nen de epístolas, rondós, baladas, epígramas, sin contar una traducción en verso de los salmos. Marot posee todas las cualidades de sus antecesores, la naturalidad, la gracia, el ingenio, la sensibilidad, y las posee en un grado muy superior. Por él los versos que se llaman de arte menor llegaron á su perfección, y si algun poeta francés le ha imitado, ninguno le ha igualado.
La lengua de que se servia Marot, era eminentemente propia para las ideas dulces y agradables que él espresaba en sus pequeñas composiciones; adquiriendo después esta lengua vigor y fuerza, ha perdido aquella sencillez que la era necesaria para las producciones de este género, y que La Fonlaine, gracias á su predilección por los arcaísmos franceses y á su criterio y buen gusto en estos estudios, ha conseguido imitar con buen éxito. El solo ha sabido reproducir los antiguos versos franceses de diez pies, flexibles y graciosos en el poeta de Francisco I, ásperos y duros en las epístolas de J. B. Rousseau, falto de carácter en las poesías ligeras de Voltaire. El solos ha sabido apreciar esas formas, esa gracia, ese colorido que solo se encuentra en Marot, que por eso se han llamado mas tarde estilo morático. Este parangón con el gran fabulista de los franceses, es el mas bello elogio que pudiéramos hacer de Marot. Concluiremos diciendo respecto á este poeta, que mejoró considerablemente la estructura material y física del verso. Suprimió la e muda en la cesura, perfeccionó el corte de los versos, enriqueció la rima y empleó hábilmente lo que los franceses llaman el enjambenent, y es el paso de un verso al principio del otro con el sentido de la oración. También alternó las consonancias.
Los poetas del tiempo de Marot y que marcharon por el mismo camino que él, fueron Mellin de Saint Gelais (1492―1558), el cual, según dice La Harpe, tiene la misma dulzura y la misma facilidad en la versificación, pero mucha menos gracia y mucho menos ingenio que Marot; Margarita de Valois, que ya dejamos citada mas arriba, hablando de su Heptameron y que ha escrito en verso casi tan bien como en prosa; Víctor Brodeau (1470—1540); Claudio Chappuis, muerto en 1572; Magdalena Duroches (1530―1587), etc. También se conservan algunos versos del rey Francisco I, y entre otras poesías de la reina María Estuardo una estrofa diciendo el último adiós á la Francia, que los franceses guardan en la memoria.
El año 1524 ó 1525 nació Pedro de Ronsard. Lanzado á una carrera agitada y aventurera desde los primeros años de su edad, á los diez y siete se quedo completamente sordo, pero con una afición estraordinaria á las ciencias y un entusiasmo ardiente por la gloria de la poesía. Durante siete años él y otros que tenían las mismas inclinaciones, se prepararon trabajando incesantemente para el combate que preparaban. Pero la victoria era difícil; se trataba nada menos que de reformar completamente la poesía francesa, hasta entonces alegre, festiva, fina, elegante, pero desnuda completamente de la riqueza, de la gravedad, del fondo, de que la antigüedad había dejado no despreciables modelos.
Los adeptos y gefes principales de esta escuela, ademas de Ronsard, eran Juan Dorat (1510―1588) profesor en el colegio de Coquet y que enseñaba los principios de esta ciencia á los otros. Joaquín Du Bellay (1524―1560), Remigio Belleau (1528―1577), Claudio de Pontoux (1530―1572), J. Ant. Baif (1532―1589). Esteban Jodelle (1532―1573). Se unieron otros
La lengua de que se servia Marot, era eminentemente propia para las ideas dulces y agradables que él espresaba en sus pequeñas composiciones; adquiriendo después esta lengua vigor y fuerza, ha perdido aquella sencillez que la era necesaria para las producciones de este género, y que La Fonlaine, gracias á su predilección por los arcaísmos franceses y á su criterio y buen gusto en estos estudios, ha conseguido imitar con buen éxito. El solo ha sabido reproducir los antiguos versos franceses de diez pies, flexibles y graciosos en el poeta de Francisco I, ásperos y duros en las epístolas de J. B. Rousseau, falto de carácter en las poesías ligeras de Voltaire. El solos ha sabido apreciar esas formas, esa gracia, ese colorido que solo se encuentra en Marot, que por eso se han llamado mas tarde estilo morático. Este parangón con el gran fabulista de los franceses, es el mas bello elogio que pudiéramos hacer de Marot. Concluiremos diciendo respecto á este poeta, que mejoró considerablemente la estructura material y física del verso. Suprimió la e muda en la cesura, perfeccionó el corte de los versos, enriqueció la rima y empleó hábilmente lo que los franceses llaman el enjambenent, y es el paso de un verso al principio del otro con el sentido de la oración. También alternó las consonancias.
Los poetas del tiempo de Marot y que marcharon por el mismo camino que él, fueron Mellin de Saint Gelais (1492―1558), el cual, según dice La Harpe, tiene la misma dulzura y la misma facilidad en la versificación, pero mucha menos gracia y mucho menos ingenio que Marot; Margarita de Valois, que ya dejamos citada mas arriba, hablando de su Heptameron y que ha escrito en verso casi tan bien como en prosa; Víctor Brodeau (1470—1540); Claudio Chappuis, muerto en 1572; Magdalena Duroches (1530―1587), etc. También se conservan algunos versos del rey Francisco I, y entre otras poesías de la reina María Estuardo una estrofa diciendo el último adiós á la Francia, que los franceses guardan en la memoria.
El año 1524 ó 1525 nació Pedro de Ronsard. Lanzado á una carrera agitada y aventurera desde los primeros años de su edad, á los diez y siete se quedo completamente sordo, pero con una afición estraordinaria á las ciencias y un entusiasmo ardiente por la gloria de la poesía. Durante siete años él y otros que tenían las mismas inclinaciones, se prepararon trabajando incesantemente para el combate que preparaban. Pero la victoria era difícil; se trataba nada menos que de reformar completamente la poesía francesa, hasta entonces alegre, festiva, fina, elegante, pero desnuda completamente de la riqueza, de la gravedad, del fondo, de que la antigüedad había dejado no despreciables modelos.
Los adeptos y gefes principales de esta escuela, ademas de Ronsard, eran Juan Dorat (1510―1588) profesor en el colegio de Coquet y que enseñaba los principios de esta ciencia á los otros. Joaquín Du Bellay (1524―1560), Remigio Belleau (1528―1577), Claudio de Pontoux (1530―1572), J. Ant. Baif (1532―1589). Esteban Jodelle (1532―1573). Se unieron otros
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