcla de arquitectura gótica y griega. Pertenecen á la primera la grandiosa torre de las campanas llamada el Miguelete, las puertas de los Apóstoles y del Patán (1), y la sala capitular, donde se ve la colección de retratos de todos los prelados valencianos, y una gran cadena que cerraba el puerto de Marsella, y que fué rota por las galeras de Alfonso V. El interior de este templo, dividido en tres naves, está en su mayor parte adornado con jaspes. Comprende quince capillas, en las que hay muy buenos cuadros, obras de artistas del pais. La mayor es casi toda de mármol, y el altar forma un gran relicario cerrado con puertas que ostentan bellas pinturas. Al lado del presbiterio se ve colgado un trofeo histórico compuesto del escudo del rey don Jaime con los cuatro bastones rojos de Aragón, sus espuelas y el bocado de su caballo (2). El coro, que está cerrado por una magnífica berja de bronce, contiene una buena sillería de nogal. Posee esta catedral un gran número de reliquias, entre otras el cáliz en que celebró Jesucristo la última cena, el cual fué trasladado de San Juan de la Peña, códices rarísimos y lujosos ornamentos. La longitud de todo el templo es de trescientos cincuenta pies, y la latitud en el cimero de doscientos diez y seis. El cimborio es bastante elevado y de figura octógona. El clero debe constar de un arzobispo, siete dignidades, veinte y cuatro canónigos, diez pavordes, y doscientos treinta y tres beneficiados. Tambien es parroquia, y como tal tiene un párroco y un vicario. Entre las otras parroquias sobresalen la de Santa Catalina, hermoso edificio que fué mezquita, adornado con una bella torre. Aqui se celebraban los certámenes y consistorios de los trovadores y hombres de la gaya ciencia, y aqui fué asesinado en 1843 el gefe político Camacho. La de San Esteban, que fué también mezquita, contiene el cuadro de Nuestra Señora de las Virtudes que el Cid llevaba en sus campañas, y una gran pila bautismal en que fueron bautizados San Vicente Ferrer, San Luis Beltran y el beato Nicolás Factor. La iglesia parroquial de San Bartolomé es digna de consideración por su magnificencia y antigüedad, pues fué fundada en el imperio de Constantino, y subsistió abierta al culto cristiano durante la estancia de los moros. Entre los muchos conventos que contaba esta gran ciudad, debemos mencionar á Santo Domingo, erigido por Jaime I el Conquistador, y que ostenta entre otras bellezas dos magníficas capillas denominadas de los Reyes y de San Vicente Ferrer, en donde están sepultados los padres de este santo, y un claustro gótico (3). El Temple, que ocupa el solar del palacio de los reyes moros, que perteneció á los caballeros de aquella orden, y después á los de Montesa, es un edificio suntuoso y de moderna fábrica. La iglesia consta de tres naves y está adornada con columnas corintias. Aqui están establecidos el liceo valenciano y las oficinas de hacienda pública. El Betis, convento de San Pio V, está destinado á hospital militar. En el de monjas de Santa Tecla se conserva in-
(1) Se ven en esta puerta catorce cabezas de piedra, siete de hombres y siete de mugeres, que representan los primeros guerreros que se casaron en Valencia cuando la conquista. Para repoblar la ciudad, cada uno trajo cierto número de doncellas, entre todas trescientas, las que fueron dotadas por et rey, y se casaron todas.
(2) El dia que entró don Jaime en Valencia entregó estas prendas á Juan de Pertina, su caballerizo mayor, que las depositó en la capilla de San Dionisio. Hoy son propiedad del marqués de Malferit, descendiente de aquel.
(3) Está ocupado por el parque de artillería y la capitanía general.