de dos meses á la tumba. En tanto Sancho de Agramonte permanecía siendo el objeto de las amorosas solicitudes de Zumila, pero sin quebrantar jamás sus juramentos. Por fin aquella generosa muger le dijo un dia suspirando:
— Estás libre, vuelve á tu patria y ve á ser feliz con la muger que tanto amas ya que á mí solo me toca llorar y ser desgraciada para siempre.
Besó Sancho con emoción la bella mano de la hija de Barbarroja y marchó inmediatamente á Túnez, donde reinaba a la sazón Muley Hasan, aliado de Cárlos V, y volvió en breve á pisar las playas españolas. Palpitaba su corazón de alegría al visitar á Tafalla; alli le aguardaba Leonor, tan bella, tan fiel, tan enamorada como siempre; alli estaba la felicidad. Antes de entrar en su casa corrió á la de su amada; mas al pisar sus umbrales se detuvo poseído de inesplicable terror. Largos paños negros en que se veía brillar el noble escudo de los Zaldívares entapizaban las paredes, y del interior de la casa resonaba el canto que la iglesia dedica á los muertos. Un horrible estertor corrió todos los miembros de Agramonte que quería aun dudar de su desgracia; pero en aquel momento salió el numeroso cortejo fúnebre que precedía á un féretro en el que iba Leonor, que mas bien que muerta parecía dormida, pues la muerte aun no había consumado su obra, aun no habia destruido su belleza. Al infeliz amante no le fué posible soportar tan triste vista y cayó sin sentido. Antes de llegar el entierro á la iglesia, una preñada nube que tocaba casi en los tejados de la ciudad descargo un copiosa diluvio y duró algunos minutos. Un canelón vertió por un instante un arroyo de agua sobre el pálido rostro de Leonor, y ésta, que no estaba muerta sino asfixiada, se estremeció y se incorporó en su féretro. Todos los circunstantes huyeron en el primer momento asombrados, con este que supusieron prodigio, y Leonor con voz muy débil quiso tranquilizarlos asegurándoles que (como tantas otras) habia conservado el oído durante su terrible parasismo y que se sentía enterrar viva sin lograr, á pesar de sus esfuerzos, hacer ningún movimiento que indicase que aun no habia muerto, cuando la impresión del agua la hizo recobrar la vida. Sancho hubo de perder la razón al saber la inesperada resurreccion de su amada, pero restablecida esta con el cordial de la dicha y el tranquilizado, se unieron por fin estos fieles amantes, y aun vivieron felices largos años, después de tan terrible suceso.
Siguiendo el camino y á una legua de Tafalla, se encuentra la ciudad de Olite, una de las mas renombradas de Navarra. Esta ciudad, que se eleva en una estensa y deliciosa llanura regida por el Zidacos, y que produce en abundancia vino, legumbres, frutas y aceite; forma el linde entre el pais montuoso de Navarra y la llanura á la que se da el nombre de la Ribera. Debe su fundación al rey godo Suintila con objeto de que sirviese de baluarte contra los turbulentos vascones, siempre rebelados contra los reyes, y la llamó Ologita. Desde esta época ya no vuelve á leerse en la historia su nombre hasta 1102 en que se menciona en el fuero de Caparroso.
En 1147 el gobernador de Olite Ramiro Garcés, pidió y obtuvo del rey García Ramirez, el Restaurador, concediese a esta población el fuero de los francos de Estella. Reinando doña Juana y su esposo Felipe el Hermoso, rey de Francia, se reunieran Córtes en Olite en el mes de noviembre de 1270. Cárlos III el Noble, que residía aquí ordinariamente, instituyó en 1407 una nueva merindad, cuya cabeza era Olite y le nombró un merino que debia tener á su cargo el castillo de Tafalla. La reina doña Leonor, esposa de aquel monarca, murió en esta población, entonces villa, en 1413. Depositóse el cadáver en la iglesia de Santa María y luego fué trasladado á la catedral de Pamplona. El mismo Carlos III creó en 1422 el principado de Viana, en favor de su nieto don Carlos y de todos los que en adelante fuesen herederos de la corona de Navarra, y reuniendo al efecto Córtes en Olite en el año siguiente, fué aquel jurado por ellas como tal príncipe y sucesor del trono. El referido rey que con tanta predilección miraba esta villa, edifico aquí un palacio, que como dijimos al hablar de Tafalla, pensaba reunir al de esta ciudad con un pórtico, sino le hubiese sorprendido la muerte aquí en Olite en 1425. También murió en Olite la primera princesa de Viana, doña Ana de Cleves , esposa del ya nombrado don Carlos, 1448. Encendida en 1451 la desastrosa y memorable guerra de los Beamonteses y Agramonteses que por