Aix, en otro tiempo, capital de la Provenza, es hoy la subprefectura de las Bocas del Ródano; el baptisterio de su catedral era un antiguo templo de Apolo. A cuatro kilómetros de Aix está el romántico valle de Tholonet, donde todavía se ven ruinas romanas. Marsella es seguramente la reina del Mediodía, y una de las ciudades mas antiguas de Francia. Su fundación se hace remontar á 600 años antes de la era vulgar, y se atribuye á una colonia de focenses. Desde su origen ha sido siempre una de las ciudades mas comerciales de Ocidente, y en ella se formó una de las tres mas famosas academias del mundo, siendo en este concepto, la rival de Rodas y de Atenas. Su puerto es uno de los mas seguros y frecuentados de Europa, y aunque no es muy profundo para los navios de línea, puede contener hasta 9,000 barcos mercantes. La ciudad se divide en antigua y nueva; la primera está construida en la pendiente mas rápida de la montaña y compuesta de estrechas calles y malas casas. La ciudad nueva, por el contrario, reúne todas las cualidades que hermosean una población, y está separada de la antigua por una larga calle, de la que forma una parte el Corso. Desde la conquista de Argel, Marsella es el puerto mas activo de Francia, pasando el producto de sus aduanas de 30.000,000 de francos.
Las cercanías de Marsella son mas risueñas y singulares que bellas; por todas partes se descubre una infinidad de pequeñas casas, llamadas bastidas, cuyo número asciende á cinco mil, y esto hace creer al viagero que está viendo una ciudad sin límites.
El clima de la Provenza es muy vario; la parte meridional es árida y ardiente, y los calores duran mucho tiempo. La parte montañosa y septentrional es fría y húmeda, siendo casi continuas las lluvias, aun en verano, en que las tempestades son muy frecuentes. Entre estas dos estremidades hay una comarca muy templada y fértil. A esta singular variedad de clima se puede añadir, que en Provenza se encuentran en un mismo tiempo las cuatro estaciones. Mientras que en la costa se hace la recolección, se está sembrando en las montañas, y mientras alli se vendimia, aquí se coge el trigo; ademas de esto, se ve que es posible á las personas acomodadas, cambiando de domicilio, estar siempre en una perpetua primavera.
Los vientos contribuyen mucho á variar la temperatura; el Sudeste produce los efectos mas singulares en los habitantes de la Baja Provenza; este viento enerva las fibras, apaga el fuego de la imaginación, llena el espíritu de tristeza y de estupor, y da á las facultades corporales una laxitud insuperable; los pájaros dejan de cantar; en los campos reina un silencio monótono, y todo está como entorpecido. El viento mas frecuente é impetuoso es el Nordeste, á quien llaman en el pais mistral.
La Provenza no coge casi nunca el suficiente trigo para el consumo; pero ademas de sus vinos y de sus pesquerías, tiene las producciones análogas á su clima, como son naranjas, limones, granadas, y especialmente aceitunas. Estas dan un aceite muy delicado. También hay hermosas plantaciones de moreras que alimentan muchos gusanos de seda.
Sus principales rios son: el Durance, el Var y el Gardon.
Los rasgos mas marcados del carácter de los provenzales son la viveza y la jactancia: son muy aficionados á alabarse, siendo este uno de los principales defectos de todos los franceses del Mediodía, defecto que por otra parte á nadie perjudica, y que frecuentemente inspira el deseo de merecer aquellas alabanzas. Una viva imaginación ha distinguido en todos tiempos á los provenzales, y sus trovadores han gozado de gran reputación. La conversación de un provenzal es animada, sostenida con metáforas, que el acento del pais hace aun mas picantes. La lengua provenzal tiene mucha gracia en la boca de una muger amable, mucha energía en la de un hombre instruido, y mucha rudeza en la de un aldeano. Este último tiene en Provenza mas talento y es menos grosero que en el resto de Francia. «Espresa tan bien su pensamiento, dice un antiguo escritor, que se creería que un hombre despejado y criado entre los negocios lo habría instruido. Todos ellos, añade el mismo autor, son grandes inventores de canciones, y cantándolas pasan su furia cuando les acontece algún contratiempo.»
El Delfinado, contiguo á la Provenza, ha formado los Altos Alpes, el Drome y el Isere.
Sus principales ciudades son: Grenoble, Vienna, Gap, Embrum, Brianzon y Valence. El Delfinado tiene algunos puntos muy fértiles y abundantes en trigo, vino, aceite y pastel ó azul de Provenza, y también hay caparrosa, seda, cristal y hierro. Las montañas abundan en plantas medicinales, en caza de toda especie y también en aguas minerales. Pero la mayor parte del terreno es estéril, lo que obliga á los habitantes á ir durante muchos meses del año á trabajar á otras provincias, para subsistir y pagar sus impuestos.
Gap es la capital de los Altos Alpes, y su catedral encierra el mausoleo de Lesdiguieres. En medio del lago de Pelhotiers, cercano á esta ciudad, se ve una isla flotante, conocida con el nombre de Prado que tiembla. En Brianzon, ciudad fronteriza y fortificada, existe sobre el Durance un puente de un solo arco de cerca de 10 metros. El fuerte del Infierno está á 2,458 metros sobre el nivel del mar.
Valence, capital de la Drome, ofrece á la curiosidad del viagero el monumento de Pio VI, esculpido por Cánova, que sirve de adorno á su catedral. Grenoble, capital del Isere, es nombrada por sus guantes y sus licores. A 5 ó 6 kilómetros de la ciudad, á la orilla izquierda del Drac, se ven las grutas de Sasse―