en nuestras casas de comercio á los cajeros y sus doblones: alli en mesas bajas accesibles á todo el que llega, sin redes de hierro ni rejillas se pesa el oro y se maneja con paletas de confitero, del mismo é idéntico modo que se pesa la sal ó el clavo de especia en los almacenes de comestibles. En una sala en que había barras de oro me presentaron una que pesaba ocho libras para que satisfaciese mi curiosidad: esto pasaba á la puerta que daba salida á un corredor. Uno que estaba junto á mí la tomó después de haberla yo examinado: éste la entregó á otro, y asi fué pasando de mano en mano hasta que desapareció á lo último del corredor que daba á la calle. El empleado, sin parar atención, habló de otra cosa, y cuando volvió á aparecer la recibió sin manifestar contento alguno, y como una cosa en la que habia dejado ya dé pensar.
Sobre el friso de este banco leí una inscripción que reasume perfectamente la máxima y doctrina religiosa del pais: he aqui la traducción: «Señor, dirigid nuestras operaciones: la fortuna para mi, el honor para Dios.»
Antes de abandonar la Cité, diré algo del lord maire: reúne en sí las atribuciones de un corregidor, un gobernador civil y un juez de paz: su ministerio dura un año: en 29 de setiembre lo eligen y nombran los free-citizens ó ciudadanos libres de la Cité. Los vecinos exentos de pechos son los propietarios mas atendidos y considerados: tienen ademas la comisión y facultades para elegir también los aldermans, entre los que se escoge el lord corregidor. La ciudad está dividida en veinte y seis cuarteles que cada uno nombra un representante, y estos veinte y seis mandatarios reunidos con los aldermans con presencia de dos sherifs, oficiales públicos, y presididos por el lord corregidor componen el ayuntamiento ó cuerpo municipal de la ciudad. Este administra, dispone de los fondos del comun, publica decretos y da diferentes empleos.
El oficial primero del lord corregidor, es el juez, asesor (the acorder) y su empleo, que da el mismo lord, es de por vida. Es el que administra justicia en Guild–hall asistido de otros oficiales públicos. Nada hay que sea mas gótico, mas antiguo y respetado que las facultades y privilegios del lord corregidor, de este representante secular de la soberanía del pueblo. Tiene sitio señalado y preferente en las solemnidades públicas: su instalación en el empleo es el objeto de un ceremonial estraño: tiene á sus órdenes una numerosa cáfila de oficiales de honor: su librea escede en esplendor á la de un príncipe, su grande uniforme bordado en oro por todas las costuras, es de una hechura rancia y antigua, al que da realce y brillo un gran manto de pieles veros. Su poder es ilimitado, y cuando el trono está vacante, él es el que preside el consejo de Estado hasta la proclamación del nuevo soberano.
En los días comunes el lord corregidor administra justicia bajo el pórtico de su palacio, pero en la sala gótica de Guild–hall es donde toma posesion de las insignias de su cargo.
El ayuntamiento municipal le libra 8,000 libras, cerca de 800,000 rs, para sostener su representación; pero él gasta de su bolsillo otro tanto, cuando menos, por lo que rara vez consiente en ser reelegido, á no ser que sea estraordinariamente rico.
En otro tiempo, el vasto recinto de la Cité estaba cerrado con barreras, puentes, rejas y cadenas. De todos estos cerramientos, solo queda en pie la puerta de Temple–Bar, construida en 1670, al estremo del Strand por Cristóbal Wren. Consiste en un arco abovedado, y rebajado del ancho de la calle, arrimado y apoyado sobre dos puertas de figura circular, del ancho de las aceras, superado todo por un pequeño aposento suspendido, cubierto con un ático y adornado con cuatro nichos que contienen los del lado de la Cité las estatuas de Isabel y de Jacob VI de Escocia, y los otros dos las de Cárlos I y Cárlos II, vestidas á la antigua y muy feas: toda esta máquina negra como boca de horno. Esta puerta tan concurrida como la de San Dionisio en París, perpetúa uno de los mas estraños y singulares privilegios de la municipalidad de Lóndres.
