aseguran dichos autores que respetaron la primitiva iglesia de San Juan, hoy de San Isidoro.
Desde Leon nos dirigiremos al Vierzo pasando por Astorga, para hablar de sus antigüedades romanas y góticas, y en efecto, se ven las asombrosas minas de las Medulas, restos magníficos y sólidos todavía del pueblo rey; el sitio de una antigua ciudad suya llamada Belgidum, deliciosamente situada; el monasterio que fué de monges bernardos de Carracedo, en cuya fábrica está todavía incorporado un resto del antiguo palacio de recreo que alli tuvieron los reyes de Leon; y varios castillos feudales desmoronados en parte, y entre los cuales descuella el de Ponferrada, donde se distinguen las armas y los símbolos de los caballeros templarios, sus pasados señores. Este pais posee muchos recuerdos é infinitas tradiciones que con pena renunciamos á trascribir. Las montañas de Leon apenas conocidas, apenas visitadas por nadie, valen tanto respectivamente como las de la Suiza. ¡Qué trages tan pintorescos! ¡Qué costumbres tan patriarcales!...
Se sale del Vierzo siguiendo rio arriba el curso del Sil, célebre por el purísimo oro que en sus arenas arrastra; y se atraviesan los valles que toman el nombre del rio, se cruza en seguida la Ceana y la Omaña, y el viagero se detiene en los últimos términos de Babia. No habrá acaso ni uno solo de los lectores que no haya oido decir alguna vez en su vida, tratándose de un hombre distraído ó preocupado: Ese hombre está en Babia; pero serán pocos quizá los que sepan que la Babia es un pais triste, desnudo y rigoroso en el invierno, pues ocupa la mesa de las montañas, y no cesan en él por entonces las nieves y las tormentas. Sin embargo, las praderas de esmeralda que verdeguean por las llanuras, sus abundantes aguas, la alineación simétrica de sus montecillos cenicientos de roca caliza, y los leves vapores que levanta el sol de verano de sus húmedas praderías, contribuyen á darle por entonces un aspecto vago, suave y melancólico que solo se encuentra en algunos países del Norte. Hacia los límites de este país y junto á un pueblo que llaman los Barrios de Luna, se ven las paredes aportilladas por todas partes, del castillo de Luna, donde el rey don Alfonso el Casto encerró al conde de Saldaña, padre del paladin Bernardo del Carpio, que derrotó en Roncesvalles el ejército de Carlo–Magno, y al decir de las leyendas españolas, mató de su propia mano á Roldan, el sin par de los doce pares.
Lo dicho de la Babia es aplicable igualmente á los demás concejos, á saber; la Omaña, la Ceana y el Sil, pues todos se parecen mucho, si bien el último se diferencia algo mas por la gran frondosidad que visten sus montes, y por ser algo mas estrecho y reducido. En cuanto á costumbres, todos ellos las tienen iguales. La hospitalidad es una especie de religion entre estos montañeses, y no hay puerta que no se abra á la llegada de un forastero. Por la noche se reúnen indispensablemente en su casa los mozos y las mozas á darle lo que se llama en lengua del pais el beiche, que no es otra cosa mas que el lindísimo baile del pais, en el que es costumbre que el forastero tome parte.
La danza del pais es un baile animadísimo que se ejecuta con castañuelas, la música es alegre y armoniosa, al par que las coplas delicadas y graciosas en estremo. Vamos á citar como muestra algunas que recordamos:
Desde Leon nos dirigiremos al Vierzo pasando por Astorga, para hablar de sus antigüedades romanas y góticas, y en efecto, se ven las asombrosas minas de las Medulas, restos magníficos y sólidos todavía del pueblo rey; el sitio de una antigua ciudad suya llamada Belgidum, deliciosamente situada; el monasterio que fué de monges bernardos de Carracedo, en cuya fábrica está todavía incorporado un resto del antiguo palacio de recreo que alli tuvieron los reyes de Leon; y varios castillos feudales desmoronados en parte, y entre los cuales descuella el de Ponferrada, donde se distinguen las armas y los símbolos de los caballeros templarios, sus pasados señores. Este pais posee muchos recuerdos é infinitas tradiciones que con pena renunciamos á trascribir. Las montañas de Leon apenas conocidas, apenas visitadas por nadie, valen tanto respectivamente como las de la Suiza. ¡Qué trages tan pintorescos! ¡Qué costumbres tan patriarcales!...
