sábado, mayo 31, 2008

Viage ilustrado (Pág. 240)

Estatua de Corneille
geado los apreciables elogios de Boileau, y la segunda la ingenua afección de La Fontaine. Racan, en suma, es tenido por superior á todos sus imitadores. Segrais (1624―1701), y Mad. Deshouliéres (1631―1694) no le han igualado.
Si los versos de Racan respiran el dulce y embalsamado murmullo de los arroyos que ha cantado, los versos de Maynard nos pintan la frescura y la pureza. Con mas entusiasmo poético, con mas fuego natural, con mas inspiración sabia trabajar mejor, corregir y pulir. A falta de sentimiento poético, se entregaba todo á la dicción, llegando asi a fuerza de corrección y de estudio á conseguir una elegancia digna de admiración, y sobre todo, fecunda en buenos resultados para la reforma filológica que entonces se obraba. Dejó sonetos y epigramas de poco alcance poético, pero notables por su gracia y por su dicción escogida.
Era la época del soneto y del epigrama. Sarrazin (1603—1654), intentó en vano continuar á Malherbe; no obtuvo por medio de sus odas ni un éxito regular.

martes, mayo 20, 2008

Viage ilustrado (Pág. 239)

su vida literaria debe estudiarse desde su oda á María de Médicis con motivo de la entrada de esta princesa en París en 1600. Por esta cuenta Malharbe pertenece al gran período literario del siglo XVII, al cual está ligado por la naturaleza de sus obras y por la influencia que ejerció. Las bases de la reforma realizada por él no fueron entonces mas que presentadas, los resultados se hicieron sentir en el siglo siguiente. Esta es la ocasión de hablar de Maturíno Régniér (1573―1613), que contribuyó poderosamente á la obra de Malherbe con la misma intención, con el mismo propósito y ayudado de su disposición natural y de su talento, ignorado y desconocido por él mismo.
Antes de pasar á hablar de esta nueva época de la literatura francesa, diremos algunas palabras sobre el estado de su teatro, bien defectuoso por cierto y bien pobre.
Durante la mayor parte de este siglo, el arte dramático estuvo reducido á las moralidades, gargarillas y farsas. Después de numerosas persecuciones que habían sido dirigidas contra él por los tribunales por el año 1546, se habia reducido á la comedia de costumbres, descartada de todas las libertades satíricas y de todas las personalidades Pero el manifieste de Du Bellay vino á abrir nuevos caminos, y el arte dramático participó de la revolución que se obró en todos los ramos de la literatura, y procuró hallar en la imitación de los antiguos una nueva vida.
Por de pronto, cuando se necesitaba imitar la poesía dramática de los antiguos, no se hizo otra cosa que traducirla. Lázaro de Baif, muerto en 1547, tradujo la Electra, de Sófocles y la Hécuba de Eurípides. Tomás Sébilet la Ifigenia. El Pluto de Aristófanes fué traducido en verso por Ronsard, siendo todavía joven, cuando apenas habia acabado sus estudios.
Entre las imitaciones podemos contar las de Fodelle, uno de los principales gefes de la Pleyada, que hizo la Cleopatra y la Dido; fueron muy aplaudidas, pero no son otra cosa que una imitación servil calcada sobre la tragedia griega.
Ademas de Fodelle es necesario nombrar á Juan de la Perusa (1530―1556), Juan de la Taille nacido en 1510, Santiago de la Taille (1542―1556), Antonio de Baif, Remigio Beleau (ambos citados mas arriba como pertenecientes á la Pleyada), y Santiago Grevin, autor de la Muerte de César, obra en que se hallan algunos versos que no carecen de vigor.
El sucesor de Fodelle en la nueva escuela poética fué Roberto Garnier (1515―1601). Convienen todos generalmente en que se encuentra en sus obras, en las que abundan los recuerdos griegos y reminiscencias de Séneca, un estilo mas firme y mas noble y que se acerca masa la entonación de la tragedia. Sus producciones Cornelia, Marco Antonio é Hipólito anuncian alguna especie de progreso. Sus discípulos son: Chantelonne, J. Godard (1561―1625), S. Heudon, P. Mathieu, Cl. Billard (1550―1618), Ant. de Montherestun, muerto en 1621. Al mismo tiempo la nueva escuela rivalizaba con los curiales de la Basoche, aprovechando para sus comedias su erudición latina é italiana. En este género, en el que trabajaron Fodelle y Roberto Garnier, es necesario no olvidar los ensayos del P. Farivey, muerto en 1612, que supo mas de una vez ser divertido con naturalidad , y que tuvo la gloria de suministrar muchas agudezas á Moliere. Sin embargo, la comedia antigua no habia sido completamente destronada; resistió por de pronto á la invasión de los nuevos métodos, y concluyó por refundirse con ellos, llevando á esta refundición su no pequeña parle de mérito. La tragedia venció mas completamente á las moralidades, hijas de los misterios.
La compañía ó cofradía de la Pasión, dejó de existir en 1598, pero murió legando un rival mas poderoso contra sus adversarios. La compañía, á la cual cedió su privilegio, representaba con preferencia las piezas de Alejandro Hardy (1560―1631), sometido a la influencia de la literatura española, y que imitaba y traducía á Lope de Vega, como sus rivales imitaban y traducían á Sófocles.
Hemos llegado insensiblemente á la época en que todas las imitaciones, tanto las de la literatura dramática española como la de la greco―latina, y todos los esfuerzos de la literatura francesa, elementos que marchaban girando sin un punto de apoyo, se reconcentraron y se amalgamaron, por decirlo asi, tomando lo bueno de cada uno para venir después á producir obras verdaderamente grandes, y en cierta manera del todo originales.
Hemos llegado á la época en que el teatro francés, después de haber entrado en el camino que el español le habia abierto, dándole un cúmulo inmenso de materiales que él no supo aprovechar, dio un paso inmenso en la escena, produciendo esa tragedia seria y grave, que no tiene competidores y que disputa la primacía á los dramas inglés y alemán, y esa comedia, nacida de las imitaciones antiguas y españolas, y calcada sobre una base nacional que ha venido á quedarse, por decirlo asi, sin rivales.
Mas para llegar á este resultado, para ocupar ese puesto en el armonioso concierto de las literaturas de Europa, habia necesitado un instrumento completamente dócil y perfectamente constituido. Ronsard, aplicando á la lira las cuerdas poéticas, lo habia dejado, sin embargo, defectuoso, puesto que aunque el instrumento era sobradamente rico, estaba, sin embargo, mal templado.
Malherbe se propuso enmendar este defecto, y las composiciones en verso que salieron de su pluma, fueron suficientes para llenar el vacío. Mas versificador que poeta, mas perfeccionador que inventor, contenido por su respeto á la pureza de la lengua mas bien que entusiasmado por la inspiración poética, fijó definitivamente la prosodia, cultivó el número y la medida, regularizó la rima, y escogió por fin entre las formas existentes las mejores y las mas ventajosas. A su muerte, acaecida en 1628, puede decirse que habia conseguido su odjeto abriendo el camino á los grandes ingenios que habían de sucederle. Pero habremos de confesar, si hemos de ser justos, que él encontró el terreno preparado, esto es, encontró lo que difícilmente encuentran los reformadores, un público dispuesto á escucharle y coloboradores inteligentes ademas para secundar sus esfuerzos y para continuarlos.
Racan (Honorato de Bucil, marqués de Racan (1589―1670) Maynard (1582―1646), se distinguieron entre los sucesores de Malherbe. Dejando á su maestro las dulces armonías de la poesía lírica, Racan busca en Virgilio otras inspiraciones. Sus pastorales, débiles en el fondo y en la invención, tienen, sin embargo, cierta elegancia en el verso, cierta gracia melancólica en las ideas que le han valido muchos sufragios. La primera de estas cualidades le ha gran―

domingo, mayo 18, 2008

Viage ilustrado (Pág. 238)

