de don Bermudo, hijo de Ordoño III, se alzó con el reino de Galicia en 981, fijó su córte en Santiago. En este mismo año los moros cordobeses, acaudillados por El–Mansur, entraron en la ciudad á viva fuerza, y derribaron uno de los muros del templo; era obispo á la sazón Diego Martínez. Reinando Alfonso V, en 1004, entraron otra vez los moros con su general Mahomad: la ciudad fue incendiada, y las puertas y campanas de la catedral conducidas como trofeo a Cordoba en hombros de los cristianos cautivos, en cuya mezquita mayor sirvieron las últimas de lámparas, hasta que conquistada Córdoba en 1235 por el santo rey don Femando, hizo este esclarecido príncipe volviesen á Compostela en hombros de esclavos moros en justa represalia. En 1088 fueron á residir a Santiago doña Urraca y su esposo Raimundo de Borgoña, los que hicieron donación de la ciudad al templo del Apótol, y en 1098, por concesión del papa Urbano, la silla episcopal Iriense se llamó Compostelana y quedó exenta de la jurisdicción del metropolitano de Braga. En las graves discordias entre la citada doña Urraca (condesa que había sido de Galicia) con su segundo esposo Alfonso I, rey de Aragón, tomaron una parte activa los gallegos, y en especial el obispo de Santiago, llamado don Diego Gelmirez. El infante don Alonso, hijo de doña Urraca, fué proclamado rey de Galicia en esta ciudad, y ungido en la catedral por mano de aquel. Todo esto aconteció desde 1110 á 1115, en cuyos años entró en posesión de la corona de Castilla con el nombre de Alfonso VII. A intercesión de este rey, y por breve de su tío paterno el papa Calisto II, fué en 28 de febrero de 1120 declarada metropolitana la iglesia de Santiago, trasladándose, á ella todos los derechos y prerogativas de la de Mérida, que estaba aun en poder de los sarracenos, titulándose por primer arzobispo de la Sede Compostelana el citado don Diego Gelmirez, el que construyó la catedral que hoy existe en 1118. También concedió el papa que Santiago tuviese varios canónigos con título de cardenales, y uso de mitras. El rey de Leon, Fernando II, hijo del ya nombrado don Alfonso VII, concedió entre otros dones á este célebre templo la mitad del dominio del Burgo del Faro, hoy Coruña, y habiendo muerto en Benavente en 1188, dispuso en su testamento fuese sepultado en él, como se verificó. Igualmente lo fué su hijo Alfonso IX, rey de Leon, al cual le sorprendió la muerte en un pueblo de Galicia, llamado Villanueva de Sarria, en ocasión que venia á visitar el sagrado cuerpo del Apóstol. El día 3 de mayo de 1211 el arzobispo Muñiz, consagró por tercera vez la catedral, estando terminadas del todo las obras que para su reedificación emprendiera en 1118 don Diego Gelmirez, como ya dijimos.
En el siglo XV, Luis XI, rey de Francia, regaló á la catedral unas enormes campanas, y poco después en 1489, los reyes católicos Fernando é Isabel, movidos «por los muchos males, muertes, é fuerzas, é robos, é alborotos, é escándalos, é levantamientos de pueblos, é tomas de las nuestras rentas, é pechos, é derechos, é otros daños y escesos (1)» que ocurrían en Galicia, erigieron una audiencia ó tribunal superior, que castigase con rigor á los malhechores, cuya residencia debía ser la ciudad de Santiago. Los mismos reyes fundaron aqui también un grandioso hospital para hospedar á los peregrinos, é hicieron á la catedral una cuantiosa donación en acción de gracias por la toma de Granada. Otra hizo el célebre Francisco Bizarro por la conquista del Perú. Carlos V abrió en esta ciudad las Cortes el 1° de abril de 1520. El presidente era Hernando de Vega, señor de Grajal, y á pocos dias (el 12 del mismo mes), se trasladaron con el emperador á la Coruña, donde ya hemos hablado de sus importantes resultados. En el reinado de Felipe II y año de 1564, la audiencia de Galicia se trasladó á la Coruña. En nuestros dias volvió a Santiago, y se restituyó á la Coruña por secunda vez. Felipe IV regaló á la catedral una joya llamada el Doblon que consistía en un disco de oro, de dos pies de diámetro, y del grueso conveniente, que tenia grabado en el anverso el busto del rey, y en el reverso las armas reales. El mismo monarca dispuso 25 de julio de 1653, que los reinos de Castilla y Leon hiciesen todos los años una ofrenda al santo Apóstol de 500 ducados, por mano del regidor mas antiguo de Santiago, y la de 1,000 escudos por la del presidente de la real audiencia. Otra ofrenda hizo el mismo Felipe IV á esta célebre basílica de 500 ducados todos los años de jubileo (2), la cual aun subsiste y entrega á la catedral un obispo, como legado del rey, reina y príncipe de Asturias.
Las armas de esta ciudad consisten en un sepulcro de plata en campo azul, y encima una estrella de oro. Es cuna de muchas personas ilustres, entre otros, de Bernaldus, célebre calígrafo del siglo XII, tesorero de la catedral; Fr. Isidoro Valcárcel, escritor; Juan Martinez de Vaamonde, idem; don José Gambino, conocido escultor; don Diego Cernadas, cura de Froime, escritor y poeta; don Ramon Pardiñas, general, etc.
