viernes, agosto 10, 2012

Viage ilustrado (Pág. 671)

citado año se entregó la ciudad á los cristianos, incorporándose en los estados que componían la corona de Aragón. Pedro IV el Ceremonioso, cuando las guerras con el rey de Castilla, edificó nuevas murallas á esta ciudad (que son las que existen), dando mayor estension á su recinto. En el siglo XVI tomó una gran parte en la guerra de las Germanías, y en el XVIII en la de sucesión, en la que se declaró por el archiduque. El 23 de mayo de 1808 dio esta ciudad el grito de guerra contra los franceses; pero manchó tan noble alzamiento con multitud de asesinatos y otros actos de ferocidad. En junio del mismo año pusieron sitio á Valencia los franceses, que les opuso una bizarra resistencia, y los enemigos se retiraron. En marzo de 1810 volvió á ser sitiada por el mariscal Suchet, que también tuvo que retirarse; pero volviendo á fines del mismo año, logró tomar la plaza por capitulación á principios de 1811, permaneciendo en poder de los franceses hasta julio de 1813, en que la abandonaron. En abril del año siguiente entró en Valencia Fernando VII de vuelta de su cautiverio, y le fué presentada la célebre esposicion que firmaron los sesenta y nueve diputados llamados los Persas. El 4 de mayo espidió el famoso decreto en que se derogaba el régimen constitucional, y se volvia al absoluto. Desde entonces ocurrieron en esta ciudad muchísimos acontecimientos de la mayor importancia para la historia, pero son demasiado cercanos, y por o mismo de todos conocidos. Las armas de Valencia son en los ángulos cuatro palos de Aragón y Cataluña, de gules en campo de oro; al timbre un yelmo con un murciélago por cimera, y á los lados dos LL coronadas, aludiendo á su dictado de Lealísima. Muchísimos son los hombres célebres aqui nacidos, y no podemos mencionarlos todos; pero lo haremos de los principales, como son los santos Pedro Pascual, Vicente Ferrer, Francisco de Borja, Nicolás Factor y Luis Beltran; los guerreros Hugo de Moncada y Juan de Agulló, los escritores y poetas Juan Luis de Vives, Bernardo Fenollar, Escolano, Benter, Miñano, Cabanilles y Folch de Cardona, y los pintores Rivalta y Falcó.
Valencia, como muchas de nuestras capitales, presenta por todas partes recuerdos de la dominación de los moros. Las calles muy estrechas y tortuosas, con objeto de evitar la entrada á los rayos del sol, la multitud de torres y jardines en que descuellan algunas palmeras, los frecuentes sonidos de la dulzaina morisca, y aun el trage de los labradores de la huerta, completan la ilusión de una ciudad árabe. En el dia se mejora bastante el anticuado aspecto de la población con nuevas construcciones á la moderna. Muchos y magníficos edificios religiosos y civiles embellecen á Valencia. Siguiendo nuestra costumbre, empezaremos por los primeros, entre los que merece la preferencia la iglesia metropolitana, ó sea la Seo. Fué primero en tiempo de los romanos templo dedicado á Diana, después bajo la dominación goda iglesia con advocación de San Salvador; luego convertida en mezquita por los moros, devuelta al culto cristiano por el Cid Campeador, que la dio el título de San Pedro, después mezquita por segunda vez; y finalmente, fué purificada por Jaime el Conquistador, y dedicada á la Virgen como subsiste. Reedificóse en los siglos XIII y XVII, por lo que presenta una mezcla de arquitectura gótica y griega. Pertenecen á la primera la grandiosa torre de las campanas llamada el Miguelete, las puertas de los Apóstoles y del Patán (1), y la sala capitular, donde se ve la colección de retratos de todos los prelados valencianos, y una gran cadena que cerraba el puerto de Marsella, y que fué rota por las galeras de Alfonso V. El interior de este templo, dividido en tres naves, está en su mayor parte adornado con jaspes. Comprende quince capillas, en las que hay muy buenos cuadros, obras de artistas del pais. La mayor es casi toda de mármol, y el altar forma un gran relicario cerrado con puertas que ostentan bellas pinturas. Al lado del presbiterio se ve colgado un trofeo histórico compuesto del escudo del rey don Jaime con los cuatro bastones rojos de Aragón, sus espuelas y el bocado de su caballo (2). El coro, que está cerrado por una magnífica berja de bronce, contiene una buena sillería de nogal. Posee esta catedral un gran número de reliquias, entre otras el cáliz en que celebró Jesucristo la última cena, el cual fué trasladado de San Juan de la Peña, códices rarísimos y lujosos ornamentos. La longitud de todo el templo es de trescientos cincuenta pies, y la latitud en el cimero de doscientos diez y seis. El cimborio es bastante elevado y de figura octógona. El clero debe constar de un arzobispo, siete dignidades, veinte y cuatro canónigos, diez pavordes, y doscientos treinta y tres beneficiados. Tambien es parroquia, y como tal tiene un párroco y un vicario. Entre las otras parroquias sobresalen la de Santa Catalina, hermoso edificio que fué mezquita, adornado con una bella torre. Aqui se celebraban los certámenes y consistorios de los trovadores y hombres de la gaya ciencia, y aqui fué asesinado en 1843 el gefe político Camacho. La de San Esteban, que fué también mezquita, contiene el cuadro de Nuestra Señora de las Virtudes que el Cid llevaba en sus campañas, y una gran pila bautismal en que fueron bautizados San Vicente Ferrer, San Luis Beltran y el beato Nicolás Factor. La iglesia parroquial de San Bartolomé es digna de consideración por su magnificencia y antigüedad, pues fué fundada en el imperio de Constantino, y subsistió abierta al culto cristiano durante la estancia de los moros. Entre los muchos conventos que contaba esta gran ciudad, debemos mencionar á Santo Domingo, erigido por Jaime I el Conquistador, y que ostenta entre otras bellezas dos magníficas capillas denominadas de los Reyes y de San Vicente Ferrer, en donde están sepultados los padres de este santo, y un claustro gótico (3). El Temple, que ocupa el solar del palacio de los reyes moros, que perteneció á los caballeros de aquella orden, y después á los de Montesa, es un edificio suntuoso y de moderna fábrica. La iglesia consta de tres naves y está adornada con columnas corintias. Aqui están establecidos el liceo valenciano y las oficinas de hacienda pública. El Betis, convento de San Pio V, está destinado á hospital militar. En el de monjas de Santa Tecla se conserva in-

