Rebervero; tiene cuatro hornos, dos fraguas y un martinete, y está destinado para obrador de las grandes fundiciones. Dejando este campo, y volviendo á entrar en el arsenal, se ve otro edificio de sillería la llamado la Estufa, que sirve para derretir el alquitrán con que se calafatean los buques; hay en él nueve chimeneas. Después la Estufa, y en dirección de la dársena está el gran dique para la carena de los mayores navios, el cual, asi como todas las obras de esté arsenal modelo, está esmeradamente fabricado; contiguo á él hay otro dique menor, y entre los dos la casa de bombas, que contiene dos buenas máquinas de vapor que mueven dos grandes bombas. Estas absorben el agua de los dos diques, en cantidad de ochocientas arrobas por minuto, que arrojan á la dársena, y suelen lardar seis horas en esta operación. En dirigir las máquinas y atizar el fuego se emplean solamente seis hombres, cuando antes eran necesarios para vaciar el agua de los dique seiscientos presidiarios, que tardaban cincuenta horas. El edificio que nos ocupa es uno de los mas notables, pues constando su altura de sesenta y dos pies, tiene treinta y ocho bajo el nivel de la tierra, y estando rodeado del agua del mar por tres partes bástala altura de treinta y cuatro pies, ni una sola gota filtra al interior, tan perfectamente unidos y embetunados están los sillares que componen el pavimento y paredes de esta gran oficina. Detrás de los citados diques está el gran Tinglado, inmenso edificio de mil trescientos cuarenta y ocho pies de longitud, cincuenta y siete de latitud y treinta y seis de altura. Compónese de dos cuerpos; el primero es de silería y consta de quinientos setenta y seis arcos y columnas para sosten de dos azoteas que ocupan todo el frente y la espalda del edificio. El segundo cuerpo es de cal y canto, y está entre las dos azoteas; su objeto es servir de almacén de varios efectos y pertrechos, y el primero lo ocupan los obradores de cureñas, de arboladuras, aserradores y otros objetos. Cercanos al gran tinglado, hay otros algo menores, aunque también bastante estensos, los que sirven para depósitos de efectos de artillería, y el cuartel del presidio, cuyos patios están rodeados de grandes murallas. En el mismo frente que la puerta del dique, por la que entramos para describir las obras referidas, está la nominada del Parque, mediando entre esta y la primera el frondoso y dilatado paseo llamado la Alameda. Después de la citada puerta del Parque, se ven á la izquierda varios cuerpos de guardia, á la derecha un estenso corralón que sirve para obrador de artillería y depósito de municiones, y en el centro una plaza en que hay depositadas muchas anclas, y una cabria, que está á la orilla de la dársena, y sirve para el embarque y desembarque de aquellas. Por un arco que está a la parte del Oeste de la citada plazuela, se pasa á una plaza ocupada en uno de sus frentes por un suntuoso y bello edificio, que tiene su espalda sobre el foso, y al que se da el nombre de Sala de Armas. Es de sillería y de aspecto magnífico y grandioso, de planta rectangular y con dos patios. Consta de dos pisos, y la fachada principal está adornada con columnas dóricas. Al mismo orden arquitectónico pertenecen las pilastras que decoran las dos suntuosas escaleras que dan ingreso á esta hermosa fabrica. El piso bajo, ó sea primer cuerpo, sirve de almacén de depósito para embarcaciones de todos portes. En el segundo cuerpo, ó sea piso principal, está la gran sala de armas, obradores de tejedores y almacenes de cáñamo, y las bohardillas están ocupadas por los talleres para hilar las lonas de que se hacen las velas. En la sala de armas hay espacio para colocar ocho mil cuatrocientos sesenta y cuatro fusiles y pistolas, dos mil novecientos sesenta y cuatro chuzos y lanzas, y once mil novecientas diez y ocho espadas. Esta pieza es muy estensa, y los armeros que la circuyen, están perfectamente dispuestos. A uno y otro lado del edificio de que acabamos de hablar, hay otros dos, que forman con él la plaza, y que tienen pórticos en toda su longitud. Constan igualmente de dos pisos; en el bajo de uno de ellos, hay once almacenes para guardar todos los efectos de un buque cuando se desarma, á excepción de los mástiles y la artillería, y en el piso superior se custodian las velas. El otro edificio, que está al frente de este, contiene en su piso bajo diez y nueve almacenes, cada uno de los que sirve de depósito de todos los enseres de un navio desarmado, y el piso principal servia para rastrillar el cáñamo, para lo que habia ciento diez y nueve rastrillos. A la espalda de este último edificio, hay un tinglado de treinta pies de latitud, que servia para recogerlos aparejos. Aqui acaba por esta parte el arsenal con una magnífica y terrible batería que lo defiende,1a que tiene tres hornillos para bala roja; es capaz de ciento veinte y dos piezas de grueso calibre, y ocupa un frente de dos mil trescientos setenta pies con ochenta varas de espesor. Construida sobre las olas, y á muchas brazas del fondo del mar, no se sabe haya en Europa una obra de este género, que pueda comparársele. Recorriendo esta soberbia batería llamada del Parque, dejamos á la izquierda la Cordelería, que tiene mil trescientos veinte pies de largo y ciento veinte de ancho, y una casa llamada la Estufa (que contiene tres disformes calderas en que se derriten los alquitranes para la jarcia y se fabrica la cuerda–mecha), que está entre la Cordelería, y la gran batería. Bajando desde esta á la dársena, se ve un para–rayos que señala la entrada de un depósito ó almacén de pólvora, construido á prueba de bomba, en el mismo terraplén, y otro mas pequeño para cartuchos. Retrocediendo á la plaza de la sala de Armas, y siguiendo la orilla de la dársena, vimos la magnífica machina, construida en 1825. Es una cabria colosal para arbolar los buques, que tiene de abertura entre sus pies nueve varas, y de elevación cincuenta y una, formando con el plano de la superficie un ángulo de setecientos cincuenta pies. Omitiendo hacer la descripción de otras muchísimas dependencias y edificios de este célebre arsenal, por no prolongar esta narración ya demasiado pesada; diremos solamente, que en él pueden acomodarse escuadras enteras sin dificultud alguna y pueden armarse en todo tiempo un inmenso número de buques sin necesidad de aguardar mareas, para que los mayores navios reciban sus palos, sus anclas, sus cañones y todos sus enseres. Salieron de este magnífico establecimiento (fabricados en él), cuarenta y seis navios, cuarenta fragatas y setenta y cuatro buques de menor porte. En el dia, como recuerdo raquítico de su antiguo esplendor, sostiene trabajosamente setecientos operarios en algunas épocas, y ciento diez y ocho de continuo. Al considerar tan costosas y bellísimas obras, las mas próximas á su ruina, tantos tesoros allí sepultados para crear un establecimiento sin rival en el mundo, y dar como dio á nuestra querida patria el cetro de los mares en épocas no
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