muchos mas, pero los siete nombres que acabamos de citar son los que mas adelante y poco á poco se vinieron á quedar solos, de tal suerte, que el escuadrón de poetas que al principio se llamó la brigada de Ronsard, se vino á llamar definitivamente la Pleyada. Cada uno tenia su puesto señalado y su papel que desempeñar. Antes de lanzarse en el combate, escribieron un manifiesto, especie de declaración de guerra dirigida á la poesía fácil y sencilla que representaba el poeta Mellin de Saint Gelais. Este manifiesto que se intitulaba La ilustración de la lengua francesa, fué redactado por Du Bellay, y es, en sentir de muchos, la mejor producción de esta nueva escuela. Se invitó á los poetas á que estudiaran y buscaran bellezas en las lenguas muertas, y en estas y en las estrangeras una poesía mas esquisita, y sobre todo mas elevada, recomendando su estudio como la fuente de toda belleza literaria. «Y no se alegue, dice, que los poetas nacen; el que quiera que su nombre se repita de boca en boca, que se esté horas y horas en su estudio, sufriendo el hambre, la sed y las largas vigilias: estas son las alas con que los escritores de los hombres se remontan hasta el cielo. Leed y releed dia y noche los modelos griegos y latinos.»
Después de algunas espresiones en que se recomienda una imitación demasiado servil, el autor continúa: «Reemplazad las canciones con las odas, los desprepósitos con las sátiras, las farsas y las moralidades con las comedias y tragedias: escogedme, por el estilo del Ariosto, alguno de los viejos romances, y haréis que nazca en el mundo una admirable Iliada ó uno laboriosa Eneida
Y la primera vista se conoce que la idea era escelente , y los que después han ridiculizado amargamente á Ronsard y su Pleyada, no han tenido presente que de los trabajos inmensos de estos jóvenes que la componían, nació después la literatura magestuosa que ellos conocían. Después de la Pleyada siguió la exageración inevitable á toda reacción: á fuerza de corregir con un esceso que ella había inventado, se llegó por último á un resultado distinto del propuesto, porque, en efecto, la Pleyada queria formar una literatura en que el fondo fuera nacional y las formas greco―latinas y se acabó por formar una en que el fondo era greco―latino y las formas francesas. Falta averiguar cual de los dos objetos era preferible.
Ronsard y su escuela, principiaron al mismo tiempo el ataque sobre todos los puntos: odas, epopeyas, sonetos, tragedias, salieron á la vez de esta rica vena largo tiempo comprimida, y arrancaron por todas partes gritos de admiración. Los discípulos fueron estimados y honrados, el maestro, el gefe, fué adorado. Tres reyes le colmaron de alabanzas y de beneficios. Carlos IX, poeta también, le dirigió unos versos en que le abdicaban su título de rey. Los cortesanos le regalaban su entusiasmo, los príncipes y los poderosos su dinero, los sabios sus elogios, los poetas sus coronas, y las mugeres su amor. Toda la Francia, toda la Europa mas ó menos pagó su tributo á esta gloria tanto mas digna de admirar, cuanto que era tributada á un hombre durante su vida. Y estos homenages eran debidos á haber introducido en la lengua esa poesía magnífica en la espresion, rica en los colores, lujosa en las imágenes; esa poesía que ha sabido hacer de los versos otra cosa mas grande, mas elevada, distinta al menos de la prosa rimada.
Por desgracia, la exageración es compañera inseparable de todas las cosas buenas que brotan de la inteligencia del hombre, y es necesario ademas que precedan siempre algunas oscilaciones antes que el equilibrio se establezca en todas las cosas. A Ronsard y a su escuela les faltó discreción y detenimiento. En el calor exagerado de imitar en todo y para todo al griego y al latin, desnaturalizaron la lengua francesa y la impusieron por fuerza ciertas formas, ciertas composiciones de voces incompatibles con su naturaleza. En la trabajosa empresa de formar del francés una lengua rica, espresiva y numerosa, también al azar, sin método y sin elección lodo, lo que les parecia bien en la lengua de los antiguos y en los dialectos modernos. Vauquelin de la Fresnaye (1536―1606), autor de un Arte poética, publicada con arreglo á los principios de Ronsard, prescribe esta especie de merodeo de todas las lenguas y de todos los dialectos. La misma confusión reinaban en las ideas sobre el desarrollo y confección de todos los poemas grandes y pequeños, calcados con demasiado servilismo en sus formas y en sus disposiciones materiales sobre las obras antiguas. Las cosas no podían durar asi; la imaginación se entusiasmaba con la audacia y con la fecundidad de Ronsard, la sensatez principiaba á conocer sus estravagancias y sus exageraciones. Ronsard murió en 1586, engolfado en su triunfo, habiendo visto comenzar para él la posteridad de su vida, habiendo gozado en vida de su fama postuma, por decirlo asi, y no concibiendo la mas pequeña duda sobre la legitimidad y duración de su gloria. Quince años después todo este magnífico edificio se habia desplomado, la cadencia grotesca, como la llama Boileau, habia acabado. Un caballero normando, en cuyo pais los versos hechos con tanto trabajo habían sido universalmente aplaudidos, leia á Ronsard, tachando con su pluma todo lo que en su concepto era malo, y al fin de la lectura habia borrado el libro entero. Este fallo, mitigado en los tiempos sucesivos, mucho mas justos, habia sido preparado por los sucesores de Ronsard. Los unos, tales como Dubartas (1644―1599), que escribió el poema intitulado La primera semana, y del cual se hicieron treinta ediciones en seis años, habia sido en los defectos mas exagerado que su maestro, conservando todas sus cualidades. Otros, como Desportes (1516―1606) trabajaron para corregir y perfeccionar la lengua políglota de la Pleyada. Mas con los defectos habían también desechado las buenas cualidades. Otros, como Chassigne (1578—1621), conservaron la extravagancia de las ideas, revistiéndolas de un lenguaje mas moderado. conservando asi el fondo en su parte mas exagerada y cambiando parte de las formas. Otros, en fin, como D'Aubigné, revistieron la energía del pensamiento con un estilo enérgico también; pero en tan alto grado que rayaba en rudo y en áspero. En una palabra, ya fuera necesaria por el abuso creciente en los unos, ya fuera indicada por las tentativas de los otros, la reforma no podía retardarse. Faltaba solamente para llevarla á cabo un hombre que tuviera al menos el genio definido por Buffon, esto es, la paciencia. Este hombre no se hizo esperar, y fué el normando de que hemos hablado mas arriba. Se llamaba Francisco de Malherbe, y habia nacido en 1555. Su primera obra dala de 1587, pero era un poema abundante en conceptos y de estilo muy diferente de aquel en que se ilustró mas tarde su autor. A Malherbe no se le puede estudiar por sus obras primeras, ni menos se le debe juzgar por ellas;

viernes, mayo 16, 2008

Viage ilustrado (Pág. 237)

Hospital ú Hopital

nen de epístolas, rondós, baladas, epígramas, sin contar una traducción en verso de los salmos. Marot posee todas las cualidades de sus antecesores, la naturalidad, la gracia, el ingenio, la sensibilidad, y las posee en un grado muy superior. Por él los versos que se llaman de arte menor llegaron á su perfección, y si algun poeta francés le ha imitado, ninguno le ha igualado.
La lengua de que se servia Marot, era eminentemente propia para las ideas dulces y agradables que él espresaba en sus pequeñas composiciones; adquiriendo después esta lengua vigor y fuerza, ha perdido aquella sencillez que la era necesaria para las producciones de este género, y que La Fonlaine, gracias á su predilección por los arcaísmos franceses y á su criterio y buen gusto en estos estudios, ha conseguido imitar con buen éxito. El solo ha sabido reproducir los antiguos versos franceses de diez pies, flexibles y graciosos en el poeta de Francisco I, ásperos y duros en las epístolas de J. B. Rousseau, falto de carácter en las poesías ligeras de Voltaire. El solos ha sabido apreciar esas formas, esa gracia, ese colorido que solo se encuentra en Marot, que por eso se han llamado mas tarde estilo morático. Este parangón con el gran fabulista de los franceses, es el mas bello elogio que pudiéramos hacer de Marot. Concluiremos diciendo respecto á este poeta, que mejoró considerablemente la estructura material y física del verso. Suprimió la e muda en la cesura, perfeccionó el corte de los versos, enriqueció la rima y empleó hábilmente lo que los franceses llaman el enjambenent, y es el paso de un verso al principio del otro con el sentido de la oración. También alternó las consonancias.
Los poetas del tiempo de Marot y que marcharon por el mismo camino que él, fueron Mellin de Saint Gelais (1492―1558), el cual, según dice La Harpe, tiene la misma dulzura y la misma facilidad en la versificación, pero mucha menos gracia y mucho menos ingenio que Marot; Margarita de Valois, que ya dejamos citada mas arriba, hablando de su Heptameron y que ha escrito en verso casi tan bien como en prosa; Víctor Brodeau (1470—1540); Claudio Chappuis, muerto en 1572; Magdalena Duroches (1530―1587), etc. También se conservan algunos versos del rey Francisco I, y entre otras poesías de la reina María Estuardo una estrofa diciendo el último adiós á la Francia, que los franceses guardan en la memoria.
El año 1524 ó 1525 nació Pedro de Ronsard. Lanzado á una carrera agitada y aventurera desde los primeros años de su edad, á los diez y siete se quedo completamente sordo, pero con una afición estraordinaria á las ciencias y un entusiasmo ardiente por la gloria de la poesía. Durante siete años él y otros que tenían las mismas inclinaciones, se prepararon trabajando incesantemente para el combate que preparaban. Pero la victoria era difícil; se trataba nada menos que de reformar completamente la poesía francesa, hasta entonces alegre, festiva, fina, elegante, pero desnuda completamente de la riqueza, de la gravedad, del fondo, de que la antigüedad había dejado no despreciables modelos.
Los adeptos y gefes principales de esta escuela, ademas de Ronsard, eran Juan Dorat (1510―1588) profesor en el colegio de Coquet y que enseñaba los principios de esta ciencia á los otros. Joaquín Du Bellay (1524―1560), Remigio Belleau (1528―1577), Claudio de Pontoux (1530―1572), J. Ant. Baif (1532―1589). Esteban Jodelle (1532―1573). Se unieron otros