(1) Se ven en esta puerta catorce cabezas de piedra, siete de hombres y siete de mugeres, que representan los primeros guerreros que se casaron en Valencia cuando la conquista. Para repoblar la ciudad, cada uno trajo cierto número de doncellas, entre todas trescientas, las que fueron dotadas por et rey, y se casaron todas.
(2) El dia que entró don Jaime en Valencia entregó estas prendas á Juan de Pertina, su caballerizo mayor, que las depositó en la capilla de San Dionisio. Hoy son propiedad del marqués de Malferit, descendiente de aquel.
(3) Está ocupado por el parque de artillería y la capitanía general.

miércoles, agosto 01, 2012

Viage ilustrado (Pág. 670)

El camino real que conduce desde Murviedro á Valencia es vistoso en estremo, pues atraviesa un bellisimo pais cubierto de lindos pueblos y variedad de producciones, como trigo, maiz, seda, algarrobas, alubias, alfalfa, babas y aceite. La primera población que se encuentra es Rafel–Buñol, que dista legua y media de Murviedro y muy cerca de la que pasa la carretera, luego Masamagrell, lugar de 1,207 habitantes, con una parroquia y un hospital, y que ya pertenece á la hermosa huerta de Valencia. Este territorio, que es propiamente un delicioso vergel, comprende una estension de tres leguas de longitud y un cuarto de latitud, limitado por el Mediterráneo y por una serie de altos montes, y ocupada por sesenta y dos pueblos, multitud de alquerías y barracas y 72,209 habitantes. El clima es en estremo dulce y benigno en todo el año, y la continua aplicación de los industriosos labradores, le hacen ser de los paises mas risueños y fértiles de Europa, asombrando al viagero que en tan corto espacio pueda subsistir población tan crecida. Sobre todo es pasmosa la economía y distribución de las aguas de riego, que provienen de las grandes acequias, que en número de ocho construyeron los moros en el siglo X. Para entender en los negocios relativos al riego existe un tribunal llamado de Aguas, compuesto de síndicos que nombran los pueblos, y que se reúnen por una antigua costumbre, todos los jueves á la puerta de la catedral. En estos juicios patriarcales no pueden mezclarse ni escribanos ni abogados, y las sentencias se ejecutan desde luego sin apelación. Las referidas ocho acequias toman el agua del rio Turia ó Guadalabiar, y de ellas se derivan una porción de canales ó acequias mas pequeñas. Déjase a la izquierda, y muy inmediato, el lugar de Emperador, y se pasa luego por el de Albalat dels Sorells, fundado por los moros, y cabeza de un condado que poseen los descendientes de mosen Tomás Sorells, que lo obtuvo en 1481, por Bon–repos (Buen reposo), á la derecha del barranco de Carraixet, por Tabernes Blanques, y Campanar, lugar compuesto de trescientas casas con una parroquia, donde se venera en una suntuosa capilla, la devota imagen de Nuestra Señora, que se dice hallada debajo de tierra en el siglo XVI, y en honor de la que se celebra una concurrida romería, dos ermitas y l614 habitantes. Después se pasa por el suntuosísimo monasterio de gerónimos, de San Miguel de los Reyes, que próximo á su ruina por el abandono en que se halla, y habitado solamente por algunas familias pobres, merece aqui un recuerdo. Fué edificado en 1538 (1) por el infante de Aragón, don Fernando, duque de Calabria y virey de Valencia, y su esposa doña Germana de Foix. Los arquitectos fueron primero Alfonso de Cobarrubias y Vidaña, y luego Juan Barreda y otros, que dieron á esta fábrica un aspecto tan suntuoso y magnífico, que fue digna del nombre que se le dio de Escorial valenciano. El frontispicio principal de la iglesia, que tiene 70 pies de altura, se compone de tres cuerpos y está flanqueado de dos torres, y el interior está adornado con pilastras de orden compuesto. Debajo del altar mayor, que es de muy buenos jaspes, están en panteón subterráneo los restos de los fundadores. El cimborio, la escalera principal y el claustro son dignos de la atención del artista, y este último es muy semejante al llamado de los Evangelistas en el Escorial. Poseia bellas pinturas y una selecta biblioteca. En seguida recorriendo de uno á otro estremo la estensa calle de Murviedro, penetremos en la hermosa ciudad del Cid por la antigua y suntuosa puerta de Serranos (2).
