diques de los torrentes por Apio Claudio, cuando se construyó la via Apia. Siglo y medio después, es decir, el año 333 de Roma, bajo el consulado de Cornelio Cetego, se siguió trabajando en esta importante obra de higiene pública, continuándose con el objeto de dar curso á las aguas estancadas, en tiempo de Julio César y Augusto, sin que se lograse quitar á estas aquella insalubridad que había dado á la atmósfera un carácter tan doloroso y asolador. Semejante empresa, que no debió haber cesado hasta obtenerse el resultado benéfico que se deseaba, fué suspendida largo tiempo por las guerras civiles que sobrevinieron en los dias de Galba, Oton, Vitelio y Vespasiano.
El gran conquistador de los godos, Teodorico, abrazando el pensamiento de Cecilio Decio, continuó también con muy laudable celo el desagüe de las insalubres lagunas Pontinas, alcanzando un éxito muy satisfactorio, según consta de una inscripción conservada en la ciudad de Terracina. Pero sucedieron en seguida el abandono, las guerras, las avenidas de aguas, los desórdenes y otra porción de calamidades, y la hermosa obra de tantos años quedó destruida en poco tiempo, volviendo las lagunas á su primitivo estado, y á amenazar constantemente con la muerte. De muy poco sirvieron luego los diferentes esfuerzos de los papas Bonifacio VIII, Martin V, Leon X y Sisto V; las aguas no desaparecían ni perdían su nociva calidad. La gloria de esta grande obra estaba reservada á Pio VI, que con diez mil trabajadores empezó en 1777 el canal que corre paralelo a la Via Apia, con el objeto de encerrar las aguas, consiguiendo por fin lo que no habían podido alcanzar, ni los emperadores de Roma y de Oriente, ni los pontífices que le precedieron. No obstante, aun en el dia es muy mal sana toda esta comarca, y muy propensa al desarrollo de fiebres intermitentes de mal carácter.
Y ya que hemos atravesado las mencionadas lagunas, vamos á asomar cuando menos la cabeza en Velletri, población donde corren aires puros, y que después de haber sido capital de los volscos, fué habitada por una colonia romana. Aqui tuvo su cuna el emperador Octavio Augusto, y aqui también encontraron su predilecta morada Tarquino, Tiberio, Nerva, Oton y Calígula. Deseosos sus pobladores de sacudir el yugo romano desde el año 260 de Roma, se trasladaron á la metrópoli, al otro lado del Tiber, adoptando el nombre de gens transtiveriana. Dice Silio Itálico, que Tarquino exigió también de la familia de Octavio que pasase á establecerse en Roma. El palacio del ayuntamiento es digno de alguna atención, asi como el de Fillippi y algún otro, pero lo mas notable qne encierra es el antiguo teatro, la elegante torre de robusta y bella construcción, del papa Urbano VIII, él palacio de Borgia, y mas particularmente el del príncipe Lancelloti. En el palacio de Borgia hay una magnífica mesa cuyo plano está compuesto de ciento veinte y ocho piezas de preciosos mármoles antiguos con mucho gusto colocadas. Sobre otra hay una lindísima figurita de una tercia de longitud, de mármol blanco, que parece representar á San Ignacio de Loyola. En la misma habitación se ven varios cuadros, algunos de bastante mérito, y una buena cabeza de piedra del emperador Augusto. En el palacio de Lancelloti, situado al otro lado de la ciudad, en su parte mas elevada, se admira una magnífica y suntuosa escalera de mármol que ha llamado mucho la atención de todos los viageros. La subida y las entradas que tiene al dar paso á las dos galerías superiores son de hermosas columnas, formando pórticos de muy buen gusto. En cada descanso de la misma escalera se ven una estátua y dos balcones que dan á los amenos jardines que limitan la casa por su lado posterior. Termina la escalera en una gran azotea que domina la ciudad y que sirve de punto de vista desde el cual se domina toda la campiña á inmensa distancia. El corredor ó galería principal es de aspecto regio por la riqueza de las labores de sus paredes, y por el precioso artesonado de su techo. Está descubierta por un lado en toda su longitud dando á los jardines. Se conoce que aqui habría un gran parque, por lo que parece que el objeto principal de este palacio seria el de servir de recreo en las tardes y noches de verano, á juzgar por la riqueza de su arquitectura en toda su cara posterior. El otro lado de la citada galería da entrada á varias habitaciones cómodas y espaciosas: en las dos primeras hay grandes chimeneas de piedra, adornadas de guirnaldas de flores de lo mismo, todo muy trabajado. En la tercera llaman la atención ocho frescos que representan asuntos de la Jerusalen libertada de Torcuato Tasso. Lo última que merece notarse en el palacio de Lancelloti, es una colección de estátuas y de bustos de piedra, en el peor estado posible, sin embargo de su mérito, qué representan á cónsules y emperadores romanos, y una pequeña capilla cuyo altar es de piedra jaspeada, y en cuyo lecho hay un fresco de autor bien reputado. Esta palacio fué fundado en los primeros años del pasado siglo por el cardenal Marcio Ginnetti. Aqui estaba el célebre museo Borgiano que ahora forma parte del museo Borbónico de Nápoles. A dos millas de esta ciudad fué hallada no hace mucho tiempo la célebre Pallade Velliterna, que es hoy una de las estátuas mas bellas del real museo de París.
