rer por las venas! Vamonos de este sitio. ¡Prostitutas beldades, yo os saludo! Nada, no nos despiden para que no nos vayamos tranquilos. Con su inmovilidad y picante gracia nos amarran á los pies de sus pedestales. Pues bien, vamos á contemplarlas una á una, y á palparlas punto por punto, aprovechando su impúdica desnudez... ¡Salgamos pronto de aqui! ¡Hijas de los dioses, no tenéis corazón y os parecéis á casi todas las hijas de Adán!
Estamos en otra sala, en que entre una multitud de estátuas se destacan por su arrogancia y valentía, las de Jove, Homero y Sócrates. Mas adelante Eurípedes, Demóstenes, Anacreonte, Herodoto y otros varios hacen la corte á un soberbio Atlante. Como el pino de Italia sobre el musgo, se alza sobre todas la famosa de Arístides. Buscad esa señal en el pavimento que trazó la mano del célebre Canova, y desde ese punto de vista admirad una de las mas portentosas obras de la antigüedad en ese Arístides, tan erguido y arrogante como pregona su fama de grande.
Próximo está un gabinete reservado en que la célebre Venus Calipia y otras varias compañeras muestran los hechizos de sus cuerpos modelados por el entusiasmo. No es justo que entretengamos al lector tanto tiempo como nos entretuvimos nosotros ante estos prodigios de las artes, ni que les contemos las chistosas anécdotas que han tenido lugar entre esas bellas diosas y algunos viageros.
El toro Farnesio y el Hércules, encontrados en los baños de Caracalla, son también dos maravillas de la escultura que absorben la atención en la sala de los epígrafes, donde la arqueología tiene mas páginas en cerradas en tan estrecho círculo, que quizá encontrará en muchos pueblos reunidos.
Junto á donde está el busto de Paolo III, de Miguel Angelo, pueden verse numerosos y antiguos objetos de uso personal, guardados en grandes armarios: entre otros curiosísimos, los hay adornados de oro, plata y piedras de gran valor. No menos admirables son los utensilios de casa y de artes que contienen las salas de las reliquias de Herculano y de Pompeya. Todo lo que pueda imaginarse se encuentra alli perfectamente conservado. ¡Cuánto ganarían las artes modernas con imitar desde aquellas hermosas lámparas hasta aquellos preciosos utensilios de mesa y de cocina! Mucho podría aprovecharse estudiando sobre cincuenta mil piezas trabajadas con el gusto mas delicado. Después hay también una infinidad de vasos de barro y piedra, hallados en las mismas escavaciones, y hasta diez salas mas, llenas de preciosos vasos etruscos de todos tamaños y de todas las formas conocidas. La gran taza farnesiana, que no tiene otra igual en Europa, consérvase también en este departamento. Fué encontrada en el mausoleo de Adriano en Roma.
Las colecciones de papel son tan curiosas y en tan considerable número, como que en 1753 se hallaron hasta cuatro mil setecientos treinta rollos en las ruinas de Herculano.
En la sala del sarcófago farnesiano se guardan reservadamente muchas esculturas obscenas, que si bien son dignas de verse, no se prestan ni aun á ser nombradas en un libro. ¡Ellas son la espresion mas genuina de los placeres brutales de un pueblo, que habiendo llegado al último grado de la prostitución, no repugnaba ninguna escena; ni aun los crímenes mas nefandos!
La galería de la escuela pictórica napolitana, contiene principalmente lienzos muy estimables del Spagnoleto, y Luca Giordano, y una preciosa Venus del Tiziano; en la escuela boloñesa se distinguen los del Guercino; y en la lombarda, romana y veneciana no faltan algunos de mucho mérito. Pero la mas notable es aquella sala enriquecida con algunas de las mas soberbias creaciones del Raffaello, Andrea del Sarto, Guercino, Annibal Caracci, Spagnoleto, Tiziano, Claudio Lorena, Correggio y Giulo Romano.
No hay cosa mas triste que salir del museo Borbónico: al descontento que se siente, solo es comparable el disgusto que causa á un hombre el despertar de un sueño de felicidad, ó el martirio que sufre una muger hermosa de treinta años, cada vez que ve anochecer el último dia de diciembre.