Es tanto lo que hay que decir de esta célebre y grandiosa población bajo todos aspectos, que era necesario consagrarle numerosas páginas; mas conformándonos con las dimensiones de esta obra, solo haremos una breve reseña de lo que encierra de mas notable, dando principio por su interesante historia.
Remóntase el origen de Valencia á los tiempos primitivos, y siempre se la conoció con el mismo nombre. Fué visitada por los fenicios y griegos que comerciaban en estas costas, y el grande Amilcar la subyugó con lo restante de este pais, denominado entonces Edetania. Pasó después al dominio de los romanos, y el cónsul Décimo Junio Bruto, que gobernaba á España, la donó con los campos cercanos, el año 13 antes de Cristo, á los soldados que habían hecho la guerra á las órdenes del famoso Viriato. En las guerras de Sertorio los valentinos, asi como los demas edetanos, se decidieron por aquel bizarro caudillo y en contra de los romanos, pero estos quedaron vencedores en una batalla que se dio á la orilla del Turia. Poco después fué esta ciudad elevada á la gerarquia de colonia con los privilegios de Lacio, con motivo de establecerse en ella muchos veteranos del ejército romano y tomó el nombre de Colonia Julia Valentia. Fué sin duda una de las primeras poblaciones que abrazaron el cristianismo, y de las ennoblecidas con silla episcopal. A mediados del siglo VI se celebró aqui un concilio, y en el siguiente fué desterrado á esta ciudad el príncipe San Hermenegildo por orden de su padre Leovigildo. A la entrada de los moros, Valencia (estos la llamaban Valentolat) formó parte del pequeño reino independiente que obedecía al godo Teudimero; pero luego quedó bajo el poder de los invasores, y fué uno de los mas principales waliatos ó gobiernos. En 822 fué sitiada por haber tomado el partido de Abdacá el Balendi (el Valenciano) contra el emir de Córdoba, su tio, luego formó parte de los estados de Hafsum, y después volvió á pertenecer al califato de Córdoba. En 1021 se erigió el wali de Valencia en emir ó soberano independiente, y su sucesor Abdel–Melek fué desposeído por el emir de Toledo, que se hizo dueño de Valencia en 1065. Los emires de Albarracin, Murviedro, Denia y Játiva, formaron una liga contra los Almorávides, que poseían á Valencia, y organizando un ejército compuesto de moros y españoles, lo confiaron al célebre Cid Campeador. Este valiente caudillo puso sitio á Valencia en 1094, y la conquistó, quedando en ella como gobernador ó wali hasta su muerte, ocurrida en 1101. Los cristianos condujeron, su cadáver a Cardeña. El año 1144 volvió esta ciudad á ser capital de un reino, que conservó su independencia hasta 1238, en que fué cercada por el valeroso don Jaime I el Conquistador, rey de Aragón. Cuatro meses duro el asedio, y el 28 de setiembre del

(1) Antes había en este sitió un pequeño monasterio de bernardos.

(2) Había aquí antiguamente una puerta denominada de Sagunto, y en 1365 se reedificó con la magnificencia y fortaleza que hoy tiene, con objeto de aumentar las defensas de la ciudad en la guerra que á la sazón se sostenia contra Pedro el Cruel, rey de Castilla.



domingo, julio 29, 2012

Viage ilustrado (Pág. 669)

