domingo, marzo 14, 2010

Viage ilustrado (Pág. 460)

Vista de Mesina


la tierra donde la huella española no haya quedado gloriosamente impresa.
Junto á Cappaccio, principado de Salerno, están las ruinas de Pestum ó Possidonia. Los edificios que la compusieron, construidos por los sibaritas y destruidos por los sarracenos ó los normandos, consisten en dos templos consagrados á Neptuno y á césar, una basílica y un anfiteatro: las últimas escavaciones han hecho descubrir una calle entera, larga columnata y otro templo.
Tarento, en el golfo del mismo nombre, es célebre por la resistencia que en ella opusieron los romanos á Anibal, y por la pesca que los antiguos hacian del molusco del cual estraian púrpura. Tarento debió su nombre á la tarántula, cuya picadura segun la opinión popular es peligrosa. Una vez picados, dicen, unos rien, otros lloran, estos no cesan de cantar, aquellos se quedan tristes y silenciosos, y otros bailan con furor.
La música cura el mal, y en España es tradición vulgar el que ha de ser con una guitarra, porque en el anverso de aquel animal, añaden, está retarda la figura de este instrumento. Lo seguro y lo en boga hoy es irse á un médico que cura dicha picadura en muy poco tiempo.
Los primeros colonizadores que dieron su nombre á la Sicilia fueron los sicanos, pueblo de raza vasca ó ibera. Griegos, cartagineses, romanos, árabes, españoles y normandos, la conquistaron sucesivamente, porque en realidad era una presa que podia escitar verdaderamente la codicia de las aves de rapiña. Todas las producciones de Egipto, el café, el papiro, el olivo, el naranjo, la caña de azucar, el aloe y otras plantas crecen vigorosamente entre las viñas y cereales de este pais. Los trigos de Sicilia alimentan á Roma. El pórfido, el jaspe, la ágata, la esmeralda, el oro, la plata, el hierro y el cobre yacen sin esplotar en sus montañas. El ámbar se encuentra en la orilla del Garrietta, pero estas y otras muchas riquezas naturales son de todo punto inútiles por la indolencia de sus poseedores.
Mesina, segun parece, diez siglos antes de nuestra era, está casi enfrente de Reggio, en la calabria. Bajo sus muros se agitan las aguas del estrecho donde los antiguos colocaban un tiempo los escollos de Carybdis y Scylla. A 48 kilómetros al Sur-Oeste, sobre el monte Tauro, está asentada Taormina, cuyo antiguo teatro se ve tallado en la roca, dando por su conservación la idea mas exacta de lo que eran entre los antiguos esta clase de edificios. Despues, en la ribera, al pie del etna, se estiende Catana, que fué una ciudad fundada siete siglos antes de Jesucristo, y ciudad opulenta, hasta que Hieronte, tirano de Siracusa, desterró á sus habitantes. Su catedral es magnífica, y el viajero que quiera ahorrase la ascensión al etna, no tiene mas que ir a su sacristía, donde verá entre los frescos que la adornan una pintura que representa la erupcion de 1669. Se ve descender de las cimas del volcan un torrente de lava de mas de cuatro kilómetros de anchura, (ya se entiende que no en el cuadro) amontonándose sobre los muros que tienen 20 metros de altura, traspasarlos, atravesar la ciudad, y concluir con depositar una inmensa mole en el mar, que sin embargo, le ha sido conveniente, pues ha aumentado la seguridad de puerto.
Partiendo de Catana se costea el mar para llegar á Siracusa y aunque se deja ver el aspecto de las risueñas campiñas que rodean aquella ciudad, en cambio se encuentran á cada paso recuerdos de la Grecia y de las dulces ficciones de sus poetas. El compañero que os guia lleva en la cabeza un gorro frigio, el rio cuyas márgenes seguis, se llama para él el Garrietta, pero para vos el Simetho; las flores perfumadas que en sus orillas crecen, son las mismas que Proserpina cogia en el momento en que Pluton la arrebató para partir con ella el trono de los infiernos. Entre las rui–

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