miércoles, mayo 14, 2008

Viage ilustrado (Pág. 236)

Montaigne
gico y original. Brantome (1517―1614), en el que ha sido necesario todo el escándalo de su objeto para que consiguiera interesar con sus memorias escritas con un estilo de antesala débil y descolorido. Por último, los autores de la Menippée, obra célebre de autores desconocidos. La mayor parte de estos prosistas merecen ser leídos y estudiados; pero en ellos no hay mas que literatura local y personal con el sello de todas las exageraciones de la época.
Esa obra célebre de autores desconocidos que acabamos de citar, es una producción muy notable, y aunque inspirada por las circunstancias y por los acontecimientos del dia, ha quedado como un monumento de picantes burlas y de alta elocuencia. Durante la época en que la liga y Mayenne su gefe se obstinaron en no reconocer a Enrique IV, cuando los españoles enviábamos á la causa católica soldados y dinero, y los estados de Francia se reunían y se separaban, sin haber tratado ni decidido nada en semejantes circunstancias, es cuando algunos franceses se asociaron para combatir por todos los medios que les fueran posibles. La pluma fué una de sus armas, y á falta de otros medios mas poderosos de conseguir la victoria se entretuvieron en publicar epigramas y sátiras para desacreditar á sus enemigos ridiculizándolos. Pedro Leroy fué el autor del Catholicon de España. En el Compendio de la celebración de los Estados, que viene en seguida, Guillot, muerto en 1619, consejero del Parlamento de Paris, escribió la arenga del legado. Florent Chrétien (1541―1586) la del cardenal Pellevé, Pedro Pithou (1539―1596) la de Aulray, el orador del partido de los políticos. En este último discurso, la razón y el patético, elevados hasta el sublime de la elocuencia, contrastan vivamente con la mas acre ironía y gracia maliciosa que brillan en las otras partes de la obra. Ademas, Rapin, muerto en l608, y Passerat (1534―1602) agregaron á la prosa de sus compañeros versos llenos de ingeniosos epigramas.
A las producciones mencionadas, debemos agregar como obras históricas, otras varias, entre las cuales figuran las historias de Claudio de Seissel, la del caballero Bayardo sin miedo y sin tacha, escrita por Roberto de la Mark, la vida del condestable de Borbon y muchas memorias de Castelnau, Lanone―Vieilleville y Blas de Montlue.
Entre los novelistas figuraron Herberay des Essarts, que tradujo del español al francés, los ocho primeros libros del Amadis, Margarita de Valois, que compuso el Heptameron, Buenaventura des Periers, y Beroaldo de Verville, autor de una obra ingeniosa titulada El medio de hacer fortuna.
La oratoria, para la cual se preparaba una época gloriosa, habia hecho pocos adelantos. La palabra sagrada se hallaba envuelta en formas ridículas y estral vagantes, siendo rarísimos los sermones y oraciones fúnebres dignas de mención; aun no habia llegado el siglo de Bossuet.
La elocuencia forense no estaba mas adelantada que la parlamentaria, y la elocuencia política apareció tarde en los discursos del canciller de L'Hopital (1505―1573) y en la famosa arenga de Enrique IV á los Estados de Ruan.
Entre los poetas no hubo nombres dignos de colocarse al lado de Rabelais y de Montaigne; pero no dejaron de ejercer influencia en la literatura, de preparar el camino por donde habia de entrar la poética voz de Corneille y de sus contemporáneos.
Clemente Marot (1495―1544), hijo de padre poeta, Juan Marot (1463—1523) se ensayó desde su primera juventud en rimar los versos que debian grangearle una gran celebridad. Sus obras se compo―

lunes, mayo 12, 2008

Viage ilustrado (Pág. 235)

de la edad media, y completando la obra de los adelantos que con razón se ha llamado la época del renacimiento. Por el mismo tiempo se inventa la imprenta, ó mas bien adquiere sus verdaderas proporciones, como si la Providencia hubiera querido dar á esta segunda creación todos los medios de acción y todas las garantías de duración.
Francisco Rabelais nació en Chinon en 1483 ó 1487, franciscano, después benedictino, después benedictino segunda vez, y por último, canónigo secular y cura de Meudon, murió en 1553, dejando escrita la obra mas estraordinaria quizá que se ha escrito en lengua alguna. Sus libros de Gargantua y Pantagruel no pertenecen á ningún género determinado, no siguen método alguno, no imitan á ningún modelo ni pueden ser imitados por nadie. Todo es en ellos fantasía y originalidad. Las aventuras graciosamente variadas de los personages forman un cuadro ingenioso en el que se hallan todas las cualidades, todos los defectos, todos los géneros, desde el ingenio mas refinado y la imaginación mas viva hasta las invenciones mas degradantes y la mas grosera incoherencia de ideas, y desde la sátira mas elevada hasta la bufonería mas grotesca y á veces mas obscena. Burlas ingeniosas, consideraciones filosóficas llenas de elevación y de atrevimiento, odio á ciertos vicios de su edad que estallaba en vehementes indignaciones ó en bufonerías: la comedia con toda su rica vena, la sátira bajo todas sus formas, la filosofía, la religión, la científica, la política: lo grave, lo grotesco, la mas alta erudición, todo se encuentra allí, pero sin orden, sin regla y sin plan conocido, presentando el cuadro mas estravagante pero al mismo tiempo el mas curioso, el mas asombroso y el mas atractivo que se puede imaginar. Este interés incesante, este mérito que nunca decae, es debido ademas de la originalidad de la invención y del vigor de la idea, á las inapreciables cualidades del estilo. Este estilo igual, elegante, correcto, es debido en gran parte á su mucha precisión y claridad, y abunda en relieve y colorido; es vigoroso en la sátira, agudo en el epigrama, agradable en la narración y elocuente en el discurso.
Se han escrito muchos libros sobre el de Rabelais, se ha dicho que su caprichosa bufonería se fundaba en un pensamiento grave, se han dado obstinadamente nombres reales á sus personages fantásticos y un sentido profundo á sus gracias mas triviales y de menos importancia. Preocupación probablemente absurda y ciertamente inútil. Absurda, porque Rabelais no ha tenido reparo en desnudar sus alegorías cuando ha querido atacar al poder de su época; porque ha escrito la mayor parte del tiempo para divertirse y para divertir a los otros, mezclando la verdad y la fábula, la fantasía y la realidad, inútil, porque es una cuestión que no se averiguará jamás, no consiguiéndose otra cosa en estas controversias que perder el tiempo y convertir en un engaño lo que no debe ser mas que una lectura entretenida.
Miguel de Montaigne nació en Perigord en 1533, hizo algún papel en las contiendas civiles como alcalde de Burdeos, y murió en 1592. La esmerada educación que pudo darle su padre, le dio á conocer las bellezas de la antigüedad y le abrió el camino en el cual debía llegar á ser tan sobresaliente escritor. Montaigne no se ha propuesto nunca escribir un libro con toda deliberación, no ha trazado plan, no ha formado un bosquejo, para desenvolver sobre él las ricas galas de su elocuente filosofía. El se considera á sí mismo y considera á los otros, estudiando el pensamiento en su alma, la naturaleza en el mundo, el pasado en los libros, el presente en los sucesos, y escribiendo sus observaciones, sus dudas y las preguntas y respuestas que él se hacia y daba á sí mismo. Según él, las cosas se siguen y se encadenan, atraídas unas por otras; pero no forzosamente por una resolución de antemano concebida.
En su libro, los títulos de los capítulos no guardan ninguna relación con lo que en ellos se traía, y el índice de las materias es inútil. Los pensamientos no tienen orden, y sin embargo, el lector los encuentra bien colocados, porque es imposible espresar la misma idea en un lenguaje mas pintoresco, mas nervioso, mas preciso, mas robusto y mas lleno de figuras. Concebida una idea, Montaigne la desarrollaba sin trabajo, sin esfuerzo alguno, y jamás otro escritor francés ha hecho de su pluma lo que ha querido con tan buen resultado como él. Pero no fué apreciado al principio en su justo valor, y no ha ocupado en la república de las letras hasta el siglo XVIII el puesto que debia ocupar. En el día los Ensayos de Montaigne se consideran como el primer monumento de la literatura clásica francesa.
Mr. Villemain ha escrito un elogio de Montaigne, en el cual caracteriza de esta manera á este ilustre escritor. «Montaigne, si me es lícito hablar asi, describe el pensamiento de la misma manera que describe los objetos, esto es, con detalles de tal suerte animados, que lo hace sensible á la vista material. Su estilo es una alegoría con todas las apariencias de la verdad, y en la que todas las abstracciones del espíritu se revisten de formas materiales, toman un cuerpo, una apariencia, y se dejan tocar, por decirlo asi. Montaigne abusa con mucha frecuencia de la paciencia de sus lectores. Aquellos capítulos que hablan de todo menos de lo que promete el título, aquellas digresiones tan repetidas y tan continuas que se tocan las unas á las otras, aquellos paréntesis tan largos.... fatigan, y algunas veces se vería uno inclinado á dejar á un autor que no tiene plan fijo ni marcha segura, si no nos detuviera alguna agudeza inesperada, si algún pensamiento ingenioso ó alguna palabra original no vinieran á escitar nuestra curiosidad. El objeto de la obra huye de nosotros á cada paso; pero á cada paso encontramos también al autor, y él es quien nos interesa.»
Nisard en su historia de la literatura francesa ha caracterizado rápidamente á los prosistas que en el siglo XVI marchan al lado de estos dos grandes escritores. Calvino (de 1509―1564) juzgado siempre como hombre de secta y no como escritor, aunque ha escrito bellas páginas en un estilo seguro, grave y correcto, de tal suerte que Pasquier le llama uno de los padres del idioma francés. Amyot (1513―1595) que tradujo á Plutarco en un estilo conceptuoso como el italiano y sencillo como el galo. La Boétie, el amigo de Montaigne (1530―1568), que escribió el Contra uno ó la Servidumbre voluntaria, producción de un joven que hubiera llegado á ser un escelente escritor. Chacron (1541―1600) mas árido, menos florido que Montaigne, pero buen escritor, padre y fundador de la escuela de Port―Royal. Pasquier (1529―1615), cuyas cartas son tan curiosas é interesantes por el abandono agradable con que están escritas. Aubigné (1550―1630), poeta de cualidades eminentes, prosista enér―