Puerta de Serranos en Valencia

y seis palmos, y el menor trescientos veinte y seis, como el Circo Máximo de Roma. Murviedro es poblacion, casi en su totalidad, agricultura, contando sin embargo algunas fabricas de aguardiente y de lienzos, y varias tiendas. Celébrase en ella un mercado semanal y una feria cada año. El puerto (l) que, se halla a bastante distancia de la villa, es poco concurrido de buques por la escasa seguridad que ofrece el fondeadero. Esta villa es cabeza de un partido, que se compone de seis villas, veinte y seis lugares y una aldea.
Alfonso de Lizana, noble y anciano caballero aragonés, fué uno de los favoritos guerreros del esforzado Jaime I. Al apoderarse este monarca de la antigua Murviedro, arrojando para siempre á los moros que la ocupaban, dejó á Alfonso por su alcalde ó gobernador. Era su única hija y heredera la bellísima Berenguela, joven no menos sobresaliente por su hermosura que por sus virtudes y habilidades; la que entre la multitud de paladines que aspiraban su mano, distinguía á Jorge de Moncada, uno de los mas amables y valientes. Tenia éste un hermano mayor muy semejante á él en el rostro, pero no en el alma, que también estaba enamorado de Berenguela, y se llamaba Armengol. Alfonso de Lizana, verdadero caballero de la edad media, veía con dolor casi estinguida su noble raza por falta de un hijo varón, y asi quiso al menos que Berenguela diese nietos valientes, é hizo publicar á son de trompetas, que no seria esposa sino del guerrero mas famoso, que antes de obtener su mano habia de acometer una arriesgado empresa. Era esta no menos que llegar hasta Jerusalen, dar muerte en combate singular á tres sarracenos y traer á España sus cabezas. Entre todos los amantes de Berenguela, solo se decidieron á marchar á la Tierra Santa, Jorge de Moncada y su hermano y rival Armengol. Embarcáronse para Genova, y allí se incorporaron á un cuerpo de cruzados que iban á rescatar el Santo Sepulcro. Distinguióse Jorge desde los primeros dias, y bien pronto conquistó con su valerosa espada el sangriento trofeo que el padre de su amada le habia señalado por precio de su dicha. Disponíase ya á regresar á España, cuando un page de su hermano vino á traerle de parte de éste un cartel de desafio en que le prevenía fuese acompañado de su escudero á un bosquecillo de palmeras que se veia no lejos del campamento, pues deseaba disputarle la caja que encerraba las tres cabezas de los sarracenos, antes que con ellas se ausentase y fuese dueño de Berenguela. Acudió Jorge en el momento á la cita, y al llegar al sitio designado se vieron rodeados, tanto él como su escudero, de varios asesinos que el pérfido Armengol tenia prevenidos. Quisieron defenderse los recien llegados, mas hubieron de ceder bien pronto al número de contrarios y cayeron traspasados de heridas. Muy pronto fueron despojados los cadáveres de sus armas y vestidos, y allí abandonados á las garras de las fieras del desierto.
Una tarde que Berenguela, acompañada de sus camareras, se paseaba á la ribera del mar, divisó con duda, y luego con inesplicable alborozo, acercarse á velas tendidas un bagel, en cuyo árbol mayor se veia un blanco estandarte que contenia las armas de Aragón y las de Moncada. A los pocos instantes vino á postrarse á sus pies el enamorado paladín, y Berenguela le dio á besar sus blancas manos. Muy pronto se hicieron los preparativos de los desposorios y llegó por fin este suspirado dia. El cortejo de los novios que debia acompañarlos hasta la iglesia era muy lucido y numeroso, pues se componía de la flor de los conquistadores de Valencia. Berenguela ricamente vestida cabalgaba en una blanca hacanea, cuyas riendas de seda y oro llevaba su mismo padre, y multitud de juglares, saltadores y trovadores marchaban delante entonando cantos al compás de laudes, rabés, albogones y guitarras moriscas. Habíase ya comenzado la sagrada ceremonia, y al decir el sacerdote, «Jorge de Moncada, queréis por esposa á Berenguela de Lizamn,» se alzó un rumor en el templo que la interrumpió. Un árabe, con el trage de su pais, rompió por entre la multitud, y apoderándose con inesplicable osadía de la mano de Berenguela, dijo con voz robusta: «Si quiero.» Fácil es de conocer la sorpresa de los circunstantes. El primer desposado logró huir y desaparecer sin que nadie lo estorbase; Berenguela se desmayó, y solo después de calmarse la confusión producida por tan estraño accidente, pudo aclararse todo. Jorge, al caer traspasado por los puñales de su pérfido hermano, no quedó muerto. Un árabe que acertó á pasar por aquel sitio, notando que alentaba todavía, vendó sus heridas y colocándolo en su caballo lo condujo á su tienda. Allí se restableció muy en breve, y con vestidos que le dio su generoso huésped, pudo regresar á Murviedro, llegando á tiempo de estorbar que el impostor Armengol le robase su nombre y su esposa. En cuanto á éste no se volvió á saber de él.

(1) Es un lugar compuesto de cuatro edificios, llamado el Grao de Murviedro.







viernes, julio 27, 2012

Viage ilustrado (Pág. 668)