Las dos hojas de la puerta abiertas constantemente solo se cierran ante un personage, ante el rey. Cuando S. M. intenta atravesar por la ciudad, su correo da golpes en la puerta y solicita de la buena voluntad del lord corregidor el permiso para pasar. Concedido este, las puertas se abren de par en par, y S. M. se interna en la Cité. Por lo general en este caso particular el dignatario se presenta á la puertecilla del estribo, y entrega al rey su espada, que la devuelve éste inmediatamente acompañada con un gracioso saludo. Antigüamente en esta puerta se colgaban de un garfio las cabezas de los que decapitaban por delitos políticos, y nunca faltaban en abundancia. Lo cierto es que esta puerta no deja de tener un aspecto siniestro y de mal agüero.
La Torre de Londres es un edificio rodeado de un foso y asentado sobre un cerro desde el que domina de lejos el Támesis: á la otra parte del foso se eleva una gruesa y maciza muralla construida en 1097 por Guillermo el Rojo, que da vuelta todo alrededor del torreón que fundó Guillermo el Conquistador en 1078, y es el que constituye la Torre propiamente dicha. Es esta una mole sólida y pesada de dos altos y coronada con cuatro torrecillas; las paredes tienen 14 pies de grueso. Las reparaciones esteriores del edificio hechas posteriormente en diferentes épocas, asi como un terraplén, son causa de que á primera vista no pueda formarse una idea de la antigüedad de esta masa conocida con el nombre de la Torre Blanca.
En el recinto de la Torre hay muchos torreones, dos capillas, un cuartel, un parque de artillería, los antiguos archivos de Inglaterra, una armería, curiosidades pertenecientes á la guerra y el tesoro de las joyas de la corona. Se entra dentro del recinto por cuatro poternas sucesivas practidas al Oeste de la Torre: todas las mañanas se abren al amanecer con tanta ceremonia y precaución como si el enemigo emboscado en los alrededores estuviese aguardando una ocasión para atacarlas. Estas fortificaciones se fueron aumentando en diversas épocas: en 1190 por el obispo Longchamps, y después por Enrique III, Eduardo I......, etc.
La Torre de Lóndres, es la antigua habitación feudal de los reyes de Inglaterra, lo mismo que la Consergería de París, lo era de los de Francia.
Se penetra en ella por una especie de pasadizo angosto y bajo, abierto en la parte interior de la muralla: la primera torre á la derecha es la de la Campana, de forma redonda. Sirvió de prisión á la reina, Isabel, que debió pasar dias bien crueles y amargos con el recuerdo de su madre, Ana Bolena, como también atormentada con la memoria de Juana Grey,
Sobre el friso de este banco leí una inscripción que reasume perfectamente la máxima y doctrina religiosa del pais: he aqui la traducción: «Señor, dirigid nuestras operaciones: la fortuna para mi, el honor para Dios.»
Antes de abandonar la Cité, diré algo del lord maire: reúne en sí las atribuciones de un corregidor, un gobernador civil y un juez de paz: su ministerio dura un año: en 29 de setiembre lo eligen y nombran los free-citizens ó ciudadanos libres de la Cité. Los vecinos exentos de pechos son los propietarios mas atendidos y considerados: tienen ademas la comisión y facultades para elegir también los aldermans, entre los que se escoge el lord corregidor. La ciudad está dividida en veinte y seis cuarteles que cada uno nombra un representante, y estos veinte y seis mandatarios reunidos con los aldermans con presencia de dos sherifs, oficiales públicos, y presididos por el lord corregidor componen el ayuntamiento ó cuerpo municipal de la ciudad. Este administra, dispone de los fondos del comun, publica decretos y da diferentes empleos.
El oficial primero del lord corregidor, es el juez, asesor (the acorder) y su empleo, que da el mismo lord, es de por vida. Es el que administra justicia en Guild–hall asistido de otros oficiales públicos. Nada hay que sea mas gótico, mas antiguo y respetado que las facultades y privilegios del lord corregidor, de este representante secular de la soberanía del pueblo. Tiene sitio señalado y preferente en las solemnidades públicas: su instalación en el empleo es el objeto de un ceremonial estraño: tiene á sus órdenes una numerosa cáfila de oficiales de honor: su librea escede en esplendor á la de un príncipe, su grande uniforme bordado en oro por todas las costuras, es de una hechura rancia y antigua, al que da realce y brillo un gran manto de pieles veros. Su poder es ilimitado, y cuando el trono está vacante, él es el que preside el consejo de Estado hasta la proclamación del nuevo soberano.