sábado, mayo 10, 2008

Viage ilustrado (Pág. 234)

quienes sirvió y la de los acontecimientos que vio realizados y en que tomó alguna parte. Montagne, hablando de su libro, dice que tiene autoridad y gravedad, y que en todas partes revela que era hombre de buena posición, avezado á los grandes negocios. Mr. Villemain llama á Comines un ingenio serio, formal, conocedor de todas las intrigas y que juzga con un criterio maravilloso el carácter, la forma y el objeto del gobierno; mas hábil que escrupuloso, pero llegando á la probidad por la sensatez, porque ésta asegura mejor que todo lo demás la conservación del poder. El estilo en este autor es juicioso, grave, reflexivo, mas pintoresco que poético en la espresion, refiriendo simplemente los sucesos, los cuenta con claridad, juzga con acierto y emplea siempre para las ideas los términos mas propios.
Al mismo tiempo que las memorias y crónicas tomaban proporciones nuevas, elevándose á la dignidad de la historia, principiaba á conocerse la necesidad desconocida hasta esta época de la historia general y dogmática, esto es, de la historia que enseña á los pueblos su origen y sigue después todas su vicisitudes paso á paso á través de los tiempos Roberto Gaguin (1440—1501) fué el primero que intentó sacar la historia de Francia de las tinieblas que la ocultaban y descargarla de las fábulas, de las tradiciones y de las leyendas que embarazaban á cada paso é impedían el descubrimiento de la verdad.
Este mismo Roberto Gaguin, fué uno de los primeros que trabajaron para abrir al genio un nuevo camino en la literatura, puesto que en unión del ilustre Juan Gerson (1363―1429), canciller de la universidad de París, dió los primeros pasos en la oratoria. En 1460, Martin Delphe publicó un tratado de este arte.
Es un espectáculo digno de llamar la atención, el observar los medios sucesivos, las trasformaciones sensibles por que iba pasando la lengua francesa, sujeta á los caprichos de la imaginación y á las necesidades de la rima. Cada año se notaba un nuevo progreso, y en cada poeta un lenguaje particular. Cristina de Pisan hubiera sido una grande poetisa sin las dificultades que la ofrecía la lengua imperfecta y pobrísima en que habia de escribir. Compuso, sin embargo, un número grande de poemas y entre ellos el Romance de Héctor ó las Cien historias de Troya.
Alain Chartier (1386-1458) escitó entre sus contemporáneos la admiración que nos confirma la anécdota del beso dado sobre la boca elocuente del poeta por la reina Margarita de Escocia. Carlos de Orleans (1391―1463) padre de Luis XII, hijo de la juiciosa Valentina de Milán, escríbió en un lenguaje mas claro, mas puro, mas preciso y manejado con mucho mas vigor. Unas veces tierno, otras gracioso y mas poético que el de Cristina; cuando canta la hermosura de su dama y la riqueza de la naturaleza es mas valiente, mas enérgico que cuando canta los ingleses vencidos y la libertad de su patria. Sus poesías han estado perdidas hasta 1734 en que las descubrió el padre Sallíer. Esta aparición tardía ha contribuido á la gloria de Villon (1431―1490) á quien Boileau atribuía los primeros ensayos de la musa francesa. Todos saben la vida aventurera de Villon, sus relaciones poco decorosas, sus amores de baja esfera, su inclinación á las industrias criminales, su condenación á la pena de muerte, su apelación al parlamento que le salvó y sus incorregibles reincidencias. Su poesía se resiente de sus costumbres y de su método de vida; está impregnada de la mas completa inmoralidad con una tendencia continua á las gracias groseras y obscenas. A pesar de todo, ha obtenido grandes alabanzas y ha dado materia á decorosas imitaciones. Marot, Rabelais, La Fontaine le han tenido una singular predilección, le han estudiado y han sacado partido de su escuela. El perfeccionó la rima y dio á la frase poética una energía y una flexibilidad desconocidas hasta entonces. Entre sus poesías poco numerosas y que consisten sobre todo en baladas y redondillas, etc., son notables El testamento grande y El testamento pequeño.
Entre los poetas franceses de este siglo debemos contar á Marcial de la Auvernia ó de París, nacido por los años de 1440 y muerto en 1508, de quien ha dicho el abate Goujet que era el hombre de su siglo que mejor habia escrito. Octaviano de San Gelais, nacido en 1466, muerto en 1502, dejó algunas poesías originales, una traducción en verso de la Eneida y otra de las Epístolas de Ovidio.
Del siglo XV data también en Francia el origen de la poesía dramática. El 4 de diciembre de 1402, los cofrades de la Pasión de Nuestro Señor, habiendo trabajado delante del rey, obtuvieron un privilegio real, que los autorizaba á establecerse en París con esclusion de toda otra sociedad del mismo género. Los misterios que habían comenzado á representar los peregrinos que venían de la Tierra Santa, y que representaban también los privilegiados no eran otra cosa que traducciones puestas en diálogo de pasages de la Santa Escritura ó de leyendas célebres, pero sin plan y sin orden alguno en la composición. El autor seguia el testo santo con un servilismo que cscluia toda especie de orden y de método. De aqui los continuos cambios de escena y la estraordinaria pesadez de estas representaciones dramáticas, que llegaron á durar hasta un mes entero. De esta manera se compuso el misterio de Las actas de los apóstoles, el de la Concepción, el de la Asunción, etc. Pero el misterio por escelencia fué el de la Pasión de Nuestro Señor, que abrazaba toda la vida de Jesucristo, introducía en la escena cien personages, y se dividía en seis partes distintas, subdividida cada una en piezas que formaban misterios separados.
Al lado de los misterios principiaron bien pronto las moralidades, en las cuales los autores, abandonando el camino trillado hasta entonces, buscaron nuevos recursos en la mitología, inventando fábulas alegóricas. Las farsas y las gargarillas vinieron después á atacar la ridiculez, siendo verdaderamente mas propias para hacer reir que para enseñar, y mas llenas de figuras y de escenas grotescas y cómicas que de pinturas de naturaleza mas elevada. Sin embargo, algunas veces se llegó á la verdad cómica y se vieron algunas farsas que merecen el nombre de comedias, como El Abogado Patelin, en que la invención y el diálogo tienen algún mérito y honran en cierta manera al siglo que lo produjo.
Llega por fin la época en que al mérito parcial y á los escritores notables por los esfuerzos empleados en la formación y desarrollo literario, suceden las glorias completas sin restricción y los nombres verdaderamente grandes. En esta época todas las artes á la vez despiertan de su letargo ó resucitan mas bien de la muerte. La pintura, la escultura, la poesía se elevan reflejando sus rayos luminosos sobre las tinieblas