Castellón de la Plana

habiéndose éste dirigido á Valencia, fué rechazado y volvió á refugiarse á Murviedro, donde permaneció detenido por una larga enfermedad. Después de haberse ausentado sufrió este pueblo un nuevo sitio por el rey de Aragón, que lo tomó por capitulación. En las turbulencias que promovieron en este reino los agermanados, Murviedro se pronunció en favor de estos. Derrotados por el duque de Segorbe cerca de Almenara, y atribuyéndose aquel desastre á un maestre de campo llamado Cárlos Siso, fué éste muerto á lanzadas por los habitantes de Murviedro. En la guerra de la independencia, el mariscal Suchet sitió la plaza de Sagunto (1) con 22,000 hombres, y quiso apoderarse de ella por sorpresa. El digno gobernador don Luis Andriani se aprestó esforzadamente a la defensa, aunque no tenia á sus órdenes mas que 2,000 hombres bisoños, les habló con energía las antiguas glorias de los saguntinos invitándoles á imitarles. No fueron infructuosas estas palabras, pues los franceses, que entre las tinieblas de la noche (28 de setiembre de 1811) venian al asalto, fueron recibidos á bayonetazos, y después de un terrible y sangriento combate, tuvieron que cejar á la bravura de los defensores dejando el monte cubierto de muertos. En el mes siguiente volvió Suchet con nuevas fuerzas sobre esta plaza; al principio fué de nuevo rechazado, perdiendo mas de 500 hombres, pero al fin se apoderó de ella por medio de una honrosa capitulación.
Murviedro es en el dia una villa compuesta de mil cuatrocientas cincuenta y dos casas repartidas en noventa y tres calles y siete plazas, y habitada por 5,349 almas. La parroquia de Santa María es un edificio de ciento noventa y ocho palmos de largo, ciento setenta y dos de ancho y ciento de altura, con tres naves y siete capillas. Se empezó á construir en 1334 y es su arquitectura corintia. Su clero se compone de dos vicarios y veinte un beneficiados. La otra parroquia, titulada del Salvador, es hijuela ó anejo de la anterior y el edificio, que contiene cinco capillas, es muy antiguo. Hubo dos conventos de religiosos; el de San Francisco, cuya iglesia está abierta al culto, y que está destinada á casa de ayuntamiento, escuelas públicas y cuartel, y el de Trinitarios edificado sobre el solar del templo de Diana. Aun existe uno de monjas y siete ermitas. Hay un pequeño teatro, un hospital de caridad y una caja de ahorros. El castillo, ó sea plaza de Sagunto, es una fortaleza irregular, pero de grande estension, pues tiene un cuarto de hora de largo. Ocupa la cima de un monte que tiene de altura ciento cuarenta y ocho varas y conduce á él una cómoda carretera. Se compone de cinco plazas, separadas unas de otras por sus respectivas murallas, denominadas Almenara, Isabel II, Hércules, Ciudadela y Dos de Mayo, que contienen los almacenes, cuerpos de guardia, capilla, cuarteles, algibes, prisiones, cantinas, horno, repuestos de pólvora y pabellones. El gobernador de esta fortaleza es siempre un brigadier, que tiene á sus órdenes el estado mayor correspondiente, y una guarnición que en tiempo de paz suele ser de dos compañías de infantería y una sección de artillería. Hay también algunos presidiarios. Las murallas que forman este gran castillo pertenecen á todas épocas, existiendo restos de los saguntinos, romanos, moros, etc., etc. Muchísimas son las antigüedades que aun revelan la importancia que en otros tiempos gozó esta población. Sin detenernos á describirlas lápidas con inscripciones, las estatuas, monedas de varios metales, mosaicos, etc, que aquí se encontraron, dedicaremos algunas palabras al famoso teatro de Sagunto, que se conservó casi entero hasta 1808, en que se destruyó mucha parte. Su situacion es al pie del castillo, y dando vista á un delicioso paisage, y está construido de piedra azulada. El espacio de los espectadores ocupa treinta y tres gradas, las primeras estaban destinadas para los senadores, las siguientes á los patricios ancianos, luego para los jóvenes, y las restantes para los plebeyos. El frontispicio tiene de estension cuatrocientos setenta y cuatro palmos y la parte destinada á la orquesta sesenta y cuatro. Se calcula que cabrían en este magnífico teatro doce mil personas. Ignórase la época de su construcción, atribuyéndose generalmente á los griegos, aunque otros designan á los Escipiones. También existen á la orilla del rio Palancia, y detrás del convento de la Trinidad, algunos vestigios del circo, que era en forma de elipse, cuyo eje mayor tenia mil veinte

(1) Este glorioso nombre histórico conserva el castillo de Murviedro, que corona el monte en cuya falda está la villa.

miércoles, julio 25, 2012

Viage ilustrado (Pág. 667)

