domingo, mayo 08, 2011

Viage ilustrado (Pág. 561)

Los galaicos bracarenses consiguió Decio–Junio–Bruto el glorioso renombre de Galaico. Rebelados de nuevo los lusitanos y vencidos por Julio César, huyeron muchos de aquellos á la Galicia–propia. Cesar los persiguió, pasó el Duero y no se detuvo hasta la orilla del mar, donde le dieron cuenta que los fugitivos se habían acogido á una isleta vecina, que se supone ser una de las de Bayona, en donde les dio muerte á todos. Desde allí con objeto de reconocer aquellos mares ignorados, siguió con sus naves toda la costa de Galicia, dobló el promontorio Artabro y llegó al puerto Brigantino (hoy Coruña) donde no habia fondeado nunca ningún bagel romano. Los galaicos de aquel parage, acostumbrados solamente á sus canoas de mimbres, revestidas de pieles, se llenaron del mayor asombro á la vista de las grandiosas galeras y triremes romanas, cargadas de soldados, cuyas armas resplandecían á los rayos del sol, y sobrecogidos de unpasmo religioso, como los americanos á la vista de las carabelas de Cristóbal Colon y de Hernan Cortés, se entregaron sin resistencia á sus nuevos huespedes. César ufano con tan fácil triunfo, despachó sus naves á Cádiz y continuó su conquista, ó mas bien su paseo militar por tierra, quedando muchos de los galaicos lucenses sujetos á Roma, como antes lo fueron los bracarenses. En la célebre guerra de Cantabria los galaicos tomaron una parte activa en auxilio de sus vecinos los cántabros y asturos, que vencidos por C. Antistio, enviado por Octaviano Augusto, se refugiaron en un monte de Galicia llamado Medulio, mirado entonces como inaccesible. Llegó en breve Antistio con sus legiones, y haciendo cercar el monte con un ancho y profundo foso que abarcaba cinco leguas, edificó torres de trecho en trecho, con lo que los cántabros, asturos y galaices quedaron estrechamente sitiados. Prefiriendo entonces la muerte á la esclavitud, y siguiendo el heroico ejemplo de Sagunto y de Numancia, se atravesaron unos á otros con sus espadas, otros bebieron veneno sacados de las ramas del tejo que para semejantes casos llevaban prevenido, y otros en fin, que cayeron en manos de los romanos, fueron puestos en cruz, desde cuyo suplicio entonaban canciones guerreras entre las agonías de la muerte. En celebridad de la conclusion de esta guerra, que fué el último esfuerzo que España hizo en defensa de su libertad, y en honor de Augusto, se edificaron en Galicia en las riberas del Ulla unas altas pirámides llamadas Turris–Augusti. Galicia entonces fué incorporada á la provincia Tarraconense, una de las tres en que Augusto dividió á España, y tuvo los tres conventos jurídicos ó chancillerías de Asturias, Bracara y Luco.
En tiempo del emperador Adriano, se hizo una nueva division de España en seis provincias, de las que una era Galecia, que comprendía entre sus límites no solo lo que hoy llamamos Galicia, sino el reino de Leon, parte de Castilla la Vieja y parte de Asturias. El célebre emperador español Trajano que tantas magníficas y de utilidad dejó en España, como su glorioso reinado, miró á lo que parece este hermoso pais de Galicia, que hizo cruzar de varias vías militares.
El año 411 es muy señalado en las historias españolas por la irrupción que á la manera de un torrente desolador, verificaron las naciones bárbaras del Norte. La Galicia fue entonces ocupada por los suevos y vándalos; los primeros, tenian por rey ó caudillo á Hermenérico, y los segundos á Gundérico. Guerrearon furiosamente sobre la posesion de tan rico territorio ambos pueblos, llevando lo peor los suevos; mas volviendo estos á acomer á sus contrarios apenas rehechos de la derrota, convinieron antes de comenzar la batalla en remitir la decision de sus pretensiones al éxito de un combate singular. Eligiéronse en el instante dos campeones, y el que representaba á los suevos quedó vencedor dando muerte á su contrario. Los vándalos fieles á su compromiso, abandonaron inmediatamente á Galicia y se dirigieron á la Bética; pero en cambio fueron á ocupar el pais gallego los restos de la division de los alanos que ocupaban la Lusitania, derrotados por los godos, y aquí se confundieron con los suevos. Estos fueron los verdaderos fundadores del reino de Galicia que duró 174 años.
En el reinado de Rechiario, abrazaron los suevos la religion católica, pero la abandonaron al poco tiempo profesando el arrianismo.
En 456 Rechiario, que habia hecho una invasion en la provincia Tarraconense, fué derrotado por Teodorico, rey de los godos, en la ribera del Orbigo. Refugióse el rey de Galicia á Braga su capital, pero cayó en manos del vencedor, que le hizo quitar la vida. Teodorico nombró entonces por gobernador de Galicia á Achiluljo: al mismo tiempo las costas de Galicia fueron devastadas por piratas herulos hácia la comarca de Mondoñedo, pero fueron rechazados por los gallegos. Varios suevos que escaparon de las derrotas de Orbigo y Braga, se retiraron entre Lugo y Brigancio, y eligieron por rey á Maldrás, hijo de Masilia, pero quedaron por feudatarios de los godos. Una parte de los suevos rehusaron reconocer por rey á Maldrás y proclamaron á Frostan. Ambos reyes guerrearon entre sí, y Frostan murió en un combate. En tiempo de Teodomiro abrazaron de nuevo el catolicismo los suevos. Reinando Everico, Andeca se rebeló contra él, le hizo cortar el cabello, ceremonia que en aquel tiempo inhabilitaba para reinar, y le encerró en un monasterio. Acudiendo Leovigildo rey de los godos en defensa (al parecer) de Evorico, sitió á Braga, residencia de Andeca, y apoderándose de la ciudad hizo sufrir al usurpador la misma suerte que este impusiera á Evorico, pues lo encerró en un monasterio de Badajoz después de raparle la cabellera en 586. Destruido de este modo el reino de los suevos quedó desde entonces la Galicia formando parte de la monarquía goda.
Por los años de 696 el rey Egica asoció en el trono á su hijo Witiza encargándole el gobierno de Galicíia. Witiza fijó su corte en Tuy, y alli permaneció cinco años hasta la muerte de su padre que se restituyó á últimos de 701.
Los sarracenos se apoderaron de la mayor parte de Galicia en 715 é incendiaron á Astorga. Cuando el alzamiento de Pelayo en Asturias, acudieron á participar de la santa empresa de libertar la patria, considerable número de gallegos, que desde entonces fueron vasallos de los reyes de Asturias, tomando una parte muy activa en todas sus conquistas. El año 742 se apoderó Alfonso I, el católico, rey de Asturias, de una gran parte de la tierra avasallada por los moros; entre otras fueron por él restauradas las ciudades de Astorga, Lugo, Orense, Tuy, Oporto y Braga. Formóse entonces el hermoso condado de Galicia, feudatario de los reyes asturianos, que nombraban los gobernadores ó condes, y los

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