jueves, mayo 08, 2008

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canciones, en que se cantan sus desgraciados amores con mas naturalidad que poesía, con mas cuidado de las formas que fuego en las ideas.
María de Francia, que ocupó por los años de 1250 un lugar muy distinguido entre los poetas anglo―normandos, compuso un libro intitulado Las agudezas de Esopo (les dits d'Isopet), en el que á las cualidades necesarias para este género de obras, supo agregar la naturalidad, la concisión y la amenidad. Por último, Guillelmo de Lorris, muerto por los años de 1240, dejó comenzado el gran poema, único ensayo que queda en medio de tantas producciones olvidadas y que el siglo siguiente debía terminar.
El romance de La Rosa es una producción muy notable para el tiempo en que se compuso, y conservó por espacio de mas de doscientos años una influencia muy grande en la literatura francesa. En su origen tenia solo, según se cree comunmente, cuatro mil ciento cincuenta versos, y concluía por una especie de desenlace de comedia. Un siglo había trascurrido desde la muerte de Guillemo de Lorris, cuando Juan de Meung (1200—1320) se lanzó á continuar su obra y á reformarla, bajo un plan mucho mas vasto. Suprimió los ochenta y dos versos últimos que formaban el desenlace, se puso á trabajar y no descansó hasta que el poema vino á contar veinte y dos mil versos. Este famoso romance ó poema que, en opinión de algunos, no era otra cosa que un tratado de alquimia y en la de otros un libro de moral, no es sin embargo, otra cosa que el arte de amar reducido á principios y puesto en acción bajo el velo de una ficcion alegórica. El poeta sueña que desea ardientemente coger una rosa en medio de un jardín. El peligro lo separa de esta idea, la razón le disuade, pero el amor se apodera de él y coge la rosa. La historia sagrada y profana, la mitología, la teología, la política, la moral, la física, etc., tienen cabida en esta composición sazonada de tiempo en tiempo por cuentos y pasages satíricos. A pesar de la falta de interés que le quitan los frecuentes episodios y las digresiones que se suceden unas a otras, y á pesar de la pesadez natural á una alegoría tan larga, la obra es fácil y elegante en la parte escrita por Guillelmo de Lorris, llena de vigor y de audacia en la continuación de Juan de Meung, notable en toda ella por la graciosa ingenuidad que la distingue. Marot llama á Guillelmo de Lorris El Enio francés, y Lenglet―Dufresnoy El Homero. Los franceses, sin embargo, al ponderar el mérito del padre de sus poetas, pecan de entusiasmo y de una exageración á todas luces notoria; es verdad que esta misma exageración de unos está compensada en cierta manera por las virulentas censuras de otros, á que el romance ó novela de La Rosa ha dado lugar. En efecto, los predicadores la han atacado en sus sermones, los poetas en sus versos y los escritores en sus libros.
Si prescindimos de este poema, que solo puede llamarse ilustre por su antigüedad, por la época en que se escribió, el siglo XIV fué entre los franceses muy poco fecundo en poetas. Se puede citar, sin embargo, El Amadis de Gaula, escrito en 1380 por Loberin. El terreno cultivado por Guillelmo de Lorris y Juan de Meung no podia verdaderamente quedar estéril, pero el fruto se debía recoger en el siglo siguiente. Lo mismo sucedió con la historia. Una narración sencilla, fácil, sin adornos, sin intenciones, sin tener, á decir verdad, otro mérito que el de referir el historiador prolijamente y con pormenores lo que el mismo habia visto ú oido, abrió el camino por donde debía entrar el siglo siguiente. Juan Froissard nació por los años de 1333. Relacionado con diversos grandes personages de su época, con Roberto de Namur, con Felipa de Hainaut, muger de Eduardo III de Inglaterra, con el duque de Bravante, con Gastón Febo, conde de Fox, se encontró en la mejor posición imaginable para escribir de estas materias. Curioso por saber noticias, y aficionado á divulgarlas, formó una colección de reseñas históricas sobre los hechos de su época, y escribió ademas sus crónicas, que abrazan desde 1325 á 1400. Es un libro digno de aprecio, porque encantan la natural ingenuidad del historiador, su sencillez y su credulidad en esta historia escrita sin pretensiones. Es una pintura viva de la época, el retrato de los hombres de quienes habla en sus apuntes cronológicos. A Froissard se puede tachar de parcialidad y de prevención hacia los diferentes señores que le admitieron sucesivamente en su córte. Los franceses, demasiadamente apasionados por sus cosas, encuentran belleza en esta misma parcialidad en favor de las personas amadas del historiador; nosotros lo que encontramos es que no fué ingrato, pero nadie puede sostener que el agradecimiento sea una de las dotes de la historia.
Ya hemos dicho que toda la historia literaria francesa de este siglo está reducida á dos obras principales; todos los diversos ramos de la literatura poco mas ó menos corrían la misma suerte, y solo en la historia se encuentran algunas crónicas mas apreciables por el fondo de la narración que por la belleza de las formas, y en las composiciones que median, por decirlo asi, entre la historia y la poesía, algunas narraciones en verso tales como el romance de Bertran de Glaiquin, por Trueller, el cual fué escrito desde 1381 á 1386.
Aun no habia concluido el siglo XIV, cuando los escritores principiaron á multiplicarse. Juan Juvenal de los Ursinos (1350―1431) arzobispo de Reims, escribió la historia de Cárlos VI desde 1380 á 1422. Su narración es sencilla, exacta y melódica, y está impregnada de cierta tristeza muy en armonía con las miserias que escribe. Pero de Fenin, muerto en 1133, escudero y panadero de Carlos VI, dejó unas Memorias que dan una idea exacta de las costumbres y del carácter de la época. Cristina de Pisan (1365―1415) que influyó de una manera notable en el movimiento literario de su siglo, compuso un libro titulado: Hechos y buenas costumbres del rey Cárlos V. El Religioso anónimo de San Dionisio, grave, prudente, iniciado en los sucesos de su tiempo, representa la opinión de los hombres formales, de la universidad, de la magitratura y de la clase rica del pueblo. Monstrelet (1390―1453) es digno de aprecio por la multitud de hechos que ha reunido, pero, por otra parte, es pesado, difuso y monótono.
Pero en la segunda mitad del siglo, la historia produjo una obra verdaderamente literaria. Al lado de las Crónicas de Olivier de la Marca (1426―1501), de Juan de Troyes y de Juan Molinet, muerto en 1507, etc., se hallan las Memorias de Filipo de Comines. Este eminente historiador vivió desde 1445 á 1509, pasando una parte de su vida en la córte de Borgoña, con Cárlos el Temerario, y la otra en la córte de Francia, con Luis XI y Carlos XIII. Escribió la historia de su propia vida, la de los grandes personages á

