jueves, septiembre 25, 2008

Viage ilustrado (Pág. 292)

Iglesia de San Martin de la Cité de Lóndres
El gobierno de la ciudad de Londres está confiado á tres autoridades distintas, pero que nada pueden la una sin la otra. La primera es el lord corregidor, la segunda el cuerpo de los aldermens; y la tercera el consejo del común. El lord corregidor es elegido y sacado del cuerpo de los aldermens, y no puede ninguno aspirar á este puesto eminente sino después de haber sido juez del condado de Midlesex. Los vecinos que tienen derecho de votar, y que forman las doce corporaciones, son los que lo eligen. Los honores que se le tributan y los privilegios de que goza asemejan de alguna manera este magistrado del pueblo á los reyes. Su tren es de los mas magníficos; ocupa un suntuoso palacio y tiene mas de 1,000 libras esterlinas por año para su mesa solamente. Cuando sale, seis magníficos caballos lo conducen lentamente en una carroza del Estado y gentiles hombres de honor llevan á cada portezuela los principales emblemas de su dignidad. Es muy raro que una misma persona llegue dos veces á ser lord corregidor. Los aldermens son veinte v seis, que es el número de barrios ó cuarteles en que se divide la Cité; sus destinos son vitalicios y cada aldermen gobierna un barrio. El consejo del común se compone de un gran número de ciudadanos elegidos en cada barrio entre los mismos vecinos.
Siendo Londres una ciudad tan inmensa y populosa debería creerse que exige una numerosa policía; pero nada de esto; Londres no está guardado por la noche mas que por algunos ancianos elegidos entre el pueblo. Estos hombres llamados watchman tienen por toda arma un bastón que no debe servirles mas que para su defensa. Sus garitas están á cincuenta pasos las unas de las otras. Las funciones de estos vigilantes, que es lo que significa la palabra watchman, son cuidar que las puertas de las casas estén bien cerradas, repetir cada uno en su puesto la hora cuando da el reloj é indicar el estado del cielo, si llueve ó hace buen tiempo. Es decir, sobre poco mas ó menos, nuestros serenos.
En caso de algún desorden ó incendio, dan la alarma por medio de una gran carraca que hay en cada garita. Si la alarma es por algún delito, he aquí como se aprestan á coger al delincuente. El vigilante mas cercano al lugar donde se pide socorro da un golpe de carraca y corre al sitio donde su presencia es necesaria; su vecino hace lo mismo, y esta maniobra es ejecutada con tanta velocidad que rara vez escapa el culpable.
La seguridad personal está confiada mas particularmente á un número determinado de constables que están encargados de velar hasta la media noche para acudir adonde quiera que sean llamados. En caso de riña ó pendencia se llama al constable, y su intervención sola detiene á los mas arrebatados, porque el respeto á la ley es entre los ingleses mas fuerte que la pasion. El destino de constable dura un año, y es una de las cargas vecinales de que nadie puede dispensarse cuando es nombrado; esté cargo es gratuito no teniendo honorarios algunos. La marca distintiva del que está revestido de esta autoridad es un gran bastón blanco, sobre el cual están grabadas las armas de Inglaterra.
Los ingleses en general tienen la cabeza bien formada, las facciones regulares, son en general hermosos, y tienen un color que anuncia la frescura y la salud; los mas son rubios. El talle, las facciones y el color de las mugeres hacen decir que la Inglaterra es el pais clásico de la belleza. «Me parece, dice Muralt, hablando del carácter de los ingleses, que tienen grandes virtudes ó grandes defectos, y con mucha frecuencia lo uno y lo otro. En ellos se encuentra muy buen sentido, pero mezclado siempre de rarezas y caprichos; tienen el corazón grande y noble, pero su veleidad los hace inferiores mas bien que superiores á otras naciones. La mayor parte tienen una imaginación viva, pero su fuego se parece al del carbón de piedra que tiene mas fuerza que claridad. Son muy razonables en sus gastos, y procuran menos parecer dichosos que serlo en efecto; asi es que en muchas cosas su felicidad depende de ellos mismos; ni se cuidan del juicio que los demás puedan formar de ellos, ni llaman su atención las acciones de otros. Combaten cualquier uso por establecido que esté, cuando repugna á su razon y á sus inclinaciones. La mayor parte son descuidados en el adorno de su persona y en las maneras: pero cultivan su razón.» Este retrato, como es fácil de ver, no conviene á todos los ingleses; pero ofrece los rasgos mas característicos de la nación.
He aqui como emplean el dia los habitantes de Londres: los ingleses se levantan tarde, sobre todo en el barrio de Westminster. Apenas se han levantado solo piensan en desayunarse, lo que hacen en familia, y el almuerzo consiste en té á la crema y rebanadas con manteca. Durante esta comida, se leen los periódicos y en seguida los hombres se van á sus negocios ó hacer visitas. Las mugeres se entretienen casi siempre en leer novelas, y rara vez se ocupan de obra alguna doméstica, porque este trabajo no les divierte.

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