miércoles, diciembre 15, 2010

Viage ilustrado (Pág. 525)


Luchas primitivas de Vizcaya


pedir perdón para sustraerse á los mas horribles suplicios, entonaban canciones, desafiaban el poder de su dominador y despreciaban la crueldad de sus verdugos. Los que escaparon vivos de esta terrible lucha fueron vendidos en los mercados públicos y uncidos á las carretas para tirar de ellas como si fuesen animales. Creyendo Augusto que los habia dominado, dejó á España para volver á Roma; pero al siguiente día de la marcha del tirano, las cántabros se habían vengado. En una sola noche dieron muerte á sus señores, y libres otra vez, corrieron al campo de batalla á desafiar á las legiones romanas. Trabóse de nuevo el combate, en que los soldados de Augusto, en mayor número y mas disciplinados, llevaron la mejor parte en las llanuras, mas no quisieron seguirlos á las montañas, donde se refugiaron, seguros de ser á su vez batidos.
Augusto no obstante su orgullo, hijo de tantas victorias, tuvo que resignarse á ofrecer la paz á los cántabros, que no la aceptaron sino á condición de vivir independientes; y de esta época datan sus franquicias, sus privilegios y sus famosos fueros, que con tanto tesón han sostenido hasta nuestros dias. Terminada la guerra lo que no pudo hacer la fuerza lo consiguió la dulzura, y los mismos que habían acudido al combate cuando veian el yugo durísimo que se les quería imponer, llegaron á ser los mas fieles amigos de los romanos cuando estos se contentaron con ser sus aliados y protectores.
Al derramarse los bárbaros del Norte como un torrente impetuoso por los países meridionales de Europa, acabando con la potencia del pueblo rey, los cántabros permanecieron unidos á los romanos y sostuvieron reñidos combates con los invasores, quienes no pudieron sojuzgar á los esforzados montañeses que entre el Ebro y el Océano residian. Permanecieron independientes largo tiempo, aunque sufriendo repetidos ataques de los godos, hasta que Leovigildo emprendió la conquista de aquel áspero pais. Resistiéronse con el acostumbrado esfuerzo sus naturales y detuvieron el ímpetu del enemigo, á quien no le fue dado penetrar en el centro de él, contentándose con ocupar y fortificar varios puntos fonterizos para impedir atrevidas correrías.
Unidos al fin los cántabros y godos con los vínculos de la religion, por haber abrazado unos y otros el cristianismo, agregáronse las Provincias Vascongadas al vasto imperio que sucumbió en las márgenes del Guadalete.
Todos los historiadores están conformes en que los moros no llegaron á penetrar en el territorio vascongado: y aunque nada seguro se sabe de este pais en los primeros tiempos de la dominación sarracena, hay motivos fundados para creer que formó parte desde luego del reino que se erigió en Covadonga. Mas adelante las provincias de Álava y Guipúzcoa se unieron al reino de Navarra, hasta el año 1200 de la era cristiana en que se incorporaron definitivamente á la corona de Castilla. No asi Vizcaya, que durante algunos siglos tuvo sus señores particulares, dignidad que se considera derivada del famoso ducado de Cantabria. Siguiendo estos señores la costumbre general de su época, daban al sucesor el nombre de su abuelo, y asi vemos alternar por largo tiempo en la cronología de aquellos, los nombres de Lope Diaz y Diego Lope, produciendo tal confusion, á pesar de los apodos con que los historiadores han querido distinguirlos, que nada se saca en claro hasta el último tercio del siglo XII y principios del siguiente, en que se ve figurar á don Diego Lopez de Haro llamado el Bueno, el cual llegó á romper con su cuñado el rey de Leon y con el de Castilla, viéndose obligado á retirarse á Navarra en aquella desigual lucha. Siguiéronle ambos monarcas y lo encerraron en Estella, pueblo que no pudieron tomar. Acomodáronse empero con los reyes de Navarra y Aragón, y quedó entonces don Diego sin amparo alguno. Fué á buscarle entre los moros de Valencia, de donde tuvo que huir por haber dado su

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