viernes, diciembre 07, 2007

Viage ilustrado (Pág. 124)

muy á pique de ser víctima del furor del conde Witelsbach; estas escisiones no podian menos de producir una guerra, que volvió á encenderse como en tiempo de Gregorio VII, y el quebrantamiento del concordato de Worms por parte de Federico.
Alejandro III, que ocupaba á la sazon la silla de San Pedro, firmó un tratado de alianza con los pue­blos lombardos, y el emperador con fuerzas imponen­tes se dirigió á este país, apoderándose en 1160 de Crema, despues de seis meses de sitio, durante el cual ambos bandos mancharon su historia con inauditas crueldades, y luego que convocó un concilio donde hizo reconocer al antipapa Victor, puso sitio á Milan, que despues de sometida, fué arrasada en 1162.
Atemorizados los demas pueblos con este acto de venganza, fueron reduciéndose á la obediencia; pero en 1164 la rompieron por medio de una liga causada por la opresion ejercida por los podestas, impuestos por el emperador, quien emprendió una nueva espedicion, que estéril en resultados, le obligó en 1166 á otra, en la que, despues de asolar el territorio boloñés, llegó á Roma, donde se hizo coronar nuevamente por el antipapa Pascual, dando por fin la vuelta á Alemania en 1168. Todavía en 1174 pisó la Italia, pero para ser derrotado dos años despues cerca de Coma, en Legnagno, por los milaneses, y forzado á concluir en Venecia una tregua, que seis años des­pues convirtióse en un tratado definitivo de paz firma­do en Constanza, datando de esta época el reconoci­miento de la independencia lombarda, si bien como feudataria nominal del imperio.
En 1189 se encaminó Federico á la Tierra Santa, en donde derrotó por dos veces al sultan de Iconium, tomándole por asalto su capital; pero no pudo prose­guir en sus conquistas, pues llegado á Cilicia, falle­ció bañándose en el Cydnus en el año de 1190; tomó entonces el mando del ejército su segundo hijo Fede­rico, pero siete meses despues halló la muerte ante las murallas de San Juan de Acre.
Enrique, hijo mayor de Federico, proclamado en 1169 rey de los romanos, sucedió á su padre sin dificultad alguna; hallábase casado con Constanza, hija de Rugiero II y tia de Guillermo II, rey de Sicilia, de cuyo reino se encontró heredero el nuevo emperador por haber muerto Guillermo sin descendencia; mar­chó, pues, tanto á tomar posesion de su estado, como para combatir á Tancredo, elegido rey por los sicilia­nos. Coronado en Roma, habiendo tomado muchas ciudades del Mediodía de Italia, vino á desgraciarse ante los muros de Nápoles. Vuelto á Alemania, retuvo prisionero á Ricardo Corazon de Leon, detenido por Leopoldo de Austria, cuando regresaba de la Tierra Santa. Seguidamente dió la vuelta á Sicilia, y mas feliz esta vez en sus empresas, venció al jóven Guillermo, hijo y sucesor de Tancredo, y en 1194 se hizo coronar en Palermo; pero sus crueldades pusieron á los sicilianos en el trance de una revolucion temible, á impulsos de la cual fueron asesinados todos cuantos alemanes habia en la isla, teniendo que partir Enrique á sofocar la rebelion de sus súbditos en 1196; pero al año siguiente le sorprendió la muerte, causada, se­gun la voz pública, por un tósigo que le propinó su esposa Constanza.
Felipe, duque de Suabia, quinto hijo del emperador Federico I, hizo que le dieran despues de la muerte de Enrique VI la tutela del jóven Federico, hijo de esta último: so pretesto de ensanchar la autoridad de su regencia, trabajó por elegirse él mismo rey de los romanos, lo que consiguió en la dieta de Mulhansur. El papa Inocencio III, que no era afecto ni al tío ni al sobrino, no considerando favorable á los intereses de la Santa Sede el que la corona de Sicilia, de que era sucesor Federico, y la imperial es­tuviesen reunidas en una misma cabeza, mandó se procediera á una nueva eleccion, que recayó en Oton de Brunswick, tercer hijo de Enrique el Leon. Ya habia adquirido Felipe algunas ventajas sobre su conmpetidor en 1206, y aun acababa de hacer la paz con el papa, cuando fué asesinado por el conde Palatino de Witelsbach en 1208.
Vencido Oton IV por Felipe, se habia refugiado á Inglaterra, hasta que la muerte de su competidor, acaecida en 1208, lo llamó al país que debía gobernar, siendo reconocido rey en la dieta de Francffort, y en seguida coronado emperador en Roma por la santidad de Inocencio III, á quien prometió desampa­rar los derechos revindicados hasta entonces por los emperadores; pero en 1210, teniendo en poco sus promesas, despues de la toma de Espoleto, Ancona, Perusia y otros pueblos, penetró en la Pulla con intencion de hacer buenos los derechos imperiales sobre el reino de las Dos Sicilias.
Obligado á combatir á su antiguo aliado, comenzó el papa por escomulgarlo y siguió por ponerle frente á frente á Federico II su pupilo, hijo de Enrique VI, de diez y ocho años de edad á la sazon. Oton, ademas de tener que combatir los adversarios que en sus pro­pios estados le habia suscitado la escomunion, hizo surgir nuevas enemistades con las potencias vecinas, y en union con el rey de Inglaterra y el conde de Flandes, se coaligó contra el rey de Francia en 1213. hasta que vencido en 1214 en la batalla de Bouvines y abandonado de sus partidarios pasó oscuramente el resto de sus dias en sus dominios de Brunswick, mu­riendo en 1218.
Encontróse Federico en esta época solo al frente del imperio. Elegido ya por dos veces rey de los ro­manos, quiso le eligieran nuevamente en a dieta reu­nida en Coblenza en 1211. Correspondió á la proteccion que le habia dispensado Inocencio III con las concesiones que le hizo en la constitucion de Egra; y fir­mó ademas un tratado de alianza con Felipe Augusto. En 1220 hizo reconocer por rey de los romanos á su hijo Enrique, y fué coronado emperador por Honorio III, ocupando desde entonces su atencion el resta­blecimiento de la tranquilidad en su reino de Nápoles; libertó igualmente á la Sicilia del dominio de los ára­bes, y despues de hacerles gran número de prisione­ros, formó dos colonias, una en Lucena, en la Capitanata, y otra en Nocera, entre Nápoles y Salerno.
Anheloso Honorio por desembarazarse de Federico, le habia incitado a casarse con Yolanda, hija de Juan de Briena, aguijándolo al propio tiempo para que marchase á la Tierra Santa, para donde se embarcó al fin Federico en Brindis en 1227; pero fué suspen­dido el viage por efecto de una epidemia que diezmó su ejército, y de cuyas consecuencias tampoco se eximió. Irritado con esta dilacion Gregorio IX, suce­sor de Honorio, escomulgó al emperador, quien para acreditar la sinceridad de sus miras apresuró los pre­parativos de marcha; y haciendo escala en la isla de Chipre, entró en Jerusalen en virtud de un tratado concluido con el soldan de Egipto; mas llamóle otra vez á Europa una tentativa que su suegro, Juan de

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