de rebajar la preponderancia aristocrática, diputaron á don Fernando de Acuña para gobernador de Galicia, y al jurisconsulto García de Chinchilla para resolver sobre la situación de Pardo de Cela. Congregaron junta del reino en la ciudad de Santiago, y decretaron la pena de muerte contra el mariscal y otros cómplices.
Pardo de Cela se reforzó altivo y sereno en el mencionado castillo de la Frouseira, y para la toma de esta fortaleza y prisión del mariscal comisionaron al capitán francés Luis Mudarra, con la fuerza suficiente para ambos objetos. Algunos parciales de Pardo de Cela se entregaron por la desconfianza del éxito á los regios comisionados. La defensa del castillo de la Frouseira estaba preparada con decision é inteligencia: la toma de esta fortaleza ofrecía muchos peligros. Luis Mudarra prefirió el soborno á la táctica militar: logró corromper hasta veinte y un individuos de la confianza del mariscal, y en la noche del 7 de diciembre de 1483, cuando dormia Pardo de Cela, penetró el enemigo en la fortaleza, y se apoderó no solo de la persona del mariscal, sino de otros hidalgos, cómplices suyos.
Pardo de Cela fué conducido á la ciudad de Mondoñedo, y temerosos los regios comisionados de que sus parientes y confederados Pedro Bolaño y Pedro Miranda replegasen sus fuerzas sobre la población, ordenaron la decapitación del mariscal, la que tuvo lugar en 17 de diciembre, pocos dias después de su captura.
Su esposa doña Isabel de Castro, que á la sazón se hallaba en Valladolid, pidió á la reina Católica un rasgo de clemencia para Pardo de Cela, pero nada alcanzó. Posteriormente se le devolvieron los bienes confiscados, con escepcion de los pertenecientes á la mitra, y fueron declarados perjuros, y en lo sucesivo inhábiles ellos y sus sucesores por algunas generaciones, para ser testigos en cualquiera información. El castillo de la Frouseira fué completamente demolido á la muerte de Pardo Cela: solo en la cárcel de Mondoñeedo se conserva una enorme cadena de hierro que en él habia, y á la cual se le llama desde entonces la Mariscala.
Con objeto de recorrer en parte la pintoresca costa de Galicia, de que tan bellas y repetidas descripciones se han hecho, se debe retroceder algún tanto desde Mondoñedo, para visitar la villa de Vivero, tan renombrada por sus lienzos, de que en Madrid se hace gran consumo.
Está Vivero construido sobre peñascos sobre la falda del monte Chamorro, y á la orilla de la ria de su nombre, llamada en otros tiempos Arrotreva, que está formada por el río Landrove, que después de nacer en el monte del Histral, y atravesar un espacio de cuatro leguas, entra en el mar en este puerto. Este rio que también tiene hoy el nombre de Vivero, riega muchos maizales, da impulso á varios molinos, y produce abunante pesca. Le cruzan algunos puentes, de los que hay uno bastante suntuoso en la villa que en este momento es objeto de nuestros recuerdos. Según Huerta, historiador de Galicia, y Rodrigo Méndez Silva (en su población de España) es Vivero villa muy antigua, conserva vestigios del tiempo de la dominación romana, y fué trasladado al sitio que hoy ocupa por el rey den Pelayo, el que la concedió grandes franquicias y privilegios por los especiales servicios que sus moradores le prestaran contra moros. Si se ha de dar crédito á dichos historiadores, el sitio antiguo de esta población, era en el mismo en que hoy se ve una capilla dedicada á San Pedro á una legua de distancia. La campiña que circunda la villa, tendrá como uno legua de largo, y un cuarto de ancho, y en ella está la parroquia de Santa Maria de Galdo. Es como todo lo de Galicia y Asturias, muy risueña y pintoresca; y de producciones abundantes y variadas.
El puerto de Vivero es cómodo y bastante capaz para contener gran número de embarcaciones menores, y en él hay un astillero para la construcción de aquellas. Es también esta villa cabeza de un partido judicial de ascenso, que contiene cuarenta y seis feligresías, tiene ayudantía de marina, aduana de cuarta clase, dos parroquias, una dedicada á Santa María, y otra á Santiago, un convento de religiosos, dos de monjas, un pequeño seminario, y 4,606 habitadores. La industria mas considerable es la de lienzos, que según parece, data ya de tiempos muy remotos. Apenas hay una muger en Vivero que no hile cada año una tela, que después dan á tejer á otras. La mayor parte del lino que aqui se gasta viene de Rusia, lo que es bastante común en Galicia, y por lo que se le da el nombre de lino de la mar. El resultado anual de esta manufactura, sube á mas de 300,000 varas de lienzo, sin contar las telas de estopa y estopilla, la que se estrae en su mayor parte para las provincias de Castilla.
