monarquía de los Valois; la de Vendóme, donde se eleva la columna de Austerlitz, construida con el bronce de los cañones enemigos y en cuya cúspide se alza la estatua de Napoleón; la plaza del Carrousel, situada entre las Tullerías y el Louvre; la de las Victorias, adornada con una estatua de Luis XIV; y mas bella aun que todas las demás, la plaza de la Concordia, que rodean por un lado los Campas Elíseos, por los otros dos las Tullerías, el Guarda―muebles y el Hotel de la marina, y que enfrente tiene el puente de la Concordia. Dos hermosas fuentes adornan esta admirable plaza, en cuyo centro se eleva el obelisco de Luqsor, y que ofrece en perspectiva á los espectadores, el palacio de la Cámara de los diputados, el de las Tullerías, la Magdalena y el Arco de Triunfo de la Estrella. La plaza de la Bolsa, la del Panteón y el Campo de Marte son igualmente notables, tanto por su estension, como por los monumentos que encierran. París posee un gran número de edificios hermosos; pero hablaremos primero de las Tullerías, donde residió hasta 1818 el gefe de la nación entonces, Luis Felipe.
Este palacio, cuyo nombre trae su origen de las fábricas de tejas que habia en el sitio mismo que ocupa, fué construido en 1594, por orden de Catalina de Medicis, con los diseños de Filiberto Delorme y de Juan Bullan. Todo el edificio se reducía entonces al estenso pabellón cuadrado de en medio, ó dos cuerpos de habitaciones que tienen cada uno un terraplén por el lado del jardin, y á los dos pabellones que lo terminan, no habiéndose comenzado hasta el año 1600, por orden de Enrique IV y bajo la dirección de Ducerceau, la gran galería que une este palacio al del Louvre. La hermosa y vasta plaza del Carrousel, presenta este edificio con toda su magnificencia; pero cuando se pasa el vestíbulo del palacio, otro espectáculo, quizá mas magnífico, pero sobre todo, mas agradable, llama al instante la atención; el parterre, trazado por Lenotre, se desplega en toda su belleza hasta un soberbio grupo de castaños, que abriéndose por el centro presenta por allí, en la calle que sube de los Campos Eliseos, una admirable perspectiva. En un hermoso dia de verano es cuando es necesario detenerse un momento en lo alto de las gradas del vestíbulo. El parterre, de construcción tan elegante y plantado de toda clase de flores, las calles adornadas de árboles, las fuentes de piedra con sus saltadores, las numerosas estatuas dispersas por los terraplenes, por entre los árboles y los arbustos, el conjunto admirable de todas estas partes, y como último rasgo de este cuadro encantador, los grupos de personas que se pasean, todo escita una admiración en el alma de que no es posible desentenderse. Diseñado y plantado este jardin en tiempo de Luis XIV, ha sido embellecido continuamente hasta el 10 de agosto de 1792 en que fué devastado casi completamente; después de esta época, no solo ha sido reparado, sino que se ha aumentado el número de sus adornos, especialmente las estatuas. En las tardes hermosas se reúne en la calle de Naranjos, todo lo más brillante que tiene París, y del mismo espectáculo se disfruta en los Campos Elíseos, vasto paseo plantado de árboles, donde en una ó dos calles pasea el mundo elegante.
El jardin del Luxemburgo, debe visitarse después del de las Tullerías; el engrandecimiento y belleza que ha recibido en estos últimos tiempos, han hecho de él uno de los mas hermosos paseos de la capital. El palacio que le acompaña, y que ha visto sucesivamente dentro de sí al Senado Conservador y la Cámara de los Pares, es también uno de los mas bellos monumentos. Fué construido por María de Médicis en 1616.
Pero el lugar que debe principalmente fijar la atención de los amigos de las ciencias y de las artes, es el jardin de las Plantas, situado por debajo del arrabal de San Marcelo, á la orilla izquierda del Sena, y donde se hallan reunidas todas las producciones de la tierra. Este jardin fué comenzado por Juan de la Brosse, médico de Luis XIII, que hizo cultivar en él algunas plantas estrangeras; Vallon y Jagon lo aumentaron; pero bajo la dirección de Buffon fué cuando llegó á ser lo que es en el dia. En estos últimos tiempos se le ha engrandecido mucho, y cada año recibe un cambio nuevo y nuevos aumentos que contribuyen á su desarrollo. Independientemente de su utilidad, como simple paseo es el mas agradable de París. Su posición á orillas del Sena es verdaderamente magestuosa, y los diversos edificios destinados á las colecciones de objetos naturales, como el que está al fin del parterre, entre dos calles de árboles, los invernáculos, y las galerías de botánica y mineralogía, son seguramente lo que se puede imaginar de mas completo y bello en su género. A la derecha, dejando el jardin propiamente dicho, se entra en una especie de jardin inglés, compuesto de colinas y de valles. En la mas alta eminencia, que se llama el laberinto, hay un pabellón de bronce de forma redonda y elegonte, donde se descubre á París en toda su estension. En el valle se han construido preciosas barracas de madera para diferentes animales que se pasean en las praderas artificiales.
Si dejamos el jardin de las Plantas y pasamos el Sena por el puente de Auslerlitz, encontraremos á la otra orilla, y en el sitio que ocupaban el jardin del arsenal y la Bastilla, el canal de San Martin rodeado de árboles y la plaza de la Bastilla, donde se eleva hoy la columna de Julio.
Aqui comienza también otro paseo que no tiene rival, el de los Boulevares. Estos boulevares, cuyo punto de partida es la plaza de la Bastilla, ciñen á todo París y van á terminar en la Magdalena. Cuatro hileras de olmos forman tres calles, de las cuales, la de en medio sirve para los que pasean en carruage ó á caballo, y las dos colaterales para la gente de á pie. Este paseo reúne todos los alicientes que puede producir la industria para divertir á los ociosos y recrear á las gentes ocupadas. Espectáculo de toda especie y de todos precios, magníficos hoteles, deliciosas casas, tiendas adornadas con el mas esquisito gusto, brillantes cafés, todo, en fin, ofrece un espectáculo brillante y mágico como un cuento de hadas. Los Boulevares forman la línea del Norte de París; también hay otros que igualmente lo rodean hacia el Mediodía; son quizá un sitio mas bello; pero su situación atrae alli poca gente, y casi siempre está desierto. El que hay en último lugar y que ciñe los arrabales, es mas solitario todavía.
Entre los paseos, es necesario no olvidar el Palais―Royal. Este es el centro del barrio mas brillante y populoso de París. Su fachada da á la calle de San Honoré. Después de atravesar dos calles, se entra en el jardin, que es un paralelógramo de 233 metros de longitud y 100 de latitud. Este jardin está diseñado y plantado de una manera muy agradable, pero no es
miércoles, julio 09, 2008
Viage ilustrado (Pág. 259)
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