viernes, enero 22, 2010

Viage ilustrado (Pág. 449)

ligioso celo con que los españoles llevaron á aquellas tierras el culto y la devoción hacia la milagrosa Virgen cesaraugustana.
Todas las mañanas cuando las primeras luces de la aurora venían á disipar las tinieblas de nuestra habitación, la primera que distinguíamos desde nuestro lecho á través de una gran ventana eran los parduscos torreones de San Telmo, arrancando en atrevidas líneas sobre el pintoresco follage de su frondosa colina. Algunos momentos después, asi que el sol asomado al horizonte le enviaba sus primeros rayos de color de fuego, la vista del castillo se convertía en una de las mas alegres y risueñas perspectivas; hasta que el sol bajando como un hábito talar que se vistiera por la cabeza, descendía de los muros del fuerte á las faldas de la colina, desde esta á las torres de la ciudad, desde las torres á las azoteas, y desde las azoteas al golfo, dando animación y movimiento á Nápoles.
Castel–Nuovo fué construido en 1283 sobre las ruinas de un monasterio á la orilla del mar por Carlos I de Anjou, á semejanza de la Bastilla de París. Robustecido con cinco altísimas y magestuosas torres que correspondían á los antiguos métodos de fortificación, quedó constituido en una poderosa defensa de la ciudad. En el siglo se le agregaron las obras de su recinto, y al principio de la dominación española se multiplicaron los medios de fortaleza; pero el 16 de marzo de 1546, le sucedió lo que á Castel San Telmo, que incendiados los depósitos de la pólvora por descuido de la guarnicion esperimentó un gran destrozo ocasionando muchas víctimas. Posteriormente se repararon aquellas ruinas, y en la época de Cárlos III se le hicieron las últimas obras de fortificacion, las cuales le han dado una resistencia admirable.
Castel–Nuovo tiene un monumento artístico de magestuosa proporción y extraordinario mérito en el soberbio y gigantesco arco triunfal de Alfonso I de Aragón. Su elegante arquitectura, sus bellas estátuas y sus lindos relieves, le han dado fama de una de las obras mas estimables que pueden verse en este género. Una descripción de las bellezas que contiene seria larguísima, y no revelaria el valor de aquella erguida mole trabajada por el cincel de unos cuantos artistas célebres.
Las magníficas puertas de bronce, tan celebradas por todos los viageros, son verdaderas maravillas del arte, por el primor y el lujo de sus numerosos y gran des trabajos de talla. En escelentes cuadros de rica composicion, ha revelado el buril preciosos asuntos históricos con una precision y maestría, dignas de la ilustrada época á que pertenecen. El período de la casa de Aragon, fué el de mas prosperidades y mayores adelantamientos para el reino de Nápoles. Aquella pelota de artillería que aun permanece clavada en el bronce, nos recuerda nada menos que el glorioso dia en que con heróico ardimiento se apoderó de esta fortaleza el bizarro conde Pedro Navarro, poniendo á los franceses en vergonzosa confusion, merced al nutrido fuego de los arcabuces y falconetes españoles. Como esto, son tantos los recuerdos que de nosotros conserva este castillo entre sus oscuros torreones, que no había noche, que al verle avanzando dentro del mar en aquella oscuridad inmensa, denotando sus ventanas por las luces que ardían en el interior, que mas bien parecían otras tantas pupilas de la fortaleza, no oyésemos en sus muros algún eco memorable, fingido por las olas del golfo, ó alguna sombra en sus almenas que nos recordarse al pagecillo del Gran Capitán, el atrevido Pelaez, que á costa de perder una mano ganó la corona mural el dia de la esplosion de la mina y del asalto de Pedro Navarro.
Castel del'Uovo, llamado asi por su semejanza a un huevo, está situado sobre una gran roca que en forma de isla se levanta en medio del golfo de Nápoles, unida hoy á la ciudad por una hermosa calzada de 120 pasos de longitud. La historia de este enorme peñasco se confunde en su antigüedad con los recuerdos de Lúculo en la romántica isla de Nisida. Guglielmo I en 1154, comenzó la obra de fortaleza, que después no se continuó hasta Federico II, que la llevó á cabo en 1221, bajo la dirección de Fuccio, según testimonio de Vasari. Cárlos I de Anjou lo adornó interiormente, dando en ella alojamiento, durante su permanencia en la Toscana, á Margherita y á Cárlos Martello, primogénito del príncipe de Salerno. Cuando la conquista del Gran Capitán sufrió mucho el fuerte de Castel del'Uovo, especialmente después de haberlo volado en parte con una mina y asaltado heroicamente el conde Pedro Navarro, ni mas ni menos que como hizo con Castell–Nuovo. Mas tarde fué reedificado por los vireyes, particularmente por Felipe II en 1585 y por Carlos II en 1693, como acreditan dos inscripciones, una á la entrada del castillo, y otra bajo un pequeño pórtico.
Castel Capuano, edificado en 1234 por Guglielmo I, y concluido por Federico II, sirvió de palacio real como los anteriores, hasta que don Pedro de Toledo estableció en él los tribunales de justicia y el encierro de prisioneros de Estado. En el ingreso se ven las armas del emperador Cárlos V, y un epígrafe alusivo al mismo monarca.
En el piso bajo hay un león antiguo sobre un pedestal de mármol, y en el principal, ocupado por aquellas oficinas, se ven algunas pinturas de Francesco Ruviales, llamado el Polidorino, y de Cacciapuoti.
Forte del Carmine. Esta fortaleza, situada á la parte meridional del puerto, fué proyectada por Ferrante I, en 1484, continuada por el conde de Peñaranda en 1662, y concluida por el cardenal don Pascual de Aragon poco despues. La insurreccion de Massaniello hizo ver la necesidad de dar importancia a este castillo en que no hemos admirado otra cosa que su actitud guerrera y su escelente posicion en uno de los mejores sitios de la ciudad.
Pizzo Falcone es la última de las fortalezas de Nápoles. Establecido frente del Palacio Real, comunica con la altísima colina de San Telmo, por medio de un puente llamado de Chiafa.
Cuando recorrimos todos estos fuertes, nos asombraba su aspecto militar, asomando sus cien bocas de fuego en dirección de las calles principales, dando esto mucha severidad á las peregrinas historias y curiosas tradiciones que revisten esos elevadisimos y antiguos torreones de piedra.
Los teatros: he aqui los verdaderos templos de los italianos, para valernos de la espresiva frase de un distinguido escritor, con tal que asi no lastimemos la fé religiosa, tan característica del pais que visitamos.
El Real Teatro di San Carlo, levantado junto al Palazzo Reale, es una de las grandes obras que mas recuerdan en Nápoles el gloriosísimo reinado de Carlos III. La fachada principal del edificio está formada en parle por cinco grandes arcos, de los cuales el del

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