está sostenido por un vicario y treinta beneficiados. También merecen consideración la iglesia de la Sangre de Cristo, la casa de ayuntamiento, el palacio del obispo de Tortosa, y el hospital civil. Hay en Castellon una parroquia, dos anejos, cuatro conventos que fueron de frailes, dos de monjas, diez ermitas, una casa de beneficencia, una de huérfanos, un hospital, un teatro, una plaza de toros, un instituto de segunda enseñanza, una escuela normal, tres mil trescientas casas y 16.952 habitantes. Esta ciudad es cabeza de una provincia compuesta de diez partidos judiciales, tres ciudades, setenta y ocho villas, sesenta y un lugares y veinte y dos aldeas, y también de un juzgado de primera instancia, formado por una ciudad, cinco villas y dos lugares. Celebra dos ferias al año, y dos mercados cada semana. Después de Castellón se pasa por el puente de Villareal, que es magnífico, de sillería y de trece ojos, edificado en tiempo de Cárlos III, y á la media hora, por la villa de aquel nombre. Dista solamente una legua de Castellón, y tiene 8.207 habitantes, una parroquia titulada Santiago, de fabrica del siglo pasado, dos conventos que fueron de religiosos, en la iglesia de uno de los cuales se ve el cuerpo de San Pascual Bailón, cinco ermitas y un hospital. Es cabeza de un juzgado.
Después de Villareal se llega á Nules, que dista dos leguas. Este pueblo, que aun conserva sus antiguas murallas y torreones, tiene una iglesia parroquial (San Bartolomé), cuatro capillas, un hospital pequeño, un convento que fue de frailes, un palacio de los condes de Castellón y 2,873 almas. Es también capital de un partido judicial, que comprende ocho villas y un lugar. A las dos leguas y media de Nules se encuentra la villa de Almenara, último pueblo de la provincia de Castellón, y que cuenta 1270 habitantes, del que no podemos dejar de mencionar sus antiguos recuerdos históricos. Debióse su origen ó un templo de Venus Afrodisia, que aquí edificaron los saguntinos. A este lugar se retiró en varias ocasiones el famoso Viriato, y en el mismo venció por sorpresa este valiente caudillo á Plautio, general romano, que venia en su seguimiento, y también á algunos habitantes de Segorbe en tanto celebraban un sacrificio. Después que el templo Afrodisio se arruinó, se alzo en su solar una elevada atalaya que los moros llamaron en su lengua Almenara, que después se comunicó al pueblo que a su inmediación se edificó. Don Jaime I se hizo dueño de Almenara en 1238, y en 1276 la vendió con título de condado á Juan Prochita. En sus cercanías tuvo lugar una porfiada batalla entre el duque de Segorbe y los germanados de Valencia (que fueron vencidos) el año 1521. Hállase después el valle de Sego ó Valletas de Sagunto, terreno de los mas amenos y frondosos, y en el que están los lugares de Santa Coloma y Benicalaf, por donde se pasa, y en seguida se entra en Murviedro, que ocupa el lugar de la célebre y famosísima Sagunto, de nombradía eterna en la historia del mundo. Débese su origen á los griegos zazintios, de donde vino el nombre, que edificaron para que sirviese de punto de apoyo al activo comercio que hacían en estas costas en compañía de los fenicios. Desde luego tomó este pueblo el mayor incremento, y fundó en el pais cercano varias colonias, como Olba, Artana y Onda. Los saguntinos se contentaron con esto, sino que usurparon varios territorios á los turboletas ó turbitanos, y á los beribraces, lo que dio origen á largas guerras entre unos y otros. Al aparecer los cartagineses en este pais, la ciudad de Sagunto, con objeto de conservar su libertad, buscó la alianza de los romanos, que la aceptaron con gusto, y en el tratado que acordaron con aquellos sobre los países que debían conquistar en Esña, quedó convenido que esta ciudad seria respetada en su independencia. Sin embargo, el ambicioso Annibal, al encargarse del mando de la España cartaginesa, deseando romper con los romanos, á quien odiaba desde su niñez, á pretesto de favorecer á los turboletas emprendió la renombrada guerra saguntina, que fué el principio de la segunda Púnica. A pesar de las reclamaciones de los legados de Roma, Annibal, á la cabeza de 150,000 hombres, vino á sitiar á Sagunto, y la embistió por tres partes á la vez. Los saguntinos, no solo defendían su ciudad con un valor increíble, sino que en sus repetidas salidas rechazaban á los sitiadores hasta sus trincheras, aun después de abierta ya la brecha, quedando en una de ellas herido el mismo Annibal. Disputábase el terreno palmo á palmo, derribando muros los cartagineses, y reemplazándolos con otros improvisados los saguntinos, aunque perdiendo siempre terreno, por la enorme desigualdad del número de combatientes. Fallando ya los víveres, Aleon y Alorco, personas principales de la ciudad, queriendo salvarla, se presentaron á Annibal para tratar de capitular; pero este soberbio guerrero solo les ofreció condiciones irritantes que los saguntinos rechazaron con indignación, y en tanto el senado deliberaba, una gran multitud de ciudadanos amontonando todas sus joyas y muebles mas preciados en la plaza pública, formaron con ellos una inmensa hoguera (1), á la que se arrojaron gustosos los mas. En tanto lograron los sitiadores abrir una nueva brecha y penetrar por ella, por falla de defensores, y pasaron á cuchillo á casi todos los que encontraron aun vivos, reservando unos pocos que quedaron por esclavos de la soldadesca. Tuvo lugar este célebre acontecimiento el año 219 (antes de Cristo), habiendo durado el sitio ocho meses. La guarnición cartaginesa, que quedó en custodia de las ruinas de Sagunto, fué arrojada de ellas por los Escipiones cinco años después de la catástrofe. Entonces fué cuando se reedificó esta noble ciudad, y fué ornada con magníficos edificios y monumentos, y recobró su antiguo comercio y poderío, concediéndose á sus habitantes el derecho de ciudadanos romanos y el de batir moneda. Era en esta población por aquellos tiempos, de grande importancia la industria de fabricar vajillas de barro, muy estimadas en Roma. Cerca de la nueva Sagunto se dio una terrible batalla entre Pompeyo, Metelo y Sertorio. En la irrupción de los bárbaros del Norte se cree volvió á ser destruida, pero se restauró al poco tiempo con el nombre de Murviter, degeneración de Murus–Vetus, ó sea Muro Viejo, de donde se deriva el nombre que hoy la distingue. El wazir ó gobernador moro de esta población, dependía del walí de Valencia, y cuando este se declaró emir ó rey independiente, Murviedro formó parte de sus estados. El valeroso don Jaime I de Aragón se hizo dueño de este pueblo arrojando á los moros en 1238. Posicionados en Murviedro los partidarios de la Union, se retiraron á la llegada de Pedro IV el Ceremonioso el año 1347. En 1363 la tomó Pedro el Cruel, rey de Castilla, y

