jueves, junio 21, 2012

Viage ilustrado (Pág. 658)

asi como los demás monarcas que reinaron después de él. Pedro I el Cruel, que lo era de Castilla, vino contra Barcelona á la cabeza de una escuadra de cuarenta navios, á combatir á la aragonesa, que se hallaba en este puerto, el año 1359. Falleció en Barcelona Pedro IV el Ceremonioso en 1387, y su esposa Sibila Sforcia, aborrecida de los habitantes y de su hijastro Juan I, huyó con algunos de sus partidarios; pero fué apresada y conducida de nuevo á esta ciudad y encerrada en una estrecha prisión donde fué tratada rigorosamente. En el mismo año, por disposición del mismo Juan I, se reunió en Barcelona un congreso de prelados para decidir la cuestión del gran cisma que dividía á la iglesia, y se acordó aclamar por pontífice á Clemente. Martin I, hermano de Juan, tomó posesión de la corona en esta ciudad, y en ella murió en 1410, acabándose en él la línea masculina de los antiguos condes de Barcelona que ciñera la corona aragonesa durante doscientos setenta y tres años. Su sucesor, Fernando I el de Antequera, celebró Córtes en Barcelona en 1412. Cuando las turbulencias entre Juan II, rey de Aragón y Navarra, y su hijo don Carlos, príncipe de Viana, los barceloneses se pronunciaron por este último, que vino á refugiarse entre ellos, y le proclamaron por señor absoluto, pero á poco murió en esta ciudad de resultas de un veneno lento que le suministraran en la prisión. No pararon aun aquellas terribles revueltas; pues Barcelona se rebeló contra Juan II, y tomando las armas todos los hombres, desde la edad de catorce años, según la usanza de Cataluña, le hicieron cruda guerra hasta 1473, en que aquel entró en Barcelona, perdonando á los sediciosos. Aquí murió en 1479. Los reyes católicos, Fernando é Isabel, vinieron á Barcelona en 1492, poco después de la toma de Granada, y el 7 de diciembre fué el rey herido en una oreja por un tal Juan Canamarés, que aunque se quiso hacer pasar por loco, fué atenaceado y quemado vivo. Hallábanse todavía en esta ciudad los mismos monarcas cuando en 1503 arribó aquí el célebre Cristóbal Colon de vuelto de su primer viage á América, y les presentó los hombres y principales producciones de aquel pais. Cárlos V, después de ser reconocido por rey en León, Castilla y Aragón, se presentó en las Córtes de Barcelona, que aunque con mucha dificultad, le concedieron el título de conde. En 1529 se embarcó Cárlos en esta ciudad con dirección á Italia, y en 1533 aportó á la misma, de donde volvió á embarcarse para Túnez en 1535. Felipe II y Felipe III vinieron á Barcelona en 1585 y 1599, y Felipe IV en 1626 con objeto de reunir Córtes catalanas, como se verificó. El año 1640 se dio en Barcelona el dia del Corpus el grito de rebeldía contra el último rey que acabamos de nombrar, y se inauguró una de las mas terribles revoluciones que tuvieron lugar en este pais turbulento. Millares de castellanos (asi llaman en Cataluña á todo español que no naciera alli) fueron asesinados, y al virey, que era el conde de Santa Coloma, le cupo la misma suerte. Estendióse el fuego de la guerra civil á todo el Principado con el auxilio de los franceses; pero al fin volvieron los catalanes á someterse al gobierno de Madrid, aunque exigiendo la integridad de sus fueros y el olvido de todo lo pasado. El duque de Vandoma, general francés, puso sitio á Barcelona el año 1697, y aunque la ciudad se defendió valientemente, logró tomarla por capitulación, no volviendo al dominio español hasta 1698, en que se firmó la paz de Ryswich. El archiduque Cárlos de Austria, pretendiente á la corona de España, desembarcó en la playa de Barcelona, se apoderó de la ciudad en 1705, y fué proclamado solemnemente por rey. Su competidor Felipe V vino en persona á cercar á Barcelona el año siguiente; pero se vio obligado á levantar el sitio abandonando la artillería, bagajes y heridos. Quedó esta ciudad en poder de los parciales del archiduque hasta 1714, en que fué sitiada por el duque de Berwich. Después de continuos y sangrientos combates, asaltos y embestidas, fué finalmente tomada por asalto con horrorosa pérdida de ambas partes, pues los barceloneses se defendieron desesperadamente combatiendo en las calles, y disputando el terreno palmo á palmo el 11 de setiembre. Carlos III cuando vino desde Nápoles á tomar posesión de la corona de España, desembarcó en Barcelona y fué recibido con las mayores muestras de alegría. Durante la guerra de la independencia los pérfidos invasores franceses se hicieron dueños de la ciudadela por medio de un ardid, y luego de las demás fortalezas, y quedó Barcelona en su poder hasta 1813. Los acontecimientos posteriores de que fué teatro esta ciudad, si bien notabilísimos y deplorables los mas, son de todos conocidos y no deben mencionarse en esta obra. En los anales eclesiásticos figura esta ciudad desde los primeros años del cristianismo, y en ella se reunieron hasta trece concilios. Las armas de Barcelona son divididas en cuatro cuarteles: primero y cuarto en campo de plata, la roja cruz de San Jorge, y segundo y tercero los palos rojos de Cataluña en campo de oro. Esta ciudad es tal vez la que en España presenta mayor número de edificios suntuosos de todas clases. No permitiéndonos la índole de esta obra dar demasiada latitud á las descripciones, haremos solo una breve reseña de los mas principales, empezando, según nuestra costumbre, por las iglesias. La catedral, que desde los tiempos mas remotos tenia la misma advocación de Santa Cruz que conserva hoy, fué reedificada por el conde de Barcelona Berenguer I el Viejo, y su esposa Almoldis, y en 1298 se dio principio á la fábrica actual, que pertenece al género gótico. La fachada principal quedó sin terminar, y por esto es su puerta mas bella la denominada de la Inquisición, siendo también muy preciosa la de la Piedad. Dos hermosas torres, que terminan en azoteas por el estilo de las de Nuestra Señora de París, decoran este gran templo. El interior se compone de tres naves y corresponde al esterior por su magestuosa arquitectura. Entre sus capillas sobresalen la mayor, con lindo y delicado retablo del gusto gótico, adornada con vidrieras de colores y con doce banderas que pertenecieron á la valiente milicia nacional barcelonesa (1), la de Santa Eulalia (2), que es subterránea, situada debajo del presbiterio, y que custodia desde el año 1339, el cuerpo de la santa mártir del mismo nombre en una magnífica urna sustentada por ocho columnas

(1) En esta capilla se fundo la orden militar de Montesa, el 22 de julio de 1319.

(2) Esta santa, natural de Barcelona y su especial patrona, fué martirizada en la misma ciudad. Su cuerpo fué encontrado en el sitio donde hoy se eleva la iglesia de Santa María del Mar; en 878 trasladado á la catedral, y 1339 á la nueva capilla, con desusada solemnidad, pues asistieron á la procesión dos reyes, tres reinas, cuatro príncipes, dos princesas, un cardenal, siete obispos, doce abades mitrados, nueve magnates y sesenta y cuatro barones y nobles.



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