En los días comunes el lord corregidor administra justicia bajo el pórtico de su palacio, pero en la sala gótica de Guild–hall es donde toma posesion de las insignias de su cargo.
El ayuntamiento municipal le libra 8,000 libras, cerca de 800,000 rs, para sostener su representación; pero él gasta de su bolsillo otro tanto, cuando menos, por lo que rara vez consiente en ser reelegido, á no ser que sea estraordinariamente rico.
En otro tiempo, el vasto recinto de la Cité estaba cerrado con barreras, puentes, rejas y cadenas. De todos estos cerramientos, solo queda en pie la puerta de Temple–Bar, construida en 1670, al estremo del Strand por Cristóbal Wren. Consiste en un arco abovedado, y rebajado del ancho de la calle, arrimado y apoyado sobre dos puertas de figura circular, del ancho de las aceras, superado todo por un pequeño aposento suspendido, cubierto con un ático y adornado con cuatro nichos que contienen los del lado de la Cité las estatuas de Isabel y de Jacob VI de Escocia, y los otros dos las de Cárlos I y Cárlos II, vestidas á la antigua y muy feas: toda esta máquina negra como boca de horno. Esta puerta tan concurrida como la de San Dionisio en París, perpetúa uno de los mas estraños y singulares privilegios de la municipalidad de Lóndres.
Las dos hojas de la puerta abiertas constantemente solo se cierran ante un personage, ante el rey. Cuando S. M. intenta atravesar por la ciudad, su correo da golpes en la puerta y solicita de la buena voluntad del lord corregidor el permiso para pasar. Concedido este, las puertas se abren de par en par, y S. M. se interna en la Cité. Por lo general en este caso particular el dignatario se presenta á la puertecilla del estribo, y entrega al rey su espada, que la devuelve éste inmediatamente acompañada con un gracioso saludo. Antigüamente en esta puerta se colgaban de un garfio las cabezas de los que decapitaban por delitos políticos, y nunca faltaban en abundancia. Lo cierto es que esta puerta no deja de tener un aspecto siniestro y de mal agüero.
La Torre de Londres es un edificio rodeado de un foso y asentado sobre un cerro desde el que domina de lejos el Támesis: á la otra parte del foso se eleva una gruesa y maciza muralla construida en 1097 por Guillermo el Rojo, que da vuelta todo alrededor del torreón que fundó Guillermo el Conquistador en 1078, y es el que constituye la Torre propiamente dicha. Es esta una mole sólida y pesada de dos altos y coronada con cuatro torrecillas; las paredes tienen 14 pies de grueso. Las reparaciones esteriores del edificio hechas posteriormente en diferentes épocas, asi como un terraplén, son causa de que á primera vista no pueda formarse una idea de la antigüedad de esta masa conocida con el nombre de la Torre Blanca.
En el recinto de la Torre hay muchos torreones, dos capillas, un cuartel, un parque de artillería, los antiguos archivos de Inglaterra, una armería, curiosidades pertenecientes á la guerra y el tesoro de las joyas de la corona. Se entra dentro del recinto por cuatro poternas sucesivas practidas al Oeste de la Torre: todas las mañanas se abren al amanecer con tanta ceremonia y precaución como si el enemigo emboscado en los alrededores estuviese aguardando una ocasión para atacarlas. Estas fortificaciones se fueron aumentando en diversas épocas: en 1190 por el obispo Longchamps, y después por Enrique III, Eduardo I......, etc.
La Torre de Lóndres, es la antigua habitación feudal de los reyes de Inglaterra, lo mismo que la Consergería de París, lo era de los de Francia.
Se penetra en ella por una especie de pasadizo angosto y bajo, abierto en la parte interior de la muralla: la primera torre á la derecha es la de la Campana, de forma redonda. Sirvió de prisión á la reina, Isabel, que debió pasar dias bien crueles y amargos con el recuerdo de su madre, Ana Bolena, como también atormentada con la memoria de Juana Grey,
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