Se sale del Vierzo siguiendo rio arriba el curso del Sil, célebre por el purísimo oro que en sus arenas arrastra; y se atraviesan los valles que toman el nombre del rio, se cruza en seguida la Ceana y la Omaña, y el viagero se detiene en los últimos términos de Babia. No habrá acaso ni uno solo de los lectores que no haya oido decir alguna vez en su vida, tratándose de un hombre distraído ó preocupado: Ese hombre está en Babia; pero serán pocos quizá los que sepan que la Babia es un pais triste, desnudo y rigoroso en el invierno, pues ocupa la mesa de las montañas, y no cesan en él por entonces las nieves y las tormentas. Sin embargo, las praderas de esmeralda que verdeguean por las llanuras, sus abundantes aguas, la alineación simétrica de sus montecillos cenicientos de roca caliza, y los leves vapores que levanta el sol de verano de sus húmedas praderías, contribuyen á darle por entonces un aspecto vago, suave y melancólico que solo se encuentra en algunos países del Norte. Hacia los límites de este país y junto á un pueblo que llaman los Barrios de Luna, se ven las paredes aportilladas por todas partes, del castillo de Luna, donde el rey don Alfonso el Casto encerró al conde de Saldaña, padre del paladin Bernardo del Carpio, que derrotó en Roncesvalles el ejército de Carlo–Magno, y al decir de las leyendas españolas, mató de su propia mano á Roldan, el sin par de los doce pares.
Lo dicho de la Babia es aplicable igualmente á los demás concejos, á saber; la Omaña, la Ceana y el Sil, pues todos se parecen mucho, si bien el último se diferencia algo mas por la gran frondosidad que visten sus montes, y por ser algo mas estrecho y reducido. En cuanto á costumbres, todos ellos las tienen iguales. La hospitalidad es una especie de religion entre estos montañeses, y no hay puerta que no se abra á la llegada de un forastero. Por la noche se reúnen indispensablemente en su casa los mozos y las mozas á darle lo que se llama en lengua del pais el beiche, que no es otra cosa mas que el lindísimo baile del pais, en el que es costumbre que el forastero tome parte.
La danza del pais es un baile animadísimo que se ejecuta con castañuelas, la música es alegre y armoniosa, al par que las coplas delicadas y graciosas en estremo. Vamos á citar como muestra algunas que recordamos:
Eres como el ave fénix
Que cuando muere renace;
Fuego de amor en tu pecho
Preside sin apagarse.
Corazón que sufre y calla
No se encuentra donde quiera;
No hay corazón como el mio
Que sufre y calla su pena.
Qué son celos pregunta
Un hombre sábio
Y un rústico le dice,
Ama y sabráslo.
Es la esperanza un árbol
El mas frondoso
Que de sus bellas ramas
Depende todo.
Que cuando muere renace;
Fuego de amor en tu pecho
Preside sin apagarse.
Corazón que sufre y calla
No se encuentra donde quiera;
No hay corazón como el mio
Que sufre y calla su pena.
Qué son celos pregunta
Un hombre sábio
Y un rústico le dice,
Ama y sabráslo.
Es la esperanza un árbol
El mas frondoso
Que de sus bellas ramas
Depende todo.
¿Tiene esto algo que envidiar á las célebres baladas alemanas? Confesamos que la música popular de Andalucía tan llena de sentimiento y de calor nos entusiasma; pero en las tiernas canciones montañesas hay un tono de vaguedad, de misterio y de tristeza que conmueve el alma de un modo inesperado.
Las brañas, especie de casetas que en la temporada de verano fabrican las montañesas en las cumbres de los montes, donde se retiran con sus ganados hasta principios del otoño, llaman la atención por su limpieza, por su adorno, que consiste en ramos de flores, y por la esquisita nata de que siempre tienen repuesto para obsequiar á los que las visitan.
