jueves, agosto 21, 2008

Viage ilustrado (Pág. 280)

Griseta y campesina de Bayona

donde parten las aguas que van á parar á la sima. Estas, atraídas á dicha sima, caen en forma de catarata en el principio, que es de figura ovalada; una catarata subterránea sucede á la primera, y una tercera á la segunda, hasta que se pierden de vista las aguas, y ya entonces no se oye en sus concavidades mas que un ruido sordo que anuncia cataratas mas profundas todavía.
Junto á Vallon, sobre el Ardecho, se encuentran grutas célebres por la variedad de sus estalactitas, y no se llega sino con gran dificultad á la montaña donde está situada su entrada. Por debajo de esta, hay una roca cortada á pico, que es la enorme cantera horizontal de piedras calcáreas grises, que sirve de techo á la gruta subterránea, en la que no se puede entrar sino arrastrándose por espacio de algunas toesas. La abertura se agranda después rápidamente, y con la ayuda de las antorchas se ofrece á la vista un magestuoso corredor, que parece estenderse hasta perderlo de vista.
El puente del Arco, que atraviesa el Ardecho, es un puente natural formado por una sola roca de 60 metros de longitud y 30 de altura. El puente de la Baume, compuesto de grandes prismas basálticos, y el cráter de Saint―Leger que exhala ácido carbónico, llaman igualmente la atención de los viageros. En el Herault, junto á Ganges, está la gruta de las Señoritas ó de las Hadas, que ofrece un grande y admirable espectáculo. Está situada en un bosque en las cercanías de Ganges, donde también hay otras, aunque menos interesantes que la que vamos á describir, y de quien cuenta el pueblo infinidad de maravillas. Los viageros armados de escalas de cuerda, antorchas, viveres, etc., partieron el 7 de junio de 1780 para visitar esta curiosidad subterránea, y llegaron á la cumbre de la escarpada roca. La abertura, en forma de embudo, tiene como unos 6 metros, 50 centímetros de diámetro, y 10 de profundidad; esta abertura está
casi interceptada con árboles, plantas y vides salvages.
«Por una cuerda alada á una roca, dice Mr. Soulavie, y asidos fuertemente á ella, descendimos hasta el sitio donde se pudo echar una escala de madera; vencida esta dificultad, nos encontramos á la entrada de la primera sala, que va en descenso y está cubierta de culantrillo; á la derecha hay una especie de cueva que no conduce á ninguna parte.
»En frente se ven cuatro magníficos pilares que tienen la figura de palmeras y forman galería; estos pilares tendrán 10 metros de altura y son ya estalactitas; lo que ofrecen de mas singular es, que no tocan al lecho, y que son mas anchos por la parte superior que por la inferior, lo que no es la forma ordinaria de las estalactitas que principian en la tierra.»
En esta primera sala, dividida en dos partes por los pilares, los viageros encendieron las antorchas, renunciando á la luz del dia por largo tiempo, y entraron en una segunda sala: allí se penetra descendiendo por un pasadizo muy estrecho, por donde no se puede caminar mas que de lado; este descenso es de cerca de 6 metros, 70 centímetros de longitud. Esta segunda sala es inmensa; entrando á la izquier―

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