Velletri tendrá una población de 17,000 habitantes, cuya ocupación es la agricultura y el comercio, que consiste en vino, aceite y cereales. El terreno que circunda á Velletri es escabrosísimo y está cubierto de una vegetación muy fuerte y frondosa. A dos millas de la ciudad, hacia el Septentrión, se ve una cordillera de colinas que concurren á formar un monte muy elevado, el Artemisio. Próximo á él está el Spina, que aunque de menos altura, no deja como aquel, de dominar perfectamente la población.
«Spolcto es otra ciudad de los Estados romanos en que debemos hacer alto un momento. Esta ciudad, fabricada según se dice, continua el escritor ya citado, sobre el cráter de un volcan, fué capital de la Umbría hasta la invasion de los longobardos, y después ducado de aquel nombre. Posee muchos monumentos interesantes, y algunos anteriores al dominio de los romanos. Los mas notables son las ruinas del antiguo teatro; las del palacio de Teodorico; la iglesia del Crocifisso, fuera de la ciudad, fundada sobre los restos del templo de la Concordia, del cual todavía se conservan algunas bellas columnas, y las de los templos paganos de que aun se hallan vestigios en el convenio de San Andrés y en la iglesia de San Giuliano. Asimismo se encuentra parte del magnífico puente Sanguinario, bajo el cual corre el impetuoso torrente que separa la ciudad de la montaña. Una arcada que subsiste entera, de aquella robusta obra, lleva el nombre de puerta de Aníbal. Lo demás de tan gigantesca fábrica, sirve de una especie de acueducto. Todas estas ruinas, asi como los principales edifi–
El gran conquistador de los godos, Teodorico, abrazando el pensamiento de Cecilio Decio, continuó también con muy laudable celo el desagüe de las insalubres lagunas Pontinas, alcanzando un éxito muy satisfactorio, según consta de una inscripción conservada en la ciudad de Terracina. Pero sucedieron en seguida el abandono, las guerras, las avenidas de aguas, los desórdenes y otra porción de calamidades, y la hermosa obra de tantos años quedó destruida en poco tiempo, volviendo las lagunas á su primitivo estado, y á amenazar constantemente con la muerte. De muy poco sirvieron luego los diferentes esfuerzos de los papas Bonifacio VIII, Martin V, Leon X y Sisto V; las aguas no desaparecían ni perdían su nociva calidad. La gloria de esta grande obra estaba reservada á Pio VI, que con diez mil trabajadores empezó en 1777 el canal que corre paralelo a la Via Apia, con el objeto de encerrar las aguas, consiguiendo por fin lo que no habían podido alcanzar, ni los emperadores de Roma y de Oriente, ni los pontífices que le precedieron. No obstante, aun en el dia es muy mal sana toda esta comarca, y muy propensa al desarrollo de fiebres intermitentes de mal carácter.
