viernes, abril 23, 2010

Viage ilustrado (Pág. 473)

Mas siempre una paz buena en clara lumbre
Contentamiento cierto le acompaña,
No tanta pesadumbre
Como acá va por esta tierra entraña.

También don Francisco Melo, portugués, escribió en español y como poeta aventajado, ademas de haber sido escelente prosista. Gil Polo es conocido por su Diana enamorada, y compuso ademas aquella bella poesía tan conocida de los aficionados, que empieza asi:

En el campo venturoso
Donde con clara corriente
Guadalaviar hermoso,
Dejando el suelo abundoso
Da tributo al mar potente.
Galatea desdeñosa
Del dolor que á Licio daña
Iba alegre y bulliciosa
Por la ribera arenosa
Que el mar con sus ondas baña.

Luis Barahona de Soto, fué autor de un poema titulado las Lágrimus de Angélica, y también de algunas églogas muy dulces y suaves de colorido. Fernando de Acuña cultivó también con buen éxito la égloga y la elegía. Vicente Espinel tradujo el Arte poética de Horacio, y compuso ademas algunas obras, entre ellas la Vida del escudero Marcos de Obregon, el incendio y rebato de Granada, y fué inventor de la décima, que por su nombre se llamó espinela. Don Juan de Arguijo, fué un poeta notablemente distinguido, imitador del género de Herrera, profundo en la inspiración, y fluido y armonioso en el verso. Don Baltasar de Alcázar, sevillano, vivió también en el siglo XVI: cultivó con aceptación el género jocoso, y en sus composiciones, aunque la mayor parte se han perdido, brilla la soltura y el chiste. Suya es aquella que se conoce con el nombre de la Cena jocosa, de la cual citamos las siguientes redondillas:

En Jaén, donde resido,
Vive don Lope de Sosa
Y direte, Inés, la cosa
Mas brava de él que has oido.
Tenia este caballero
Un criado portugués... Pero cenemos, Inés
Si te parece, primero.
......................................
Comience el vinillo nuevo
Y échale la bendición,
Yo tengo por devoción
De santiguar lo que bebo...
¿De qué taberna se trajo?
Mas ya, de la del Castillo,
Diez y seis vale el cuartillo,
No tiene vino mas bajo.
...............................................
Si es ó no invención moderna,
Vive Dios que no lo sé, Pero delicada fué
La invención de la taberna.
Porque allí llego sediento,
Pido vino de lo nuevo,
Mídenlo, dánmelo, bebo,

Págolo y voime contento.
Esto, Inés, ello se alaba,
No es menester alaballo,
Solo una falla le hallo
Que con la prisa se acaba.
........................................
Alegre estoy, vive Dios,
Mas oye un punto sutil
¿No pusiste allí un candil?
¿Cómo me parecen dos?
Pero son preguntas viles:
Ya sé lo que puede ser,
Con ese negro beber
Se acrecientan los candiles.
.........................................
Ya, Inés, que habernos cenado
Tan bien y con tanto gusto,
Parece que será justo
Volver al cuento pasado.
Pues sabrás, Inés hermana,
Que el portugués cayó enfermo...
Las once dan, yo me duermo,
Quédese para mañana.

Séanos dispensado si en obsequio al chiste y donaire de la precedente composición, hemos copiado mas que nos permitían las proporciones de esta reseña histórica. Por lo demás, Alcázar se distinguió especialmente en los sonetos, tanto jocosos como serios.
Gutierre de Cetina, poeta también Sevillano del siglo XVI, escribió poesías de un gusto muy delicado. Es conocido en la república literaria, principalmente por aquel bello madrigal que principia:

Ojos claros, serenos.

Don Antonio María de Amescua, el príncipe de Esquilache, y Baltasar Gracian, escribieron en el período de que nos ocupamos con notable ingenio y aceptación. Pero el último de estos, Gracian, llevó el gongorismo hasta la exageración mas estremada. Citaremos de sus Selvas del año un trozo, únicamente para que se vea hasta qué punto puede estraviarse el gusto público; y decimos el gusto público, porque nadie puede negar que la moda hacia que se leyesen con admiración versos como los siguientes:

Después que en el celeste anfiteatro
El ginete del día
Sobre Flegonte toreó valiente
Al luminoso toro
Vibrando por rejones rayo de oro;
Aplaudiendo sus suertes
El hermoso espectáculo de estrellas,
Turba de damas bellas,
Que á gozar de tu talle alegre, mora
Encima los balcones de la aurora;
Después que en singular metamorfosi
Con talones de pluma
Y con cresta de fuego,
A la gran multitud de astros lucientes
Gallinas de los campos celestiales
Presidió gallo el boquirubio Febo,
Entre los pollos del tindario huevo, etc.

Hemos llegado hasta el siglo XVIII en el examen y apreciación de la poesía lírica. Mas para completar

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