Desde que se descubrió el túmulo de Santiago, se miró como una de las obras mas meritorias y piadosas el ir en romería á visitarlo, y desde luego fué inmensa la concurrencia de peregrinos, asi españoles como de las naciones mas lejanas. En la edad media llegó á ser una manía tan generalizada, como entre los cristianos la de ir á conquistar la Tierra Santa, ó como la de los musulmanes por visitar el sepulcro de Mahoma. Una colina muy cercana á la ciudad que hoy se llama de San Marcos, se denominaba antes Monte del gozo, por el que esperimentaban los romeros al llegar á él, pues desde su cumbre descubrían las torres que ornaban la tumba del apóstol, término de su viage. El camino por donde venían, que corrían por los Pirineos y montes de Asturias, se llamaba Camino francés (por ser muchísimos los peregrinos de esta nación) ó Camino de Santiago. Esta última denominación daban también los romeros á la Via–Lactea (3) pues les guiaba durante la noche. En el tejado de la catedral se ve aun hoy un pilar de piedra llamado «á cruz dos farrapos» donde los peregrinos pobres colgaban como piadoso trofeo, sus destrozadas ropas después de trocarlas por otras nuevas que recibían de los canónicos. Desde la fundación del gran hospital real debido á la munificencia de los reyes
En el siglo XV, Luis XI, rey de Francia, regaló á la catedral unas enormes campanas, y poco después en 1489, los reyes católicos Fernando é Isabel, movidos «por los muchos males, muertes, é fuerzas, é robos, é alborotos, é escándalos, é levantamientos de pueblos, é tomas de las nuestras rentas, é pechos, é derechos, é otros daños y escesos (1)» que ocurrían en Galicia, erigieron una audiencia ó tribunal superior, que castigase con rigor á los malhechores, cuya residencia debía ser la ciudad de Santiago. Los mismos reyes fundaron aqui también un grandioso hospital para hospedar á los peregrinos, é hicieron á la catedral una cuantiosa donación en acción de gracias por la toma de Granada. Otra hizo el célebre Francisco Bizarro por la conquista del Perú. Carlos V abrió en esta ciudad las Cortes el 1° de abril de 1520. El presidente era Hernando de Vega, señor de Grajal, y á pocos dias (el 12 del mismo mes), se trasladaron con el emperador á la Coruña, donde ya hemos hablado de sus importantes resultados. En el reinado de Felipe II y año de 1564, la audiencia de Galicia se trasladó á la Coruña. En nuestros dias volvió a Santiago, y se restituyó á la Coruña por secunda vez. Felipe IV regaló á la catedral una joya llamada el Doblon que consistía en un disco de oro, de dos pies de diámetro, y del grueso conveniente, que tenia grabado en el anverso el busto del rey, y en el reverso las armas reales. El mismo monarca dispuso 25 de julio de 1653, que los reinos de Castilla y Leon hiciesen todos los años una ofrenda al santo Apóstol de 500 ducados, por mano del regidor mas antiguo de Santiago, y la de 1,000 escudos por la del presidente de la real audiencia. Otra ofrenda hizo el mismo Felipe IV á esta célebre basílica de 500 ducados todos los años de jubileo (2), la cual aun subsiste y entrega á la catedral un obispo, como legado del rey, reina y príncipe de Asturias.
Las armas de esta ciudad consisten en un sepulcro de plata en campo azul, y encima una estrella de oro. Es cuna de muchas personas ilustres, entre otros, de Bernaldus, célebre calígrafo del siglo XII, tesorero de la catedral; Fr. Isidoro Valcárcel, escritor; Juan Martinez de Vaamonde, idem; don José Gambino, conocido escultor; don Diego Cernadas, cura de Froime, escritor y poeta; don Ramon Pardiñas, general, etc.
Desde que se descubrió el túmulo de Santiago, se miró como una de las obras mas meritorias y piadosas el ir en romería á visitarlo, y desde luego fué inmensa la concurrencia de peregrinos, asi españoles como de las naciones mas lejanas. En la edad media llegó á ser una manía tan generalizada, como entre los cristianos la de ir á conquistar la Tierra Santa, ó como la de los musulmanes por visitar el sepulcro de Mahoma. Una colina muy cercana á la ciudad que hoy se llama de San Marcos, se denominaba antes Monte del gozo, por el que esperimentaban los romeros al llegar á él, pues desde su cumbre descubrían las torres que ornaban la tumba del apóstol, término de su viage. El camino por donde venían, que corrían por los Pirineos y montes de Asturias, se llamaba Camino francés (por ser muchísimos los peregrinos de esta nación) ó Camino de Santiago. Esta última denominación daban también los romeros á la Via–Lactea (3) pues les guiaba durante la noche. En el tejado de la catedral se ve aun hoy un pilar de piedra llamado «á cruz dos farrapos» donde los peregrinos pobres colgaban como piadoso trofeo, sus destrozadas ropas después de trocarlas por otras nuevas que recibían de los canónicos. Desde la fundación del gran hospital real debido á la munificencia de los reyes
(1) Palabras de la real cédula de erección de la real audiencia de Galicia, que tenemos á la vista.
(2) Se verifica este siempre que el dia del descubrimiento del cuerpo de Santiago, ó sea 25 de julio, cae domingo. Inútil es decir, que entonces es la época de los grandes funciones de toda clase que tanta concurrencia atraen á esta ciudad.
(3) Aun se conserva este nombre entre el vulgo, no solo en Galicia, sino en muchas poblaciones de España.
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