El Palazzo Reale vino á sustituir á castel Capuano, castel Nuevo y castel dell' Vovo, donde los monarcas de la edad media tenían establecidas sus regias moradas. El virey don Pedro de Toledo, fué el primero que dispuso un real albergue, digno de una corte tan brillante y poderosa, el cual alojó á Carlos V á su llegada á Nápoles. Posteriormente, en 1600, el virrey don Fernando Ruiz de Castro, conde de Lemos, confió al arquitecto Fontana la construcción de ese palacio, enriquecido en 1651 con la magnífica escalera que le agregó el conde de Oñate, ornada con las dos grandes estátuas del Ebro y el Tajo. El incendio de 1837 destruyó en gran parte la obra de los vireyes españoles, y entonces Fernando II tomó á su cargo la reedificación del palacio con toda la suntuosidad y grandeza que actualmente se admira.
El Palazzo Reale ocupa un lugar deliciosísimo, elevando su robusta y elegante mole sobre la orilla del mar, á la entrada de la gran calle de Toledo, y frente del magestuoso templo de San Francisco de Paula. La longitud del edificio es de cerca de 425 pies: en su lado principal tiene ingreso por tres grandes puertas de columnas de granito, ofreciendo en toda la fachada el agradable contraste de la arquitectura dórica, jónica y corintia en sus tres órdenes de pilastras, coronadas de balaustradas de pirámides y vasos. Un reloj ocupa la parte superior de la linea media.
Subiendo por la suntuosa escalera que hemos citado, lo primero que se encuentra á mano izquierda es la preciosa capilla, fundada por el duque de Medina, con sus puertas laterales de lapislázuli, y su bello tabernáculo de cobre y oro. Los salones destinados á las grandes solemnidades de la corte contienen los célebres cuadros de la muerte de Julio César y de Virginia, de Camuccini. También se encuentran los retratos de varios personages, por Velazquez, Rembrandt y Holbein, entre los cuales se distinguen el de Gonzalo Fernandez de Córdoba, por Tiziano, y los de Alejandro y Ranuccio Farnesio, por este mismo pintor y por Rombelli. Recorriendo varias galerias, se admiran magníficas pinturas en techos, paredes y lienzos, de Raffaello, Guercino, Caravaggio, Caracci y Tiziano, Massimo, Stanzioni, Vanaro, Spagnoleto, Corenzio y otros, entre los que los españoles no pueden menos de contemplar con gusto aquellos que representan asuntos de nuestra historia en la conquista del Nuevo Mundo, en la de Nápoles, en la reconquista de Granada y espulsion de los judíos, obras todas de los mas famosos artistas.
En las salas consagradas á los bailes, las Auroras,
Estamos en otra sala, en que entre una multitud de estátuas se destacan por su arrogancia y valentía, las de Jove, Homero y Sócrates. Mas adelante Eurípedes, Demóstenes, Anacreonte, Herodoto y otros varios hacen la corte á un soberbio Atlante. Como el pino de Italia sobre el musgo, se alza sobre todas la famosa de Arístides. Buscad esa señal en el pavimento que trazó la mano del célebre Canova, y desde ese punto de vista admirad una de las mas portentosas obras de la antigüedad en ese Arístides, tan erguido y arrogante como pregona su fama de grande.
Próximo está un gabinete reservado en que la célebre Venus Calipia y otras varias compañeras muestran los hechizos de sus cuerpos modelados por el entusiasmo. No es justo que entretengamos al lector tanto tiempo como nos entretuvimos nosotros ante estos prodigios de las artes, ni que les contemos las chistosas anécdotas que han tenido lugar entre esas bellas diosas y algunos viageros.
El toro Farnesio y el Hércules, encontrados en los baños de Caracalla, son también dos maravillas de la escultura que absorben la atención en la sala de los epígrafes, donde la arqueología tiene mas páginas en cerradas en tan estrecho círculo, que quizá encontrará en muchos pueblos reunidos.
Junto á donde está el busto de Paolo III, de Miguel Angelo, pueden verse numerosos y antiguos objetos de uso personal, guardados en grandes armarios: entre otros curiosísimos, los hay adornados de oro, plata y piedras de gran valor. No menos admirables son los utensilios de casa y de artes que contienen las salas de las reliquias de Herculano y de Pompeya. Todo lo que pueda imaginarse se encuentra alli perfectamente conservado. ¡Cuánto ganarían las artes modernas con imitar desde aquellas hermosas lámparas hasta aquellos preciosos utensilios de mesa y de cocina! Mucho podría aprovecharse estudiando sobre cincuenta mil piezas trabajadas con el gusto mas delicado. Después hay también una infinidad de vasos de barro y piedra, hallados en las mismas escavaciones, y hasta diez salas mas, llenas de preciosos vasos etruscos de todos tamaños y de todas las formas conocidas. La gran taza farnesiana, que no tiene otra igual en Europa, consérvase también en este departamento. Fué encontrada en el mausoleo de Adriano en Roma.