tanto tiempo devastó á Navarra, fué elegida Olite por estos para reunir sus Córtes, pues sus contrarios las celebraban en Pamplona. El rey don Juan II de Aragón hizo en Olite un tratado con el de Francia, en que se convenia la entrega al conde de Foix de la infanta doña Blanca, hermana del principe de Viana, como se verificó con grandes lágrimas de esta, que desde Olite fué conducida al castillo de Ortes, en Bearne, donde la envenenaron. El citado don Juan firmó otro convenio en Olite, el año 1470, con el conde Foix, en que fijaron sus respectivas pretensiones, quedando al primero el dictado de rey de Navarra y al segundo y su esposa el gobierno del reino. El beamontés se hizo dueño de Olite en 1492; pero el año siguiente la restituyó al bando opuesto, por mediación de Fernando el Católico, que la guarneció con tropas de Castilla. A poco se unió á la corona de este nombre, y Felipe IV en en 1630 la elevó á la categoría de ciudad. Pinta Olite por armas un olivo verde coronado entre dos castillos, y debajo las cadenas de Navarra. Del antiguo palacio de los reyes solo se conservan algunas ruinas, pues fué incendiado en la guerra de la independencia. Tiene la ciudad trescientas casas, don parroquias. Santa Maria y San Pedro, esta pertenace al género gótico y ostenta una torre muy alta. En Santa María es digno de observarse su pórtico, adornado de estatuas, y la pila bautismal, que es de mucha antigüedad. El convento, que pertenece á los misioneros observantes, tuvo origen en 1240, y fué restaurado en 1691; el de monjas clarisas se fundó en 1228. Hay también estramuros una ermita con nombre de Santa Brígida, y un paseo con árboles. El número de sus habitantes es de mil novecientas noventa y ocho. De Olite se va á Caparroso y luego á Valtierra, villa muy antigua. Cuando los moros la dominaban pagaba un tributo al rey don Sancho Ramirez, el cual donaba una gran parte al monasterio de San Ponce de Tomeras, en Francia. Fué conquistada á aquellos en 1110, por Alfonso I, el Batallador, y en el siglo XIII se apoderaron de ella y su castillo, ciertos bandidos que devastaban el pais. Carlos II; el Malo, concedió el dominio de Valtierra y su castillo á Juan Ramirez de Arellano, el año 1376, y en 1456 el rey Juan II lo dio á mosen Martin Peralta, canciller de
— Estás libre, vuelve á tu patria y ve á ser feliz con la muger que tanto amas ya que á mí solo me toca llorar y ser desgraciada para siempre.
Besó Sancho con emoción la bella mano de la hija de Barbarroja y marchó inmediatamente á Túnez, donde reinaba a la sazón Muley Hasan, aliado de Cárlos V, y volvió en breve á pisar las playas españolas. Palpitaba su corazón de alegría al visitar á Tafalla; alli le aguardaba Leonor, tan bella, tan fiel, tan enamorada como siempre; alli estaba la felicidad. Antes de entrar en su casa corrió á la de su amada; mas al pisar sus umbrales se detuvo poseído de inesplicable terror. Largos paños negros en que se veía brillar el noble escudo de los Zaldívares entapizaban las paredes, y del interior de la casa resonaba el canto que la iglesia dedica á los muertos. Un horrible estertor corrió todos los miembros de Agramonte que quería aun dudar de su desgracia; pero en aquel momento salió el numeroso cortejo fúnebre que precedía á un féretro en el que iba Leonor, que mas bien que muerta parecía dormida, pues la muerte aun no había consumado su obra, aun no habia destruido su belleza. Al infeliz amante no le fué posible soportar tan triste vista y cayó sin sentido. Antes de llegar el entierro á la iglesia, una preñada nube que tocaba casi en los tejados de la ciudad descargo un copiosa diluvio y duró algunos minutos. Un canelón vertió por un instante un arroyo de agua sobre el pálido rostro de Leonor, y ésta, que no estaba muerta sino asfixiada, se estremeció y se incorporó en su féretro. Todos los circunstantes huyeron en el primer momento asombrados, con este que supusieron prodigio, y Leonor con voz muy débil quiso tranquilizarlos asegurándoles que (como tantas otras) habia conservado el oído durante su terrible parasismo y que se sentía enterrar viva sin lograr, á pesar de sus esfuerzos, hacer ningún movimiento que indicase que aun no habia muerto, cuando la impresión del agua la hizo recobrar la vida. Sancho hubo de perder la razón al saber la inesperada resurreccion de su amada, pero restablecida esta con el cordial de la dicha y el tranquilizado, se unieron por fin estos fieles amantes, y aun vivieron felices largos años, después de tan terrible suceso.