miércoles, mayo 07, 2008

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matices graduados desde el francés al italiano ó al español, circunstancia que se esplica en unos sitios por la falta y en otros por la existencia de afinidad entre la lengua.
Los primeros monumentos de la literatura francesa que pueden, y mas bien que son digos de citarse, no tienen mayor antigüedad que la del siglo XII. Hasta esta época podemos decir que en Francia, lo mismo que en España, se escribía, se discutía y se hablaba en latin. Es verdad que en Francia se cultivaba muchísimo menos esta lengua que entre nosotros, y apenas pueden citarse algunos trozos de literatura latina de aquella larga época.
Pero prescindiendo ahora de esta cuestión, no pueden tampoco considerarse como literatura francesa las pocas obras de malísima latinidad que han quedado de la época carlovingiana. Es verdad, sin embargo, que las crónicas, los poemas y las disputas escolásticas y teológicas de latín bárbaro á que se reduce aquella literatura, prepararon y crearon, por decirlo, la literatura francesa, le dieron vida, y por lo mismo es necesario no confundir la una con la otra, porque aquella es la madre y esta es la hija. Por eso al hablar de esta, al trazar su difícil historia, no podemos remontarnos á una época mas allá del siglo en que tropezamos con una lengua muerta al presente. Pero en él, la lengua vulgar, la lengua francesa, aunque en su infancia, tiene ya suficiente vida para marchar por sí sola y para dar sus primeros pasos en la literatura. Por eso es preciso contemplar en esta época sus primeros ensayos, seguirla después en su desarrollo, llegará su siglo de oro y examinar asi siglo por siglo y período por período sus adelantos.
En el siglo XII dos lenguas diferentes nacidas de la mezcla con el latin de los idiomas bárbaros se hablaban en el reino de Francia; al Norte del Loira la lengua de oil, al Sur la lengua de oc. Puede decirse que á un mismo tiempo y simultáneamente estas dos lenguas vulgares principiaron á escribir y á cantar las historias nacionales y las invenciones y los cuentos que el genio novelero de este país ha producido siempre en tanta abundancia. La lengua de oil era mas propia para las narraciones históricas, la de oc se prestaba mejor á las fantasías poéticas y romancescas.
La primera obra histórica en la lengua de oil, es una traducción de la Crónica de San Dionisio, que dala de los tiempos de Felipe Augusto. A ella sucedieron algunas otras versiones de la misma obra y no pocas historias originales escritas también en la misma lengua vulgar. Muy pronto la imaginación siguió el ejemplo que dio la memoria, y principiaron á surgir las novelas caballerescas, los cuentos, las fábulas inventadas por los trovadores de la Picardía y por los anglo―normandos. Todas estas obras se escribían indistintamente en prosa y en verso. La primera de todas fué el Brut de Roberto Wace, concluido en 1155 y escrita en verso; la mas antigua en prosa fué el Tristan de Leonis, la mas divertida tal vez de todas las novelas caballerescas de la Mesa―Redonda, y la mas célebre de todas fué el Rou, escrita por el mismo Roberlo Wace. Esta última obra no es otra cosa que una crónica romancesca en verso, que repasa en cierta manera la segunda edad de la monarquía inglesa, asi como el Brut viene á ser la historia de la primera. Consta, según el abate Pluquet, de diez y seis mil quinientos cuarenta versos, y se dividen en partes, de las cuales en las unas los versos son de doce sílabas y en las otras de ocho. Por lo que hace al estilo, no es otra cosa que un hacinamiento de rimas sin orden, sin reglas y sin arte. Nada de fuego, nada de poesía. En una palabra, el verdadero carácter de esta obra y de las producciones de la misma época, es un baturrillo pesado y fastidioso, sin mas cualidades dignas de nombrarse que cierta especie de colorido sin afectación y sin estudio, y una buena fé y una sencillez candorosas que son para nosotros de mucho aprecio. Otra obra hay de la misma época, y tal vez anterior á las que hemos nombrado: esta es la crónica llamada de Turpin, traducida del latín al francés, y que principió á ser bajo esta nueva forma la fuente de las innumerables canciones en que se celebran los hechos de Carlo―Magno y de Rolando.
A medida que los tiempos avanzan, parécenos ver que se descorre un velo y que la literatura francesa marcha de las tinieblas á la luz. Principia á lijarse el lenguaje, las ideas principian á ser mas claras y mas abundantes, y se comunican y se espresan con mucha mas facilidad. Se encuentra poesía en los versos, verdad en la historia y estilo en el lenguaje. Hay novedad en las ideas, y puede decirse que renacen las letras, que ha pasado el tiempo de los ensayos y comienza el de las perfecciones.
El siglo XIII no pierde tiempo para preparar el cumplimiento de su misión, para contribuir en la parte que le cabe al desarrollo de la literatura. En los primeros años Villehardouin (había nacido en 1167), escribe la historia de la conquista de Constantinopla 1198 á 1207, en la cual había tomado parte. Por la primera vez se observa una narración clara é interesante de los sucesos que había presenciado el autor, una apreciación juiciosa de los hechos, una veracidad llena de buena fé, de desinterés y de modestia, y una sencillez, por último, libre de supérfluos detalles. Valenciennes continúa la obra de Villehardouin, Guillelmo deNangis, muerto en 1302, y Guillelmo de Chartres en 1480, escribieron cada uno de por sí una historia de San Luis. Por último, Joinville (de 1223―1317), senescal de Champaña, compuso las Memorias en que cuenta con una preciosa ingenuidad, con una vivacidad jovial y divertida, los combates y las oraciones, la vida militar y la vida privada, el furor guerrero y la piedad de su virtuoso señor. Su narración tiene un carácter particular que no se halla en otro historiador. Ninguno ha conseguido pintarse mejor á sí mismo, ninguno interesar á los lectores á favor suyo y á favor de los que ama. Joinville y Luis IX, y el rey y el senescal, viven en estas páginas ingenuas, y ninguna historia le ha igualado jamás en la exactitud de las pinturas, en el colorido y en el vigor y nervio que sobresalen en su misma sencillez. Froissart y Comines son hijos de Joinville.
La ingenuidad llena de color que se halla en estas memorias, constituye el principal carácter de la poesía de esta época. Ésta cualidad es muy preciosa para la poesia. La balada, la redondilla, un género antiguo de poesía que llamaban triolet, compuesto de ocho versos, estaban en boga y eran esclusivamente empleados con todos los adornos, por supuesto, y con todas las galas de los versos regulares y de los estribillos. Entre el considerable número de poetas que brillan en esta época, en que las cruzadas desarrollaron, por decirlo asi, el germen poético, hay algunos que merecen particular mención. Thibaut IV (1201―1253), conde de Champaña, nos ha dejado algunas