Después de Vivero, siguiendo la costa, se encuentra la ria de Barés, llamada por los romanos Florius, y la villa de Santa María de Barés antiguamente Barum. En el puerto inmediato que se halla á la desembocadura de la citada ria, hay un muelle de construcción romana, pero en completo abandono. Entre Barés y Ortigueira está situado el antiguo solar de la familia de Vivero, de cuyo linage fué Alonso Perez de Vivero, contador mayor del rey don Juan II, y señor de Fuen–Saldaña, a quien hizo arrojar por un balcón en Burgos, el favorito don Alvaro de Luna. Siguiendo nuestra marcha bailamos el puerto de Espasante, y á la distancia de una legua la ria de Santa Marta formada por el río Mera que entra en ella por la parte del Sur. Los puertos de Santa Marta y de Cariño son pequeños y solo permiten la entrada de cachemarines y otros buques menores; pero abundan mucho en esquisita pesca. Desde aquí se avanza la costa hacia el Norte formando el Cabo de Ortegal, conocido en los tiempos de la dominación romana con los nombres de Promontorium–Trilemum y Lapatia–Coru; después no se encuentra ningún puerto hasta la ria de Cedeira distante tres leguas y media. El puerto de este nombre es bastante capaz/y está defendido por una balería de quince piezas con parapetos de pizarra. En Cedeira se refiere la siguiente leyenda.
En los turbulentos siglos de la edad media, una honrada labradora llamada Munia, jóven, y casada con un hombre á quien amaba mucho, dio á luz una criatura muerta, circunstancia que hizo fuera elegida para nodriza de un niño que dos dias antes había nacido de doña Aldonza, esposa del señor feudal del territorio. Alvar, el esposo de Munia, estaba ausente á la sazón siguiendo el estandarte de su señor en la guerra, y la aldeana como era natural, estaba triste y cavilosa pensando siempre en la vuelta de su marido. Un dia que la castellana se ausentó momentáneamente de su alcázar, para ir en romería á una ermita cerca–
Pardo de Cela se reforzó altivo y sereno en el mencionado castillo de la Frouseira, y para la toma de esta fortaleza y prisión del mariscal comisionaron al capitán francés Luis Mudarra, con la fuerza suficiente para ambos objetos. Algunos parciales de Pardo de Cela se entregaron por la desconfianza del éxito á los regios comisionados. La defensa del castillo de la Frouseira estaba preparada con decision é inteligencia: la toma de esta fortaleza ofrecía muchos peligros. Luis Mudarra prefirió el soborno á la táctica militar: logró corromper hasta veinte y un individuos de la confianza del mariscal, y en la noche del 7 de diciembre de 1483, cuando dormia Pardo de Cela, penetró el enemigo en la fortaleza, y se apoderó no solo de la persona del mariscal, sino de otros hidalgos, cómplices suyos.
Pardo de Cela fué conducido á la ciudad de Mondoñedo, y temerosos los regios comisionados de que sus parientes y confederados Pedro Bolaño y Pedro Miranda replegasen sus fuerzas sobre la población, ordenaron la decapitación del mariscal, la que tuvo lugar en 17 de diciembre, pocos dias después de su captura.
Su esposa doña Isabel de Castro, que á la sazón se hallaba en Valladolid, pidió á la reina Católica un rasgo de clemencia para Pardo de Cela, pero nada alcanzó. Posteriormente se le devolvieron los bienes confiscados, con escepcion de los pertenecientes á la mitra, y fueron declarados perjuros, y en lo sucesivo inhábiles ellos y sus sucesores por algunas generaciones, para ser testigos en cualquiera información. El castillo de la Frouseira fué completamente demolido á la muerte de Pardo Cela: solo en la cárcel de Mondoñeedo se conserva una enorme cadena de hierro que en él habia, y á la cual se le llama desde entonces la Mariscala.
Con objeto de recorrer en parte la pintoresca costa de Galicia, de que tan bellas y repetidas descripciones se han hecho, se debe retroceder algún tanto desde Mondoñedo, para visitar la villa de Vivero, tan renombrada por sus lienzos, de que en Madrid se hace gran consumo.
