martes, abril 13, 2010

Viage ilustrado (Pág. 471)

tiempo don Diego Hurtado de Mendoza, quien sin embargo, fué mejor prosista que versificador, sin que esto quiera decir que no hubiese hecho escelentes versos. Harto conocida es por su sencillez y gracia aquella letrilla que principia asi:

Esta es la justicia
Que mandan hacer
Al que por amores
Se quiso prender.

Pero su mejor obra es la fábula de Adonis, escrita en octavas reales.
Tocamos ya un período de progreso muy señalado en nuestra poesía, siempre dentro del carril abierto por Garcilaso. El iniciador de esto, adelanto fué Fernando de Herrera, en el cual la poesía principió á ostentar mas pompa mas armonía y magnificencia: siquiera sea forzoso confesar que perdió mucho de la sencillez y naturalidad en que la habian sabido mantener Boscan y Garcilaso. Herrera, pues, invento nuevos giros, locuciones pomposas, imágenes atrevidas y procuró dar á la forma poética mas sonoridad y ostentación, en lo cual, quizás solo ganó el lenguaje. La oda á don Juan de Austria, es una de las mejores composiciones de Herrera, y puede servir de modelo del nuevo género que se esforzó en popularizar. He aquí la primera estrofa:

Cuando con resonante
Hayo y furor del brazo impetuoso
A Encéfalo arrogante
Júpiter poderoso
Despeñó airado en Etna cavernoso...

Es también muy notable la canción á la batalla de Lepanto, é igualmente la que compuso a la muerte del rey don Sebastian. Herrera se distinguió sobremanera por sus elegías.
Francisco de Rioja, que nació en el año 1600, pertenece á la escuela de Herrera. Su mas célebre composición es la canción á las Ruinas de Itálica, que todas las personas que han leido saben de memoria, y que principia con aquellos versos:

Estos Fábio, ¡ay dolor! que ves ahora
Campos de soledad, mustio collado,
Fueron un tiempo Itálica famosa:

Rioja se distingue por su dulzura y melancolía y por la filosofía y nobleza de sus pensamientos, y es menos afectado y mas correcto que Herrera. No debemos dejar de hacer mención de su Epístola moral composición la mas bella en su género de cuantas se han escrito, y cuya lectura causa tanto placer como admiración.
Estamos ya en pleno siglo XVII, y nos encontramos en el orden cronológico con los hermanos Argensolas (Lupercio y Bartolomé). Ambos unidos en la suerte, desde su nacimiento, dieron un mismo giro á sus composiciones como poetas. Fueron buenos versificadores, puros y correctos en el lenguaje, pero les faltó robustez de estro y de inspiración. Hay que agradecerles el haber contenido los estrados del mal gusto que por entonces principiaba ya á sentirse en nuestra literatura, exagerada la ostentación, y el aparato de sonoridad y pompa que le comunicó Herrera. Cítase como uno de los mejores sonetos de la lengua castellana el que compuso Lupercio Argensola, y principia asi:

Imagen espantosa de la muerte.

Igualmente famoso es aquel otro que dice:

Yo os quiero confesar don Juan primero
Que aquel blanco y carmín de doña Elvira, etc.

Viene después de los Argensolas, Bernardo de Balbuena, que nació en 1568 y falleció en Puerto Rico, siendo obispo, en 1627. Balbuena se distinguió por su poema titulado Bernardo y por la Grandeza mejicana y el Siglo de oro, Balbuena fué un poeta dotado de grandes facultades, pero abusó casi constantemente de ellas. Debemos mencionar tras de este poeta a Esteban de Villegas, que nació en Nájera en 1595; A Villegas le faltó buen juicio, pero aun asi y todo, gracias á sus facultades poéticas, llegó á rivalizar con Teócrito y Anacreonte. Sus Eróticas, compuestas á la edad de veinte años, se distinguen por la ligereza y travesura que en ellas domina. En este género descolló sobre todos y quizás no ha tenido rivales que lo eclipsen. Suya es aquella cantinela tan conocida por su gracia y sencillez.

Yo ví sobre un tomillo
Quejarse un pajarillo
Viendo su nido amado
De quien era caudillo,
De un labrador robado, etc.

También se señaló en esta época don Juan de Jáuregui, cuyo nombre ha pasado hasta nosotros por su escelente traducción del Aminta de Tasso, asi como también por su Farsalia; pero los mas distinguidos entre los poetas de aquel siglo, son Lope de Vega, Góngora y Quevedo. Lope de Vega fué denominado por sus contemporáneos el Fénix de los ingenios; nombre que mereció efectivamente por su prodigiosa fecundidad, por su imaginación rica y flexible, y por su laboriosidad incansable. Uno de sus principales méritos es el de haber creado una poesía popular, animada y ennoblecida con la erudición, haciendo que gustase á la vez al pueblo y á la gente docta. Al tratar de los escritores dramáticos, nos ocuparemos como merece de Lope de Vega; pero como poeta lírico exige que se le coloque en uno de los puestos mas señalados, pues aunque descuidado é incorrecto á veces, supo dar á sus composiciones una novedad especial. Suelen citarse entre sus composiciones sus odas á La barquilla, de una de las cuales (la primera) tomamos los siguientes versos para que puedan juzgar nuestros lectores.

Pobre barquilla mia
Entre peñascos rota
Sin velas desveladas
Y entre las olas sola
¿A dónde vas perdida?
¿A dónde, dí, te engolfas?
Que no hay deseos cuerdos
Con esperanzas locas.
...................................
¡Dirás que muchas barcas

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