Vista de Barcelona por la parte de tierra
Magnífico y sorprendente es el gran cuadro que presenta la fértil y risueña campiña de Barcelona. Multitud de casas de campo del mejor gusto, poblaciones considerables, y fábricas de vapor por donde quiera, terreno esmeradamente cultivado y cruzado por rios, carreteras y frondosos paseos, todo hace agradable y delicioso el ingreso de la gran ciudad de los Berengueres, digna del primer lugar entre todas las de España por su riqueza, estension, comercio, industria y civilidad. Bañada por las pacíficas olas del Mediterráneo, circundada de fortísimas murallas, y protegida por el formidable Monjuich y la gran ciudadela, se presenta á los ojos del viagero la antigua reina de Cataluña, opulenta, bella y magestuosa. Antes de hacer su descripción nos ocuparemos de su rica é interesante historia. Según los mas acreditados escritores, la fundación de la gran ciudad que nos ocupa, se debe á Amilcar, célebre general cartaginés, que á su paso para Italia estableció en esta costa varios puntos de apoyo, y la impuso el nombre de Barchino, que era el particular de su familia. Los romanos la miraron con mucho aprecio, y la protegieron decididamente, haciéndola colonia inmune, ó sea con derecho itálico (que consistía en estar exenta de tributos, y dándole los dictados de Augusta, Julia, Pia, Favencia. Desde aquellos tiempos ya se hizo notable por su industria y comercio, y de entonces conserva multitud de inscripciones, y restos de templos y otros monumentos. Cuando los godos invadieron nuestra Península, Ataulfo, su rey ó caudillo, fijó su residencia en Barcelona, y en la misma ciudad murió asesinado por un doméstico, que unos llaman Bernulfo y otros Dobbio, el año 417. Sigerico, su sucesor, también fué muerto violentamente á los siete días de reinado, y en su lugar obtuvo la corona de Barcelona el belicoso Walia.
También habitaron aqui los reyes Amalarico, Gesalico y Teudis. El primero murió en esta ciudad en 531 á manos de sus soldados. En tiempo de Wamba el rebelde conde Paulo se hizo dueño de Barcelona; mas permaneció poco tiempo en su poder, volviendo á la obediencia del rey apenas éste se presentó ante sus murallas. Los moros llamaban á esta población Barchaluna, la adjudicaron á la provincia de Zaragoza y pusieron en ella un walí. Zeic, que lo era en 797, se hizo tributario de Carlo–Magno. Luis el Benigno, á la cabeza de un grande ejército, puso sitio á Barcelona en 801, y á pesar de la vigorosa defensa de Zeic y los suyos, logró tomarla por capitulación. De entonces data el origen del famoso condado de Barcelona, siendo el primero que lo obtuvo un godo llamado Bera. Este y sus primeros sucesores fueron feudatarios de los reyes de Francia; pero poco á poco cayó en desuso la autoridad de estos, y Barcelona fué cabeza de un condado independiente desde Wifredo II el Velloso. En 852 fué esta ciudad tomada y poseida momentáneamente por Abd-el-Rahaman, que la destruyó. Volvió á poder de los moros acaudillados por Almanzor el año 985, á la sazón que era conde Borrello; mas éste la rescató en el siguiente con la ayuda de los francos. Distinguióse Borrello y los otros condes que le sucedieron, por su valor en las guerras, en especial contra los moros. Ramón Berenguer IV, que heredó la corona condal de Barcelona en 1131, logró aumentar sus estados con todos los otros condados en que estaba dividida Cataluña, é hizo muchas conquistas á los moros. Habiéndose casado con Petronila, hija y heredera de Ramiro II el Monge, rey de Aragón, quedaron los estados de este nombre reunidos á los de Barcelona. Jaime I el Conquistador fué desde Monzón conducido á esta ciudad, donde se celebraron. Cortes y se le proclamó solemnemente por rey de Aragón, y en ella residia el mas del tiempo,
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