Las romerías es otra de las diversiones de verano, muy semejantes á las de los demás países; pero no se crea que en el invierno se convierten estos habitantes en hurones. Al contrario, se reúnen todas las noches en las casas mas grandes del lugar; las mozas hilan las primeras horas, de donde viene á estas tertulias el nombre de filandon, y luego acuden los mozos y se baila hasta una hora regular. Entre tanto las señores y señoras mayores refieren historias, como ellos dicen, y es cosa de ver por cierto á un alcalde de aquellos pueblos sentado en un sillón de baqueta, contando las proezas de Carlo–Magno, de don Pelayo ó del Cid, con tanta gravedad y aplomo como si las hubiese presenciado. Omitimos la descripción del trage, porque puede verse en el grabado que lo representa con toda exactitud. Y ya que se habla de trages, no debemos dejar la provincia de Leon sin decir algo de los maragatos, tipo verdaderamente original, cuyo nombre y origen atribuyen unos á Mauregato, menguado usurpador de la corona de Leon, y otros por el contrario, hacen á este mismo Mauregato oriundo de Maragatería; opinion que sea dicho de paso nos parece mas probable, siquiera por no desairar la tradición que se conserva en Astorga de los juicios que pronunciaba Santo Toribio, anterior, si no nos engañamos al citado usurpador, en las querellas de los maragatos. El pais de la Maragatería está enclavado en el obispo de Astorga, y sus pueblos principales son Santiago–Millas, Santa Colomba, Rabanal del Camino y el Val de San Lorenzo, sin contar otros muchos de menor cuantía. Los hombres buscan en la arriería lo que su ingrato suelo les niega; y durante su ausencia, las mugeres cuidan de las faenas de la labranza. Las bodas se hacen siempre por convenio entre las familias, sin contar las mas veces con la voluntad de los novios, que cumplen el mandato de sus padres con la
Las brañas, especie de casetas que en la temporada de verano fabrican las montañesas en las cumbres de los montes, donde se retiran con sus ganados hasta principios del otoño, llaman la atención por su limpieza, por su adorno, que consiste en ramos de flores, y por la esquisita nata de que siempre tienen repuesto para obsequiar á los que las visitan.
Las romerías es otra de las diversiones de verano, muy semejantes á las de los demás países; pero no se crea que en el invierno se convierten estos habitantes en hurones. Al contrario, se reúnen todas las noches en las casas mas grandes del lugar; las mozas hilan las primeras horas, de donde viene á estas tertulias el nombre de filandon, y luego acuden los mozos y se baila hasta una hora regular. Entre tanto las señores y señoras mayores refieren historias, como ellos dicen, y es cosa de ver por cierto á un alcalde de aquellos pueblos sentado en un sillón de baqueta, contando las proezas de Carlo–Magno, de don Pelayo ó del Cid, con tanta gravedad y aplomo como si las hubiese presenciado. Omitimos la descripción del trage, porque puede verse en el grabado que lo representa con toda exactitud. Y ya que se habla de trages, no debemos dejar la provincia de Leon sin decir algo de los maragatos, tipo verdaderamente original, cuyo nombre y origen atribuyen unos á Mauregato, menguado usurpador de la corona de Leon, y otros por el contrario, hacen á este mismo Mauregato oriundo de Maragatería; opinion que sea dicho de paso nos parece mas probable, siquiera por no desairar la tradición que se conserva en Astorga de los juicios que pronunciaba Santo Toribio, anterior, si no nos engañamos al citado usurpador, en las querellas de los maragatos. El pais de la Maragatería está enclavado en el obispo de Astorga, y sus pueblos principales son Santiago–Millas, Santa Colomba, Rabanal del Camino y el Val de San Lorenzo, sin contar otros muchos de menor cuantía. Los hombres buscan en la arriería lo que su ingrato suelo les niega; y durante su ausencia, las mugeres cuidan de las faenas de la labranza. Las bodas se hacen siempre por convenio entre las familias, sin contar las mas veces con la voluntad de los novios, que cumplen el mandato de sus padres con la
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