Las colecciones de papel son tan curiosas y en tan considerable número, como que en 1753 se hallaron hasta cuatro mil setecientos treinta rollos en las ruinas de Herculano.
En la sala del sarcófago farnesiano se guardan reservadamente muchas esculturas obscenas, que si bien son dignas de verse, no se prestan ni aun á ser nombradas en un libro. ¡Ellas son la espresion mas genuina de los placeres brutales de un pueblo, que habiendo llegado al último grado de la prostitución, no repugnaba ninguna escena; ni aun los crímenes mas nefandos!
La galería de la escuela pictórica napolitana, contiene principalmente lienzos muy estimables del Spagnoleto, y Luca Giordano, y una preciosa Venus del Tiziano; en la escuela boloñesa se distinguen los del Guercino; y en la lombarda, romana y veneciana no faltan algunos de mucho mérito. Pero la mas notable es aquella sala enriquecida con algunas de las mas soberbias creaciones del Raffaello, Andrea del Sarto, Guercino, Annibal Caracci, Spagnoleto, Tiziano, Claudio Lorena, Correggio y Giulo Romano.
No hay cosa mas triste que salir del museo Borbónico: al descontento que se siente, solo es comparable el disgusto que causa á un hombre el despertar de un sueño de felicidad, ó el martirio que sufre una muger hermosa de treinta años, cada vez que ve anochecer el último dia de diciembre.
El Palazzo Reale vino á sustituir á castel Capuano, castel Nuevo y castel dell' Vovo, donde los monarcas de la edad media tenían establecidas sus regias moradas. El virey don Pedro de Toledo, fué el primero que dispuso un real albergue, digno de una corte tan brillante y poderosa, el cual alojó á Carlos V á su llegada á Nápoles. Posteriormente, en 1600, el virrey don Fernando Ruiz de Castro, conde de Lemos, confió al arquitecto Fontana la construcción de ese palacio, enriquecido en 1651 con la magnífica escalera que le agregó el conde de Oñate, ornada con las dos grandes estátuas del Ebro y el Tajo. El incendio de 1837 destruyó en gran parte la obra de los vireyes españoles, y entonces Fernando II tomó á su cargo la reedificación del palacio con toda la suntuosidad y grandeza que actualmente se admira.
El Palazzo Reale ocupa un lugar deliciosísimo, elevando su robusta y elegante mole sobre la orilla del mar, á la entrada de la gran calle de Toledo, y frente del magestuoso templo de San Francisco de Paula. La longitud del edificio es de cerca de 425 pies: en su lado principal tiene ingreso por tres grandes puertas de columnas de granito, ofreciendo en toda la fachada el agradable contraste de la arquitectura dórica, jónica y corintia en sus tres órdenes de pilastras, coronadas de balaustradas de pirámides y vasos. Un reloj ocupa la parte superior de la linea media.
Subiendo por la suntuosa escalera que hemos citado, lo primero que se encuentra á mano izquierda es la preciosa capilla, fundada por el duque de Medina, con sus puertas laterales de lapislázuli, y su bello tabernáculo de cobre y oro. Los salones destinados á las grandes solemnidades de la corte contienen los célebres cuadros de la muerte de Julio César y de Virginia, de Camuccini. También se encuentran los retratos de varios personages, por Velazquez, Rembrandt y Holbein, entre los cuales se distinguen el de Gonzalo Fernandez de Córdoba, por Tiziano, y los de Alejandro y Ranuccio Farnesio, por este mismo pintor y por Rombelli. Recorriendo varias galerias, se admiran magníficas pinturas en techos, paredes y lienzos, de Raffaello, Guercino, Caravaggio, Caracci y Tiziano, Massimo, Stanzioni, Vanaro, Spagnoleto, Corenzio y otros, entre los que los españoles no pueden menos de contemplar con gusto aquellos que representan asuntos de nuestra historia en la conquista del Nuevo Mundo, en la de Nápoles, en la reconquista de Granada y espulsion de los judíos, obras todas de los mas famosos artistas.
En las salas consagradas á los bailes, las Auroras,
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