(1) La esposa de uno de los mas valientes saguntinos llamado Murro, fué la primera que se arrojó á las llamas.





lunes, julio 23, 2012

Viage ilustrado (Pág. 666)

de Aragón Alfonso V. Durante la guerra de sucesión Peñíscola se decidió por Felipe V, y fué por lo mismo sitiada por los parciales de la casa de Austria cerca de dos años. En este tiempo se distinguieron por su valor los sitiados, que fueron recompensados con varias mercedes por el vencedor. También fué sitiada y tomada por capitulación por dos veces en la guerra de la independencia, una por los españoles y otra por los franceses, y la misma suerte tuvo en 1823. Poco ofrece de notable esta ciudad, si se esceptuan los recuerdes históricos que acabamos de mencionar. El castillo que ocupa la cúspide del peñasco, y que sirvió de morada al papa Luna, es un edificio de sillería de 700 pies de circuito y 70 de elevación; está en el dia destinado á cuartel, y en él se aloja la guarnición de Peñíscola, que suele constar de dos compañías. Atribuyese su construcción á los templarios y en la guerra de la independencia sufrió bastante su fábrica. Las calles son angostas y tortuosas, y las casas, que son en general de pobre construcción, se resienten aun de los proyectiles franceses de la guerra de la independencia. Se distinguen la consistorial y la que sirve de habitación á los gobernadores, que está también bastante maltratada. En la iglesia parroquial, que tiene la advocación de la Natividad de la Virgen, nada hay que merezca mencionarse mas que la capilla de la Comunión. Hay en la ciudad dos ermitas, una de las que titulada la Virgen de la Ermitaña, es bastante regular, y un paseo llamado del Ruiseñor que rodea una hermosa huerta. Las fortificaciones visten el gran peñasco que sirve de cimiento á la ciudad (1), y dan á ésta la consideración de plaza fuerte de segundo orden, que es gobernada por un brigadier con un mayor de plaza y tres ayudantes. Como tal plaza, tiene varios almacenes de víveres, proyectiles y pólvora, y también dos algibes en el castillo. La población de Peñíscola consta de 1.891 almas, y su puerto ó fondeadero no es concurrido por el poco abrigo que en él encuentran las embarcaciones.
Alcalá de Chisvert se compone de novecientas diez y seis casas, y tiene 4,954 habitantes. Sus notabilidades artísticas son la parroquia, que tiene el título de San Juan Bautista, de buena arquitectura, de gusto moderno, con hermoso frontispicio y torre (2), un convento que fué de franciscanos descalzos, el antiguo palacio de la Encomienda y el del marqués de Villorés. También hay un hospital y dos buenas posadas ó paradores. En el mismo solar de esta población existió en los tiempos antiguos una ciudad llamada Hilactes. Los moros la llamaron Gilvert, y le añadieron el nombre genérico de Alcalá, que en árabe significa la fortaleza ó castillo. La conquistó por disposición del rey don Jaime I, el maestre de la orden del Temple Hugo de Folcarquer, en cuyo dominio quedó, hasta que estinguida aquella, pasó al de la de Montesa.
Torre–Blanca, es una villa de 1,791 almas: por la villa de Cabanés (la Ildum de otro tiempo), pasaba una calzada de los romanos, en cuyas cercanías existe un arco de triunfo, erigido sin duda para eternizar la memoria de alguna célebre batalla (3) ú otro suceso notable. El Desierto de las Palmas, es un territorio que merece una ligera memoria; tiene de estension como media legua en todas direcciones, y está compuesto todo él de picos mas ó menos elevados, en los que se ven muchos hundimientos y escavaciones naturales por la poca solidez del terreno, surcado también con varios manantiales. Este terreno fué desde largó tiempo habitado por los religiosos carmelitas, cuyo convento estuvo situado en dos distintos parages. Eran muy austeros y queridos en el pais por los beneficios que hacían, y por esto las autoridades de Castellón, solicitaron del gobierno se conservase cuando la supresión de las órdenes monásticas. Accedió aquel, aunque con la condición de que los religiosos vistiesen la ropa clerical, y asi se verificó, subsistiendo aun la comunidad, aunque reducida. En todo el ámbito del desierto se ven varias ermitas, á las que se retiraban aquellos buenos religiosos en ciertas épocas. En el fertilísimo y bello territorio regado por el Mijares, se encuentra lodo género de producciones. En él se alza la ciudad de Castellón.
Esta población, que es de bastante antigüedad, y que estuvo edificada en otro tiempo en la bajada del monte inmediato, fué conquistada á los moros por Jaime I, en 1233. El nombre que la distingue viene de un gran castillo que la defendía. El año 1244 fué donada al monasterio de San Vicente de Valencia, el de 1357 por el rey Pedro IV á Enrique, conde de Trastamara, y el de 1368 al infante don Martin, que llevaba el título de conde de la Plana. Los habitantes se opusieron á esta merced exigiendo el cumplimiento de la promesa que les hiciera el mismo rey Pedro IV, de no enagenar nunca esta población de los estados de la corona. Pronunciada Castellón por los que defendían el privilegio de la Union, y sosteniéndose aun después de sojuzgada Valencia, envió el rey contra ella á don Pedro Boit con 10,000 hombres y 600 caballos. Aunque los castellonenses se defendieron vigorosamente, la villa fué tomada por asalto, y los vencedores usaron bárbaramente de su triunfo, degollando á unos y ahorcando á otros. En este último género de suplicio murió también en Castellón el año 1520 uno de los gefes de la Germania llamado Estellés, que habia sido apresado en Oropesa. En la última guerra civil figuró mucho también esta población. Han nacido en Castellón varios hombres ilustres, entre ellos el distinguido pintor Ribalta. El escudo de armas consiste en los cuatro palos de Aragón, y encima un castillo con tres torres. El aspecto de esta ciudad es bastante agradable; pues sus calles son generalmente anchas, largas y rectas. También las plazas son espaciosas. Los edificios públicos no son de grande importancia. Sin embargo, la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, y cuya fabrica data del siglo XIV, es bastante regular. Tiene una nave, siete capillas, algunas con buenas pinturas, y en parte pertenece al género gótico. La torre está algo separada de la iglesia, y su elevación es de 163 pies. El culto