Y ya que hemos atravesado las mencionadas lagunas, vamos á asomar cuando menos la cabeza en Velletri, población donde corren aires puros, y que después de haber sido capital de los volscos, fué habitada por una colonia romana. Aqui tuvo su cuna el emperador Octavio Augusto, y aqui también encontraron su predilecta morada Tarquino, Tiberio, Nerva, Oton y Calígula. Deseosos sus pobladores de sacudir el yugo romano desde el año 260 de Roma, se trasladaron á la metrópoli, al otro lado del Tiber, adoptando el nombre de gens transtiveriana. Dice Silio Itálico, que Tarquino exigió también de la familia de Octavio que pasase á establecerse en Roma. El palacio del ayuntamiento es digno de alguna atención, asi como el de Fillippi y algún otro, pero lo mas notable qne encierra es el antiguo teatro, la elegante torre de robusta y bella construcción, del papa Urbano VIII, él palacio de Borgia, y mas particularmente el del príncipe Lancelloti. En el palacio de Borgia hay una magnífica mesa cuyo plano está compuesto de ciento veinte y ocho piezas de preciosos mármoles antiguos con mucho gusto colocadas. Sobre otra hay una lindísima figurita de una tercia de longitud, de mármol blanco, que parece representar á San Ignacio de Loyola. En la misma habitación se ven varios cuadros, algunos de bastante mérito, y una buena cabeza de piedra del emperador Augusto. En el palacio de Lancelloti, situado al otro lado de la ciudad, en su parte mas elevada, se admira una magnífica y suntuosa escalera de mármol que ha llamado mucho la atención de todos los viageros. La subida y las entradas que tiene al dar paso á las dos galerías superiores son de hermosas columnas, formando pórticos de muy buen gusto. En cada descanso de la misma escalera se ven una estátua y dos balcones que dan á los amenos jardines que limitan la casa por su lado posterior. Termina la escalera en una gran azotea que domina la ciudad y que sirve de punto de vista desde el cual se domina toda la campiña á inmensa distancia. El corredor ó galería principal es de aspecto regio por la riqueza de las labores de sus paredes, y por el precioso artesonado de su techo. Está descubierta por un lado en toda su longitud dando á los jardines. Se conoce que aqui habría un gran parque, por lo que parece que el objeto principal de este palacio seria el de servir de recreo en las tardes y noches de verano, á juzgar por la riqueza de su arquitectura en toda su cara posterior. El otro lado de la citada galería da entrada á varias habitaciones cómodas y espaciosas: en las dos primeras hay grandes chimeneas de piedra, adornadas de guirnaldas de flores de lo mismo, todo muy trabajado. En la tercera llaman la atención ocho frescos que representan asuntos de la Jerusalen libertada de Torcuato Tasso. Lo última que merece notarse en el palacio de Lancelloti, es una colección de estátuas y de bustos de piedra, en el peor estado posible, sin embargo de su mérito, qué representan á cónsules y emperadores romanos, y una pequeña capilla cuyo altar es de piedra jaspeada, y en cuyo lecho hay un fresco de autor bien reputado. Esta palacio fué fundado en los primeros años del pasado siglo por el cardenal Marcio Ginnetti. Aqui estaba el célebre museo Borgiano que ahora forma parte del museo Borbónico de Nápoles. A dos millas de esta ciudad fué hallada no hace mucho tiempo la célebre Pallade Velliterna, que es hoy una de las estátuas mas bellas del real museo de París.
Velletri tendrá una población de 17,000 habitantes, cuya ocupación es la agricultura y el comercio, que consiste en vino, aceite y cereales. El terreno que circunda á Velletri es escabrosísimo y está cubierto de una vegetación muy fuerte y frondosa. A dos millas de la ciudad, hacia el Septentrión, se ve una cordillera de colinas que concurren á formar un monte muy elevado, el Artemisio. Próximo á él está el Spina, que aunque de menos altura, no deja como aquel, de dominar perfectamente la población.
«Spolcto es otra ciudad de los Estados romanos en que debemos hacer alto un momento. Esta ciudad, fabricada según se dice, continua el escritor ya citado, sobre el cráter de un volcan, fué capital de la Umbría hasta la invasion de los longobardos, y después ducado de aquel nombre. Posee muchos monumentos interesantes, y algunos anteriores al dominio de los romanos. Los mas notables son las ruinas del antiguo teatro; las del palacio de Teodorico; la iglesia del Crocifisso, fuera de la ciudad, fundada sobre los restos del templo de la Concordia, del cual todavía se conservan algunas bellas columnas, y las de los templos paganos de que aun se hallan vestigios en el convenio de San Andrés y en la iglesia de San Giuliano. Asimismo se encuentra parte del magnífico puente Sanguinario, bajo el cual corre el impetuoso torrente que separa la ciudad de la montaña. Una arcada que subsiste entera, de aquella robusta obra, lleva el nombre de puerta de Aníbal. Lo demás de tan gigantesca fábrica, sirve de una especie de acueducto. Todas estas ruinas, asi como los principales edifi–
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