se contentó con esto Octaviano
César Augusto, pues elevó á la antigua Saldaba á la categoría de convento-jurídico, y cabeza de cincuenta
y dos ciudades ó capitales de otras tantas repúblicas, y la concedió el derecho
de acuñar moneda. Tan señaladas mercedes convirtieron bien pronto á la vieja y
pobre ciudad celtíbera, en una de las poblaciones romano–hispanas de mas
importancia, pues como dice Pomponio Mela: «César–Augusta es la ciudad mas
célebre de la España Tarraconense.» También era César–Augusta lugar de término y de mansion de varios caminos ó vias militares que en ella se cruzaban.
Según las mas antiguas y recibidas tradiciones, fué esta una de las primeras
poblaciones del orbe que abrazaron la fé cristiana, atribuyéndose su conversion
al apóstol Santiago, que ordenó por su primer obispo á San Atanasio. En 452 fué
conquistada por Requiario, caudillo ó rey de los suevos, y en 466 pasó al
dominio de Eurico, que lo era de los godos. En esta época se hizo célebre la
iglesia de César–Augusta por la sabiduría de sus obispos, en especial los
Valerios y San Braulio, que es una de las lumbreras de la iglesia goda. Tarik y
Muza se apoderaron de esta ciudad, aunque les opuso una tenaz resistencia, y la
impusieron un enorme tributo. Lejos de perder su antigua importancia con la
dominación de los moros, la acrecentó, pues estos la hicieron cabeza ó capital
de la provincia de Tarragona, y por su pronunciación particular la llamaron en
vez de César–Augusta Sarcosta, de
donde provino poco después Zaragoza.
El walí de España, Ayub, residió en
ella algún tiempo el año de 715. Samail
se hizo dueño del waliato ó gobierno
de Zaragoza, y de toda la parte oriental de la península en 745, y al pasar á
Toledo dejo aquí un hijo suyo, el cual fué desposeído por Jusufen en 754. Abdel–rah–man,
primer califa de Córdoba, puso por walí de Zaragoza al muy valiente Abd–el–melek, hijo de Omar, y este es el
que en nuestras crónicas y romances de la edad media llaman Marsilio (1). El
año 744 ocurrió en esta ciudad una sublevación con objeto de apartarse de la
obediencia del califa cordobés, y reconocer otra vez la autoridad del de
Oriente, que fué sofocada por Abd–el–melek,
que degolló á los principales fautores. Tres años después el walí de Zaragoza, Soleiman el Arabí, intentando declararse
emir de la España Oriental, buscó el auxilio del célebre Carlo–Magno. Acudió
éste con un poderoso ejército en 778; pero arrepentido Soleiman ó temiendo que
en vez de auxiliar, se convirtiese el emperador franco en opresor, le cerró las
puertas de Zaragoza y no le permitió penetrar en su recinto. Carlo–Magno se vio
precisado á retirarse, y á su paso por Roncesvalles sufrió la terrible derrota
de que hemos hablado en la parte anterior. Husein–ben–Yahyah,
capitaneando a los abdaritas que
habitaban en las riberas del Ebro, quitó la vida á Soleiman, y se declaró
independiente de Abdel–rahman, el que
vino á sitiar á Zaragoza, y la que se resistió por dos años, entregándose por
fin por capitulación en 780. Un moro, natural de Huesca, llamado Amrú, conocido por sus crueldades, fué
nombrado walí de Zaragoza en 809, y ofreció vasallage á Carlo–Magno. Envió éste
sus comisionados para tratar con Amrú,
pero llegando á noticia de Abdel– rahman,
se dirigió con presteza á esta ciudad y obligó al infiel gobernador á
refugiarse en Huesca. Poco después fué nombrado para el waliato de Zaragoza un
tal Muza, godo de origen, que figura
notablemente en las historias de aquella época. Acusado de cohecho ante el
califa, fué desposeído de su cargo, asi como su hijo Lopia, que era walí de
Toledo; pero habiéndose puesto de acuerdo con los navarros y pamploneses se
hicieron independientes contra el califa y casi todas las poblaciones que
dependian de Toledo y Zaragoza siguieron su partido. Dió Muza una hija en
matrimonio al famoso Iñigo Arista,
fundador de la monarquía navarra, y á la cabeza de un lucido cuerpo de tropas
hizo una entrada en Francia. Sostúvose independiente Zaragoza hasta 870, en que
muerto Muza. y sitiada por el emir El–Mondhir,
hubo de someterse. Al poco tiempo volvió á rebelarse tomando por caudillo á
Ismael, hijo de Muza, mas éste fué hecho prisionero por su sobrino Abdala, hijo
de Lopia, que entró triunfante en Zaragoza. No entregó, sin embargo, Addala
esta ciudad al emir de Córdoba, como era de esperar, sino que dio libertad á
Ismael, y poniéndose con él de acuerdo, quedó por dueño de Zaragoza,
Salvatierra, San Esteban y Tudela. Duró este reino de los Muzas hasta 886, en
que se apoderó de Zaragoza Kaleb, hijo de Hafsum, cuyos partidarios, la
conservaron algunos años; pero en 918 se rindió al califa Abdel–rahman II.
Este se alojó en el Alcázar,
donde residió por algunos dias Atadjibi,
nuevo walí de Zaragoza, derrotó en 964 al rey de Navarra, don García Sanchez el
Temblador, y al rey de Leon, Soleiman
dio el waliato de Zaragoza, con la circunstancia de ser hereditario, al Mondhir, el cual se declaró rey
independiente de esta ciudad en 1014. Tuvo seis sucesores en esta monarquía,
hasta que en tiempo de Seif el Daulah,
Alfonso I el Batallador, rey de Aragón, se apoderó de Zaragoza el año 1118,
después de un trabajoso sitio. Alojóse el conquistador en el palacio de los
monarcas moros, llamado de la Azuda,
y dio en señorío la mayor parte de la ciudad á Gaston, conde de Bearne. Desde
entonces fué mirada Zaragoza como capital y cabeza de Aragón, aunque algunas
veces vemos la corte establecidas otras ciudades. Sin embargo, en esta se
verificaban siempre las coronaciones de los reyes, y aqui residia el justicia
mayor y su tribunal: se celebraban las Cortes del reino, etc., etc. Fernando I
de Aragón y su esposa Isabel I de Castilla, visitaron esta ciudad en 1481. El
año 1502 volvieron á Zaragoza ambos monarcas, y obtuvieron, no sin trabajo, que
su hija Juana la Loca fuese jurada por heredera del reino de Aragón. Carlos V
reunió Cortes en Zaragoza en 1518, y prestó en manos de Lanuza, que era el
justicia, el juramento de guardar y respetar los fueros y franquicias del
reino. Lo mismo verificó en 1563 su hijo Felipe II. Este fué el que dio el
golpe de muerte á las antiguas libertades aragonesas con motivo del asilo que
esta noble ciudad dio al famoso secretario Antonio Perez. Felipe envió contra
Zaragoza un ejército á las órdenes de don Alonso de Vargas, y salió á su
encuentro el joven justicia don Juan de Lanuza, que fué vencido y degollado en
la plaza pública. Los reyes Felipe III y Felipe IV visitaron esta ciudad en
1599 y 1645. En este año se celebraron en ella Cortes para jurar por principe
al infante don Baltasar Cárlos. En las desastrosa guerra de sucesión, Zaragoza,
asi como casi todo el Aragón, tomó el par–
(1) Nombre formado sin duda de Omaris–filius, el hijo de Ornar,
Marsilio figura mucho en la historia de Carlo–Magno, con el titulo que no
tenia, de rey de Zaragoza.
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