jueves, abril 23, 2009

Viage ilustrado (Pág. 385)

Isla de Bus en Escocia
subterráneo que se pierde en la noche de los tiempos, tiene un carácter de orden y de regularidad tan admirable, que es difícil que el observador mas frio no quede asombrado á la vista de este palacio natural, que parece prodigioso. El Sudoeste de la isla es el lugar mas notable por sus columnas. Apenas llegamos allí hirió nuestra vista una magnificencia que estábamos bien lejos de esperar. La totalidad de esta parte de la isla tiene filas de columnas, la mayor parte de mas de 16 metros de altura, y están colocadas en un soberbio orden de columnatas naturales, que van describiendo los mismos contornos de las bahías y demás puntos de la isla. Bien pronto llegamos á la boca de la gruta, que ofrece sin contradicción el espectáculo mas magnífico que jamás haya descrito viagero alguno.
»La imaginación trabajaría en vano en pintar una cosa mas admirable que el fondo de esta gruta, cuyos lados están sostenidos por filas de pilares ó de columnas: una materia amarillenta, que sale por los ángulos en forma de stalagmitas, sirve para hacer las junturas mas distintas y para variar el matiz de los colores de la manera mas agradable á la vista. El fondo de la gruta no está alumbrado mas que por la luz que entra por la boca, lo que aumenta mucho su belleza, y por dentro se ve muy claramente. El movimiento que da al aire la marea lo hace seco y sano, y absorbe todos los vapores que ordinariamente llenan esta especie de cavernas.
»La mar penetra hasta la estremidad de la gruta, y agitada sin cesar, sus olas se rompen en espuma, chocando con ruido contra el fondo y las paredes de la caverna. La luz, que llega hasta lo mas profundo, produce accidentes de un efecto maravilloso. El lado derecho de la entrada presenta por la parte esterior un vasto anfiteatro, formado por diversas filas de gruesos prismas truncados, sobre las cuales se puede andar fácilmente. Muchos de estos prismas son cóncavos por un lado, y convexos por el otro, y otros están divididos por cortaduras trasversales. Los prismas de un basalto negro muy puro y de una gran dureza, tienen desde 30 centímetros hasta un metro de diámetro; los hay triangulares, tetraedros, pentágonos y oxágonos, y algunos hay que tienen de siete á ocho palmos.
»Solo se puede entrar en la gruta por el lado derecho, según la plataforma de que ya he hablado; pero el camino se estrecha y se hace muy difícil á medida que se avanza, porque esta especie de galería interior, elevada mas de cinco metros sobre el nivel del agua, está formada de prismas truncados, colocados verticalmente y elevados los unos mas que los otros, entre los cuales es necesario tener la destreza de escoger los mejores sitios para pasar, siendo estos algunas veces tan estrechos y resbaladizos, que yo tomé el prudente partido de marchar con los pies desnudos. Como yo queria penetrar hasta el fondo, llegué al fin, no sin mucho trabajo y peligro. A medida que se avanza, la especie de balcón sobre él cual se ha caminado se ensancha y presenta una plataforma muy vasta, en forma de plano inclinado, y compuesto de millares de columnas verticales truncadas. Por aqui se llega á la estremidad de la gruta, que termina en un muro de columnas de magnitud desigual, y que imita la trompetería de un órgano.
»Un hecho digno de notarse es, que cuando monsieur Troil visitó esta gruta, la mar, por uno de esos casos estraordinarios, que quizás no se verifiqué en diez años, estaba tan serena que le permitió entrar en una barquilla. «En el fondo de la gruta, dice, monsieur Troil, un poco por encima de la superficie del agua, hay una especie de cueva, de donde sale un ruido muy agradable cada vez que esta especie de sumidero absorbe el agua.
«Como la mar no estaba tan tranquila cuando yo visité la gruta, el ruido que yo oí fué de naturaleza bien diferente, cada vez que las olas, sucediéndose con rapidez, iban á estrellarse en el fondo de la caverna. Este ruido era parecido al que produciría un cuerpo duro de grueso volumen al chocar contra otro cuerpo duro en un lugar subterráneo y cavernoso; el choque era tal, que se oia desde lejos, y parecía estremecerse la gruta.»

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