lunes, mayo 05, 2008

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lia, entre otras espresiones, «los términos de guerra, abandonando los propios y antiguos.»
En épocas mas recientes se introdujeron en el francés algunas raices inglesas, á lo cual no contribuyó poco la conformidad de tendencias políticas.
El francés es una lengua eminentemente analítica; no tiene la facilidad de formar con varias radicales la espresion única de una idea complexa; tampoco tiene aumentativos ni diminutivos, esceptuando algunos pocos. Sus adjetivos no son tan numerosos como en otros idiomas.
No hay en la lengua francesa mas que dos géneros, el masculino y femenino; tiene el artículo definido, y lo debe al mismo origen que el español, es decir, lo ha tomado del latin ille, illa. La conjugación francesa se parece mucho á la española en sus elementos; pero no se presta á la formación de oraciones de gerundio, ni cuenta mas que dos verbos auxiliares.
La lengua francesa no se construye con tanta facilidad como la española; la frase de aquella es mas embarazosa y huye de las inversiones. En cambio, el lenguaje resulta claro, pero muchas veces frio.
Willam Edwarsd, en sus Investigaciones sobre las lenguas célticas, cree que la pronunciación actual del francés es un resto de la pronunciación céltica, y cita en prueba de su opinión las vocales nasales que los latinos no conocían. Otros creen que la pronunciación dominante es la de los antiguos francos. Como quiera que sea, las vocales sonoras latinas a, o, i, se hallan cambiadas en francés por las sordas e, eu, u. El sonido eu es debido al Norte, porque ha habido épocas en que la palabra fleur, por ejemplo, se pronunciaba en el Mediodía de la Francia flur. La pronunciación francesa ha sufrido muchas modificaciones: en algunos versos antiguos se halla la voz croître rimando con apparoître; la palabra reine era en tiempos antiguos roine. El diptongo ai, que hoy se pronuncia e, se leia haciendo sonar las dos vocales que le componen. Varios consonantes finales que en el día suenan, tales como l, n, r, no se pronunciaban antiguamente.
La pronunciación de la lengua francesa es sumamente complicada, y el conjunto de reglas á que está sujeta podría formar un arte completo digno de estudiarse aparte de la gramática. Esta desventaja que no tienen el español y el italiano, lejos de desaparecer del idioma francés, se afirma en él y constituye uno de sus caracteres mas notables. Los escritores son tan celosos de la ortografía característica de su idioma, que consideran como un grande error escribir, por ejemplo: ai por ei, aun en aquellas palabras en que ambos diptongos tienen la misma pronunciación. Ni aun en la poesía se autorizan las licencias que tiendan á alterar la ortografía.
La poesía francesa se diferencia muy poco de la prosa, porque la metáfora y la inversión no hacen buen papel en el francés cuando se prodigan.
La cadencia del idioma francés es muy pobre. Puede decirse que todas las voces son agudas, porque en las únicas donde el acento carga en la penúltima sílaba, la última es muda; de aquí resulta una monotonía que no permite á los poetas franceses usar asonancias ni versos libres.
Hay en la lengua francesa otro defecto muy notable, y es una gran cantidad de palabras homónimas, que dan lugar á mil retruécanos y equívocos, razón por la cual los escritores se ven en la precisión de hacer un estudio profundo de la espresion de sus conceptos. Como hay que huir de tantos escollos, como la inversión es raras veces posible, como las dificultades mismas del francés obligan á estudiar lo que se escribe, resulta una ventaja, la única quizá de que puede vanagloriarse el idioma francés, y es la claridad; pero creemos que todas las lenguas son susceptibles de presentarla si se escriben con el mismo cuidado que los franceses tienen que emplear por necesidad para la suya.
Algunos han dicho que el francés es por escelencia la lengua de la conversación y de las ciencias, y esto consiste en que no aparece tan metafórica como otros idiomas. Ella ha logrado introducirse en la diplomacia, y lo debe, en nuestro concepto, á la política en primer lugar, y luego al afán con que procuran pulirla y sujetarla á reglas fijas los escritores franceses, á fin de facilitar su estudio. Otra circunstancia ha influido mucho en la propagación de la lengua francesa, y es la boga que adquirieron los escritores filosóficos franceses del siglo pasado; los adelantos de las ciencias y la multitud de obras científicas escritas en francés, han hecho casi necesario el estudio de este idioma para los que se dedican á ciertas carreras.
El dominio de la lengua francesa, como lengua vulgar, abraza en Europa, ademas de la Francia, una parte considerable de la Bélgica, y casi la totalidad de los cantones suizos de Ginebra, Vaud y Neufchatel: en parte los de Berna y Friburgo, el Bajo Valais, toda la Saboya, el valle de Aosto y una porción del condado de Niza; también se habla en las islas anglo―normandas Jersey y Guernesey, en algunas colonias asiáticas, en las del Senegal, en la isla de Borbon, en las Mascariñas, Mauricio, Rodrigo y las Seichelas. Se va introduciendo también en la población indígena de Argelia, y se halla muy estendida por la América, aunque no tanto como la española.
En Francia existen todavía muchos dialectos, entre ellos el normando, del cual dependen los de la Alta Bretaña, de la Perche, del Alto Maine, de Angers, de Poitiers y de Saintes; el picardo, del cual dependen el artesiano y los de Retz y del Bajo Maine; al Este se encuentra el borgoñon, con los dialectos de Lorena, Champaña, Franco―Condado, Berri, Nivernés y Bajo Borbonés A las orillas del Vilaine se habla todavía el francés del siglo XIII. Los dialectos de Champaña y de Normandía no se diferencia tanto por algunas voces estrañas como por el acento particular con que se pronuncian. En cuanto al borgoñon, es el dialecto mas notable que han tenido sus poetas y su literatura.
En mas de treinta departamentos del Mediodía, se encuentran el lemosin, el provenzal y el dialecto del Langüedoc que se aproxima mucho al catalán.
Cerca de un millón de habitantes del Finisterre, del Morbihan y de las costas del Norte hablan el celta bretón, y algunas comarcas de los Bajos Pirineos, el vascongado. El alemán se habla en los departamentos del Alto y Bajo Rhin y en una parte de los del Mosela y de la Meurthe; el flamenco domina en una parte notable de las fronteras del Norte, el catalán se habla en los Pirineos Orientales y el italiano en Córcega. Terminaremos con la observación siguiente. La transición entre una aldea francesa y otra donde se habla el alemán, el flamenco ó el bretón es brusca, al paso que en el Mediodía, el viagero pasa por una série de

sábado, mayo 03, 2008

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tando rápidamente. La índole del francés de aquel tiempo se desarrolla en las leyes ó Establecimientos de San Luis, asi como en los versos de Thibaut IV, conde de Champaña, que contribuyó á dar á la locución una gracia anteriormente desconocida. La lengua francesa comenzó entonces á aparecer clara y á revelar la existencia de un sistema gramatical bastante regularizado. En los nombres había algunos vestigios de los casos, y se puede considerar el francés de aquellos tiempos como término medio entre las lenguas que tienen casos y las que no los tienen. Respecto de este asunto hay que tener en cuenta un hecho esencial, y es, que muchos nombres han conservado en el francés moderno la forma que tenían entonces en los casos oblícuos. Antes del siglo XIV, la letra s en fin de nombre indicaba el sugeto de la frase, si estaba en singular, y el régimen si se hallaba en plural.
La construcción no se hizo directa hasta el siglo XIV, y al mismo tiempo que esto sucedía, la conjugación se iba regularizando hasta el punto de poder considerar ya la lengua francesa formada al año de 1400. En cuanto á la ortografía, no existia en la edad media. Los escritores presentaban las palabras de veinte modos diferentes. Aquí, en verdad, se presenta la doble cuestión de saber, si todas estas formas de una misma palabra representan los matices diferentes que existian en las pronunciaciones provinciales, ó si se han de considerar como el signo múltiplo de una pronunciación única. Esta última opinión parece la mas probable, si se atiende á que en el mismo manuscrito se encuentran palabras idénticas escritas con diferente ortografía; pero no por eso carece de fundamentos la creencia de que no pudo haber diferentes pronunciaciones.
Pasquier dice que el francés no comenzó á pulirse sino á mediados del reinado de Felipe de Valois, época en que principiaban las guerras con la Inglaterra, en medio de las cuales fué desarrollándose el idioma francés. El gusto de Carlos el Calvo por las letras contribuyó á los adelantos de la lengua, y la boga que tuvieron los libros de caballería se esplica por el grado de perfección que ya habia adquirido el lenguaje francés con la pluma de los prosistas. No habia, sin embargo, en aquella época una completa unidad de lenguaje; pero este resultado se obtuvo con la unidad territorial definitivamente cumplida en tiempo de Luis XI.
Después de establecida la conformidad de lenguaje entre el Norte y el Mediodía, hubo que vencer aun muchas dificultades, porque nada habia fijo, y bastaban pocos años para que los escritores mismos no se entendieran ya entre sí. La lengua francesa no fué declarada oficialmente legal sino en tiempo de Luis XII, que mandó usarla en los tribunales. Francisco I en 1529 abolió formalmente el uso de contratar, litigar y enjuiciar en latín. La lengua francesa fué, como vemos, de formación muy posterior á la española, en tales términos, que á principios del siglo XVI, cuando ya teníamos los españoles pulido el idioma, no habia en el francés todavía ni pureza ni corrección.
Una vez declarado idioma nacional, el francés entró en un camino de mas regularidad. La gramática comenzó á ejercer su dominio en la lengua; pero no sin pasar primero por los inconvenientes que consigo trae toda reforma, que es la errada exageración del culteranismo. Hubo pedantismo, anfibologías, giros griegos y latinos, y se atormentó el sentido de las palabras para aparentar erudición.
La reforma religiosa contribuyó al perfeccionamiento del idioma francés, porque hubo necesidad de entrar con la lengua vulgar en el terreno do las controversias.
El italiano, en tiempo de las princesas de la casa de Médicis, ejerció alguna influencia en el francés, y la pronunciación se alteró algún tanto. Los italianos de la corte de Enrique II fueron los que dieron el sonido de é abierta al diptongo de oi de la antigua conjugación francesa. Después de la influencia italiana entró en Francia la española, y se hizo de moda en la córte de Luís XIII mezclar voces castellanas en la conversación.
En 1645 fué fundada por Richelieu la Academia francesa, especie de tribunal literario que debia entender en la conservación y el embellecimiento del idioma francés. En esta época los dialectos provinciales estaban muy decaídos, y se pronunció en la sociedad francesa un gusto decidido hacia la cultura del idioma; la córte se quiso preciar de culta, las reglas se exageraron, y el francés perdió mucha energía al entregarse por completo á los gramáticos que ejercieron una tiranía absoluta sobre el lenguaje. Puede decirse que los cortesanos de los reyes de Francia introdujeron la etiqueta hasta en la lengua francesa; ellos eran los primeros en seguir las leyes impuestas por los gramáticos y en dictarlas á los demás. Lo que al principio fué ostentación de cultura, degeneró bien pronto en un abuso. La córte se hizo arbitra de la lengua francesa, se abrogó el derecho de crear nuevas palabras y de presentarse como modelo á los escritores.
Cuando sobrevino la primera revolución francesa, la corte perdió la dictadura del lenguaje al mismo tiempo que sus privilegios; entró la tribuna parlamentaria á dominar la lengua, y á la tribuna parlamentaria ayudó la prensa periódica. Desde entonces acá, el francés ha sufrido pocas modificaciones, es, al parecer, un idioma fijado ya, que ha conseguido introducirse en la diplomacia, sin duda por haber sido la Francia la nacion que mas ha figurado en los grandes sucesos ocurridos en Europa desde fines del pasado siglo.
El francés actual conserva en su constitución etimológica pocos vestigios del celticismo, y estos pocos son casi todos términos geográficos; el elemento que mas influjo ha ejercido en dicho idioma es el latino; pero de un modo bastante violento, puesto que para afrancesar las palabras latinas se han mutilado y muchas veces desfigurado completamente.
Raices germánicas existen también muchas en el francés, y asi debe ser, puesto que los francos se hicieron señores de las Galias. En cuanto al árabe, poca es la influencia que pudo ejercer en el francés; los pocos elementos morunos que se hallan en este idioma proceden quizá de las cruzadas, ó se han tomado de los escritores árabes. Entre las palabras francesas tomadas del árabe, podemos citar como mas usadas: almanach, amiral, avanie, azur, besace, câble, cafard, café, chiffre, jarre, magasin, mesquin, tambour, truchement.
Las espediciones militares de Lombardía en el siglo XV y los enlaces con los príncipes toscanos en el XVI contribuyeron á introducir en el francés muchas voces italianas, y con este motivo censuraba Estienne á sus contemporáneos por haber tomado de Ita―

