sábado, mayo 14, 2011

Viage ilustrado (Pág. 564)

El palacio episcopal, bastante cómodo y espacioso, está inmediato á la catedral, y tiene comunicación con ella por el claustro. El seminario es un magnífico edificio, que estaba en el siglo XVI situado en la plaza, y se trasladó en 1770 al lugar que hoy ocupa en las huertas del Torrillon. Este seminario era casi una universidad, y Carlos III dispuso que los discípulos estemos fuesen incorporables para todas las carreras en las universidades del reino. En el dia está, como todos los establecimientos de su clase, en la mayor decadencia: sin embargo, concurren á él sobre 200 niños.
La casa de ayuntamiento situada en un ángulo de la plaza es espaciosa y de buena construcción. A su entrada se lee la siguiente cuarteta:


Aquí dentro no ha lugar
Pasión temor ó interés;
Solo el bien público es
Lo que aqui se ha de mirar.
1584.


Tiene Mondoñedo ademas un buen cuartel, un hospital, casa de espositos, un teatro, una cárcel y un paseo con regular arboleda en el campo de los Remedios. La historia civil de esta ciudad es bastante descarnada; no asi la eclesiástica de la que abundan los datos y noticias. Su origen desconocido sube á remotos siglos, y parece que su primitivo nombre fué Ontonia. En tiempo de los reyes godos se trasladó á Britonia, hoy Santa María de Bretoña, á dos leguas de Mondoñedo (1). la silla episcopal Lambriense; pero siendo acometida por los moros la ciudad de Britonia en 738, fué totalmente destruida. La misma suerte sufrió Ontonia, que opuso á los sarracenos una tenaz resistencia; pero habiéndolos arrojado de este territorio el belicoso rey Alfonso I el Católico, en 742, empezó, aunque lentamente, á renacer de sus escombros. Parece que volvió esta comarca poco después al dominios de los moros, pero fué recobrada de nuevo por Alfonso III el Magno en 870. La arruinada sede de Britonia, habia sido desmembrada de una gran parte del territorio que tenia en Asturias, desde los tiempos de Alfonso el Casto, para formar el nuevo obispado de Oviedo: pero en el citado año de 870 vino huyendo de los moros á esta comarca. Sabarico, obispo del célebre monasterio de Dumio, junto á Braga, y fijó su silla á tres leguas de Mondoñedo, cerca del mar, en el lugar de San Martin, llamándose desde entonces la antigua sede de Britonia, con el nombre de Dumiense. Por este tiempo un conde ó gobernador de la ciudad que nos ocupa, llamado Gomez Arias de Castro, la hizo libre de pechos, sin duda con el objeto de aumentar el número de sus pobladores.
Permaneció la silla dumiense en San Martin hasta 1112, en cuyo tiempo, por disposición de la reina doña Urraca, se trasladó á Villamayor, del valle de Brea, ó sea Mendumieto ó Mondumeto, como dicen las escrituras de aquel tiempo. Estas repelidas traslaciones hicieron que los prelados de esta diócesis se intitulasen unas veces dumienses por el origen, otras valibriensis, por el lugar en que tenian su catedral, otras britonienses, por la iglesia que sustituían, y finalmente mindunienses, por la nueva iglesia y ciudad que poblaron en tiempos mas posteriores, lo que causó bastante confusion en los anales eclesiásticos. En 1206 se trasladó la sede por orden del rey Fernando II á Rivadeo, aunque conservando la denominación de Mindoniense, pero en 1233 regresó á Mondoñedo (2). El rey don Fernando IV, el Emplazado, concedió en 1311 el señorío temporal de esta ciudad á sus obispos, los que lo conservaron hasta nuestros días. En 1808 fueron sorprendidas y dispersadas en Mondoñedo las tropas españolas por las francesas que mandaba el general Mathiu. Esta ciudad eminentemente teocrática, no solo tuvo escelentes y benéficos prelados, sino que también produjo muchos ilustres eclesiásticos, entre otros don José Cayetano Luaces, obispo de Palencia, y fundador del hospicio de Valladolid , y don Antonio Rubiños del Monte, ilustrado canónico magistral de Coria.
No queremos dejar á Mondoñedo sin hacer mérito del célebre mariscal Pardo de Cela, uno de los nobles mas poderosos de Galicia. Poseía muchas jurisdicciones y fortalezas, entre las que se contaban el castillo de Santa Cruz, del valle de Oro, castillo de Villa–Juan, casa de Villa Guisado, fortaleza de Sobrado de Aguiar, casa fuerte de la Barreira, casa de Santa María de Saavedra, castillo de Penadreda y otros muchos demolidos en tiempo de las comunidades. De joven estuvo en el servicio de las armas, reinando Enrique IV, y en la época de los Reyes Católicos fué ascendido á la alta dignidad de mariscal.
Se casó con la sobrina del obispo de Mondoñedo don Pedro Enriquez ; Isabel de Castro era su nombre; y este le dio como bienes dotales, la mayor parte de las rentas, señoríos y fortalezas que pertenecían á la mitra. Entre estas se contaba el castillo de la Frouseira. A la muerte de este obispo, el mariscal se negó á la devolución de estos bienes, y confiado en el valimentó y poder de que podía disponer, hizo resistencia á las repetidas demandas de los que por orden del obispo le hostigaban á que devolviese las pertenencias y los frutos de la mitra. Nada importaba el carácter sacerdotal de estos enviados, porque cogidos en sus estados, y por su gente, eran víctimas de severos castigos, y hasta de la muerte. El mariscal no tomó en cuenta los anatemas y bulas condenatorias que en el concepto de raptor de la iglesia espedia el pontífice contra su persona: solo quería la integridad de sus derechos, y únicamente combatía toda clase de invasion en sus estados. Hubo por medio mandatos de los reyes y decisiones del tribunal superior promovidas por el entonces obispo de Mondoñedo don Fadrique de Guzman, que por evitar la saña de Pardo de Cela se habia retirado á la córte; pero el estado imponente de Mondoñedo y de Vivero, donde el mariscal ejercía amplia jurisdicción, hacia imposible toda resolución enérgica. Entonces (1840) los Reyes Católicos

(1) Ademas de su iglesia parroquial de Santa María, que por sus nueve arcos grandiosos y antiguas lápidas con sus inscripciones, manifiesta haber sido la primitiva catedral, conserva Britonia muchos vestigios de sus fortificaciones, y del palacio del obispo. Fué esta población, que entonces se llamaba Brutonia ó Britania, incendiada por los árabes.

(2) A instancias de la villa de Rivadeo, el obispo de Mondoñedo don Ñuño II y su cabildo, se comprometieron por escritura en 1270 á poner en ella una colegiata, compuesta de un canónigo y cuatro racioneros, como se verificó y aun subsiste. Esto fué para conservar el recuerdo de haber permanecido en la citada villa la catedral y el obispo.

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