Está Vivero construido sobre peñascos sobre la falda del monte Chamorro, y á la orilla de la ria de su nombre, llamada en otros tiempos Arrotreva, que está formada por el río Landrove, que después de nacer en el monte del Histral, y atravesar un espacio de cuatro leguas, entra en el mar en este puerto. Este rio que también tiene hoy el nombre de Vivero, riega muchos maizales, da impulso á varios molinos, y produce abunante pesca. Le cruzan algunos puentes, de los que hay uno bastante suntuoso en la villa que en este momento es objeto de nuestros recuerdos. Según Huerta, historiador de Galicia, y Rodrigo Méndez Silva (en su población de España) es Vivero villa muy antigua, conserva vestigios del tiempo de la dominación romana, y fué trasladado al sitio que hoy ocupa por el rey den Pelayo, el que la concedió grandes franquicias y privilegios por los especiales servicios que sus moradores le prestaran contra moros. Si se ha de dar crédito á dichos historiadores, el sitio antiguo de esta población, era en el mismo en que hoy se ve una capilla dedicada á San Pedro á una legua de distancia. La campiña que circunda la villa, tendrá como uno legua de largo, y un cuarto de ancho, y en ella está la parroquia de Santa Maria de Galdo. Es como todo lo de Galicia y Asturias, muy risueña y pintoresca; y de producciones abundantes y variadas.
El puerto de Vivero es cómodo y bastante capaz para contener gran número de embarcaciones menores, y en él hay un astillero para la construcción de aquellas. Es también esta villa cabeza de un partido judicial de ascenso, que contiene cuarenta y seis feligresías, tiene ayudantía de marina, aduana de cuarta clase, dos parroquias, una dedicada á Santa María, y otra á Santiago, un convento de religiosos, dos de monjas, un pequeño seminario, y 4,606 habitadores. La industria mas considerable es la de lienzos, que según parece, data ya de tiempos muy remotos. Apenas hay una muger en Vivero que no hile cada año una tela, que después dan á tejer á otras. La mayor parte del lino que aqui se gasta viene de Rusia, lo que es bastante común en Galicia, y por lo que se le da el nombre de lino de la mar. El resultado anual de esta manufactura, sube á mas de 300,000 varas de lienzo, sin contar las telas de estopa y estopilla, la que se estrae en su mayor parte para las provincias de Castilla.
Después de Vivero, siguiendo la costa, se encuentra la ria de Barés, llamada por los romanos Florius, y la villa de Santa María de Barés antiguamente Barum. En el puerto inmediato que se halla á la desembocadura de la citada ria, hay un muelle de construcción romana, pero en completo abandono. Entre Barés y Ortigueira está situado el antiguo solar de la familia de Vivero, de cuyo linage fué Alonso Perez de Vivero, contador mayor del rey don Juan II, y señor de Fuen–Saldaña, a quien hizo arrojar por un balcón en Burgos, el favorito don Alvaro de Luna. Siguiendo nuestra marcha bailamos el puerto de Espasante, y á la distancia de una legua la ria de Santa Marta formada por el río Mera que entra en ella por la parte del Sur. Los puertos de Santa Marta y de Cariño son pequeños y solo permiten la entrada de cachemarines y otros buques menores; pero abundan mucho en esquisita pesca. Desde aquí se avanza la costa hacia el Norte formando el Cabo de Ortegal, conocido en los tiempos de la dominación romana con los nombres de Promontorium–Trilemum y Lapatia–Coru; después no se encuentra ningún puerto hasta la ria de Cedeira distante tres leguas y media. El puerto de este nombre es bastante capaz/y está defendido por una balería de quince piezas con parapetos de pizarra. En Cedeira se refiere la siguiente leyenda.
En los turbulentos siglos de la edad media, una honrada labradora llamada Munia, jóven, y casada con un hombre á quien amaba mucho, dio á luz una criatura muerta, circunstancia que hizo fuera elegida para nodriza de un niño que dos dias antes había nacido de doña Aldonza, esposa del señor feudal del territorio. Alvar, el esposo de Munia, estaba ausente á la sazón siguiendo el estandarte de su señor en la guerra, y la aldeana como era natural, estaba triste y cavilosa pensando siempre en la vuelta de su marido. Un dia que la castellana se ausentó momentáneamente de su alcázar, para ir en romería á una ermita cerca–
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