viernes, mayo 02, 2008

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rís, el romance recobró su supremacía. Esta última lengua es la que con sucesivas modificaciones ha llegado á ser el francés; el monumento mas antiguo que de ella se conoce, es el testo del tratado de alianza jurado en 842 por Luis el Germánico, hijo de Luis el Bueno, y por su hermano Carlos el Calvo. Algunos autores dicen que el siglo IX, la lengua francesa era una mezcla grosera de latin y de celta. Sin embargo, en el momento curioso de que hablamos, al lado del latin, que forma la base de la lengua, no se conoce otra influencia que la del tudesco, y esta influencia solo se nota en la forma de las palabras, y las alteraciones de la pronunciación fueron al parecer las que mas parte tuvieron en las de la ortografía. En el cuerpo de las palabras, se advierte ya la permutación de las consonantes, resultado de la adopción de la lengua por una raza cuyos órganos no estaban dispuestos para estas articulaciones; al mismo tiempo se ven desaparecer las finales latinas; de aqui, la ausencia de las inflexiones de los casos, á las cuales van á sustituirse las partículas aisladas. El testo de ese juramento parece ser una muestra exacta del lenguaje que hablaban los subditos de Carlos el Calvo. En el siglo X, el francés escrito se aparta mas del latin, y se ve aparecer una palabra importante y característica, el artículo definido. Con la forma entonces adquirida, la lengua vulgar comienza á ser en Neustria el objeto de cierta cultura.
La época de las primeras cruzadas se considera en la historia del francés como el principio de un segundo periodo que se estiende hasta la supresión del feudalismo, y durante el cual marcha la Francia hacia la unidad del lenguaje y hacia la unidad territorial. La cruzada se predicó necesariamente en lengua vulgar. «Diex el volt» (Dios lo quiere) era el grito con que el pueblo respondía entusiasmado á los discursos de los que lo llamaban á la guerra santa. Las diferentes fracciones de la población que se encontratraron mezcladas unas con otras en las cruzadas, propendieron á confundir sus idiomas en uno. La lengua se iba apartando del latin, adquiría una fisonomía propia, y los escritores nacionales comenzaban á introducir mas regularidad en el estilo. Puede verse, sin embargo, cuan débil era todavía la mejora, leyendo las leyes de los normandos y los sermones de San Bernardo, obras de aquella época.
Tampoco fué tan completa la fusión de los dialectos que no existiese aun en el siglo XII una línea de demarcación muy perceptible entre los del Mediodía y los del Norte. Estaban agrupados bajo dos denominaciones generales, los primeros con el nombre de lengua de oc y los segundos con el de lengua de oil. Estos nombres se tomaron de la palabra con que se espresaba la afirmación. El Loira separaba el dominio de ambos dialectos, ó si se quiere, de ambas lenguas. La proporción diferente en que ciertos elementos estrangeros habian entrado en la población, esplica con algunas otras circunstancias, la formación casi simultánea de la lengua de oc y de la de oil. El Sur había sido invadido especialmente por los borgoñones y visigodos, y el Norte por los francos y normandos. En esta última parle, no pudieron las lenguas galo―romanas conservar su influencia, sino entre límites muy reducidos, á causa de la invasión germánica, al paso que el tudesco ejercía la suya con tanta mas ventaja cuanto que se hablaban ya allí lenguas análogas; pero en el Mediodía, la inmediación de la España y de la Italia, países completamente penetrados por el elemento latino, debía producir un efecto enteramente contrario. El uso del derecho romano, por tanto tiempo conservado en las provincias meridionales, manifiesta, por lo demás, cuan profundamente se habian arraigado allí las costumbres de los conquistadores que habian precedido á los bárbaros. Mas adelante, las relaciones que establecieron los acontecimientos políticos y los enlaces de príncipes entre Aragón y Cataluña por una parte y la Provenza por otra, contribuyeron á lijar el carácter especial de la lengua de oc que se estendió bajo una forma notablemente regular, desde los Pirineos hasta el Durance. Las córtes, guerreras y la vez y galantes, de los reyes árabes y de los condes de Tolosa, dieron mucho realce á ese dialecto, cultivado entonces por todos los literatos. La lengua de los trovadores comenzó á pulirse en Provcnza desde el siglo IX en la corte de Boson I. Distinguíase esa lengua del romano rústico en muchos puntos y en su índole general.
El resultado de la guerra á que dio lugar el cisma de los albigenses, dio á la lengua de oc un golpe del cual ya no debia recobrarse. Un concilio del siglo XIII la proscribía «como sospechosa de heregía» al mismo tiempo que los estados de los príncipes que mas parte habian tenido en la rebelión religiosa entraban en los dominios de los reyes de Francia. El Mediodía, sin capital y sin gefe, no pudo sostener desde entonces la concurrencia del Norte, y la influencia del dialecto picardo, que según Rivarol, puede mirarse como el tipo del dialecto septentrional, se acrecentó con la autoridad de la corona.
La lengua de oil, designada algunas veces con el nombre de romance walon, fué muy anterior á su rival, pero estaba sin cultivar. Predominaba en Normandía desde el siglo X, y su formación fué en gran parte debida á los poetas normandos y picardos, asi como á los de Flandes, Artois y Champaña.
La amalgamación de ambos dialectos, después de efectuada la reunión política del Norte y del Mediodía de la antigua Galia bajo la autoridad de los reyes franceses, no fué tan rápida, que en tiempo del rey Juan no motivase la diferencia de la lengua la reunión de dos asambleas distintas de estados generales, una para los de la lengua de oil y otra para los de la lengua de oc.
El nuevo imperio latino, fundado en Constantinopla en favor de un príncipe francés, después de tomada esta ciudad por los cruzados en el siglo XII, contribuyó, por las relaciones que estableció entre los griegos y nuestros antepasados, á perfeccionar y enriquecer la lengua de estos últimos. Estas relaciones introdujeron en el francés un nuevo contingente de radicales griegas que se agregó al de la nomenclatura de los términos de la filosofía de Aristóteles que se estaban importando á consecuencia de las disputas de la escuela escolástica.
La primera de las tres grandes épocas, que según Wey, debe contarse en la historia del francés propiamente dicho, comprende los reinados de Felipe Augusto y de San Luis. Entonces la lengua se despojó de la barbarie de los siglos anteriores, y el lenguaje de oil perdió su fisonomía particular para convertirse en francés. El feudalismo, que fraccionando el territorio, había favorecido con el aislamiento la persistencia de los dialectos locales y se había opuesto al establecimiento de una lengua única, se iba debili―