Siguiendo el camino y á una legua de Tafalla, se encuentra la ciudad de Olite, una de las mas renombradas de Navarra. Esta ciudad, que se eleva en una estensa y deliciosa llanura regida por el Zidacos, y que produce en abundancia vino, legumbres, frutas y aceite; forma el linde entre el pais montuoso de Navarra y la llanura á la que se da el nombre de la Ribera. Debe su fundación al rey godo Suintila con objeto de que sirviese de baluarte contra los turbulentos vascones, siempre rebelados contra los reyes, y la llamó Ologita. Desde esta época ya no vuelve á leerse en la historia su nombre hasta 1102 en que se menciona en el fuero de Caparroso.
En 1147 el gobernador de Olite Ramiro Garcés, pidió y obtuvo del rey García Ramirez, el Restaurador, concediese a esta población el fuero de los francos de Estella. Reinando doña Juana y su esposo Felipe el Hermoso, rey de Francia, se reunieran Córtes en Olite en el mes de noviembre de 1270. Cárlos III el Noble, que residía aquí ordinariamente, instituyó en 1407 una nueva merindad, cuya cabeza era Olite y le nombró un merino que debia tener á su cargo el castillo de Tafalla. La reina doña Leonor, esposa de aquel monarca, murió en esta población, entonces villa, en 1413. Depositóse el cadáver en la iglesia de Santa María y luego fué trasladado á la catedral de Pamplona. El mismo Carlos III creó en 1422 el principado de Viana, en favor de su nieto don Carlos y de todos los que en adelante fuesen herederos de la corona de Navarra, y reuniendo al efecto Córtes en Olite en el año siguiente, fué aquel jurado por ellas como tal príncipe y sucesor del trono. El referido rey que con tanta predilección miraba esta villa, edifico aquí un palacio, que como dijimos al hablar de Tafalla, pensaba reunir al de esta ciudad con un pórtico, sino le hubiese sorprendido la muerte aquí en Olite en 1425. También murió en Olite la primera princesa de Viana, doña Ana de Cleves , esposa del ya nombrado don Carlos, 1448. Encendida en 1451 la desastrosa y memorable guerra de los Beamonteses y Agramonteses que por tanto tiempo devastó á Navarra, fué elegida Olite por estos para reunir sus Córtes, pues sus contrarios las celebraban en Pamplona. El rey don Juan II de Aragón hizo en Olite un tratado con el de Francia, en que se convenia la entrega al conde de Foix de la infanta doña Blanca, hermana del principe de Viana, como se verificó con grandes lágrimas de esta, que desde Olite fué conducida al castillo de Ortes, en Bearne, donde la envenenaron. El citado don Juan firmó otro convenio en Olite, el año 1470, con el conde Foix, en que fijaron sus respectivas pretensiones, quedando al primero el dictado de rey de Navarra y al segundo y su esposa el gobierno del reino. El beamontés se hizo dueño de Olite en 1492; pero el año siguiente la restituyó al bando opuesto, por mediación de Fernando el Católico, que la guarneció con tropas de Castilla. A poco se unió á la corona de este nombre, y Felipe IV en en 1630 la elevó á la categoría de ciudad. Pinta Olite por armas un olivo verde coronado entre dos castillos, y debajo las cadenas de Navarra. Del antiguo palacio de los reyes solo se conservan algunas ruinas, pues fué incendiado en la guerra de la independencia. Tiene la ciudad trescientas casas, don parroquias. Santa Maria y San Pedro, esta pertenace al género gótico y ostenta una torre muy alta. En Santa María es digno de observarse su pórtico, adornado de estatuas, y la pila bautismal, que es de mucha antigüedad. El convento, que pertenece á los misioneros observantes, tuvo origen en 1240, y fué restaurado en 1691; el de monjas clarisas se fundó en 1228. Hay también estramuros una ermita con nombre de Santa Brígida, y un paseo con árboles. El número de sus habitantes es de mil novecientas noventa y ocho. De Olite se va á Caparroso y luego á Valtierra, villa muy antigua. Cuando los moros la dominaban pagaba un tributo al rey don Sancho Ramirez, el cual donaba una gran parte al monasterio de San Ponce de Tomeras, en Francia. Fué conquistada á aquellos en 1110, por Alfonso I, el Batallador, y en el siglo XIII se apoderaron de ella y su castillo, ciertos bandidos que devastaban el pais. Carlos II; el Malo, concedió el dominio de Valtierra y su castillo á Juan Ramirez de Arellano, el año 1376, y en 1456 el rey Juan II lo dio á mosen Martin Peralta, canciller de