jueves, septiembre 17, 2009

Viage ilustrado (Pág. 427)

mas hermoso y el mas suntuoso palacio de Roma; pertenece al rey de Napóles, y tiene una riquísima colección de cuadros.
»Santa María de la Oración ó de la Muerte. Linda iglesia de una cofradía instituida para sepultar á los desgraciados que mueren en los campos inmediatos á Roma. Tiene una capilla subterránea cuyos adornos estan todos construidos con huesos humanos; las columnas, los rosetones del techo, las arañas que sirven para iluminar este fúnebre lugar, todo está construido con huesos, y se ven de trecho en trecho, de pie, esqueletos perfectamente armados, que infunden un religioso pavor al penetrar en este fúnebre recinto.
»Palacio Falconieri. Tiene una hermosa galería de cuadros flamencos y franceses.
»En este cuartel se encuentran también las magníficas iglesias de Santa Catalina de Sena; San Eloy, de los Plateros; Sanctí Spíritus, de los Napolitanos; San Pedro y San Pablo de Gonfalon, y San Juan, de los Florentinos.
»Puente Vaticano. Se hacen muchas conjeturas sobre el origen de este puente, pero hasta ahora ninguno ha podido fijar la cuestión.
»EL VATICANO.—Monte Vaticano. Tomó su nombre del de vaticinia por los oráculos que se daban en él. En 848, Leon IV, queriendo garantir la basílica de san Pedro de las continuas incursiones de los sarracenos, rodeo el monte Vaticano de una muralla, y el espacio comprendido por este muro, se llamó la ciudad Leonina.
»Puente Elio, hoy de Santangelo. Adriano construyó este puente para ir á su mausoleo y á los jardines de Domitia, donde hizo después construir un circo, cuyos restos se encontraron en el pontificado de Benito XIV. Este puente ha tenido diversos nombres; al principio se llamo Elio; mas tarde puente de Adriano, después puente de San Pedro, porque conducía á la basílica de este príncipe de los apóstoles, hoy se llama puente de Santangelo, porque está construido frente a la puerta de este castillo. Clemente VIII erigió a la entrada del puente las estatuas de San Pedro y San Pablo, como eternos guardadores de la ciudad
»Mausoleo de Adriano, hoy castillo de Santangelo, magnifico monumento á imitación del de Augusto. Esta tumba, en la decadencia del imperio, fué trasformada en fortaleza, y el castillo de Roma, que se llama de Santangelo porque en su remate hay un ángel
envainando una espada.
»Hospital de Sancti Spíritus. E1 mas grande de Roma y fue fundado por Inocencio III.
»Unido á la basílica de San Pedro se encuentra el palacio Vaticano, morada del pontífice de los cristianos, del rey de Roma. No podríamos nosotros escribir cuatro páginas sobre este palacio, cuya descripción pediría mil volúmenes. En él se hallan las célebres Lojias de Rafael, vastísimos corredores cuyas paredes se hallan cubiertas con frescos de este gran maestro y de sus mas célebres discípulos. La biblioteca donde se encuentran atesoradas las obras mas celebres del mundo, y los manuscritos mas raros y preciosos. El museo de Chiaramonte ó de Pio VII, donde se hallan colocadas millares de estátuas de las mas celebres de la antigüedad; las obras maestras de Grecia y de Roma; el hemiciclo del Belveder, donde está la celebre estátua de Apolo de este nombre; el museo Pio, Clementino, y tantos, y tantos salones que encierran ricas preciosidades artísticas: el Vaticano es un mundo á donde seria necesario vivir cien años para empezar á comprenderlo. Este palacio se halla rodeado de magníficos jardines. Es tanta la estensión de estos jardines, la iglesia de San Pedro y el Vaticano, que ocuparía muy bien el radio de una capital regular. En Roma es cosa constante, y nosotros lo hemos oido alli á muchas personas instruidas, que la capital de Cerdeña, Turin, pueden contenerse muy cómodamente en el recinto que ocupa el Vaticano, y es de advertir que Turin contiene 110,000 almas.
»Tales el análisis bien frio, bien conciso, bien superficial, que acabamos de hacer de la ciudad de Roma, no siendo mas que una revista ligera, apresurada, á vista de pájaro, de las riquezas de Roma. Sin embargo, creemos haber puesto al alcance de nuestros lectores todas las principales ruinas, todos los palacios, todos los templos paganos, todas las iglesias católicas, todos los foros de la ciudad eterna á quien parece que la Providencia le ha concedido que se realizase el oráculo que refiere Virgilio. «Imperium sine fine dedi, te daré un imperio sin fin,» no obstante el continuo diezmo con que parece hacerle espiar la eternidad concedida á su existencia por las continuas invasiones que vienen á añadir nuevas ruinas á los gigantescos restos que conserva en su recinto á despecho de los siglos y de los hombres.»
Vamos á hablar ahora de algunas ciudades romanas. «Terracina, dice el autor de los Viages á Italia con la espedicion española, se llamó en sus primeros tiempos Antur, nombre originado de Júpiter Anturon, es decir, imberbe, á quien se tributaba en esta ciudad un culto estraordinario. A aquel nombre sustituyeron los de Tracina y Terrachina, y por último Terracina, que es el que lleva en el dia. Antiguamente estaba situada sobre una elevadísima roca, que constituía las verdaderas Termopilas de los Estados romanos. Posteriormente ha ocupado otros dos distintos lugares, gracias á los fenómenos de los tiempos y á las revoluciones de los hombres, hasta quedar en el que hoy ocupa á la falda, como hemos dicho, de una enorme y colosal montaña.
»En su primera posición tan ventajosa, detuvo la marcha de Anibal cuando regresaba de Cannas. Celosos los romanos de que el estado inespugnable de la ciudad, ora por su buena situación, ora por los escelentes medios de defensa de que estaba rodeada, pudiera escitar á sus habitantes á convertirla en fuerte baluarte contra los conquistadores de la Italia, derribaron mucha parte de la grande roca sobre que estaba edificada.
»Ni siquiera un monumento digno de la atención del viagero se encuentra en esta ciudad, á no tomar por tales algunas miserables ruinas que si bien recuerdan la grandeza de alma y soberbia opulencia de los primeros moradores de Terracina, apenas dan una vaga idea de lo que fueron. Sobre la cumbre de la montaña nominada hoy Sant'Angelo, había un magnífico templo consagrado á Júpiter, protector de todos los pueblos de la comarca.
»La ciudad de Terracina, población en la actualidad de 6,000 almas, está dividida en dos partes: una antigua situada en una altura que forma un declive hacia el mar, y otra llamada la Marina, cuya fundación no se remonta mas que al pontificado de Pio VI. En esta parte, lo que nos ha parecido mas notable, es el palacio pontifical y el del cardenal

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