(1) Una parte de las antiguas murallas, y que aun está en uso, fué edificada por Pedro de Luna; en ella se conservan restos de una torre que fué casi arrasada en la guerra de la independencia, y que lleva el nombre de Torre del papa Luna.
(2) Pertenece á la orden de Montesa v está servida por un rector, siete beneficiados y otros clérigos.
(3) Está formado de sillares de marmol pardo. Tiene de luz diez y ocho pies, de altura veinte y cuatro y tres y medio de espesor. El estado de conservación en que subsiste es verdaderamente admirable al cabo de veinte siglos que habrán corrido desde que se edificó. No tiene inscripción alguna, pero ostenta un escudo de armas del reino de Valencia, puesto allí de poco tiempo á esta parte.

viernes, julio 20, 2012

Viage ilustrado (Pág. 665)

Extremadura. Cuando la invasión de los moros, una gran parte del territorio valenciano, formó el reino ó estado del godo Teudimero, que subsistió poco tiempo para venir á parar bajo la dominación de aquellos, que hicieron de Valencia uno de sus principales gobiernos ó waliatos. El aventurero Hafsum se hizo dueño de este pais en 887, y en 1012 Abd-el-Aziz, nieto del célebre Almanzor, le erigió en reino independiente, que después se reunió al de Toledo. Los emires de Murviedro, Játiva y Denia, coaligados con el rey de Albarracin, formaron un ejército que dieron á mandar al célebre Cid Campeador, para arrojar de Valencia á los Almorávides, lo que tuvo efecto, quedando este famoso adalid cristiano de wali de aquella ciudad en 1094. Volvió á levantarse este estado en reino el año 1144, y asi subsistió hasta 1237 que fué conquistado por Jaime I de Aragón, y se incorporó en la monarquía de este nombre. Pedro el Cruel, rey de Castilla, en sus guerras con Pedro el Ceremonioso, causó bastantes vejaciones al reino de Valencia, donde vino aquel mandando sus tropas. En 1479 se reunió este estado á la corona de Castilla, que desde entonces puso en él un virey que gobernaba según los antiguos fueros y leyes del pais. En tiempo de Carlos I, padeció bastante por la desastrosa guerra llamada de las Germanías, que no era otra cosa que una repetición de las comunidades de Castilla. También se vió Valencia devastada por la violencia que se hizo á los moriscos en tiempo de Felipe III, para que abandonasen su religión, y la espulsion de los mismos redujo casi á un yermo este bello territorio. En la guerra llamada de sucesión, sus habitantes, á ejemplo de Cataluña y Aragón, se decidieron por el archiduque, y asi hubieron de sufrir las consecuencias del vencimiento. La batalla de Almansa decidió aquella porfiada contienda, y todo el reino, escepto Alcira, Alcoy y Játiva, que se resistieron aun bizarramente, cayó en poder de Felipe V. Este despojó á los valencianos de su legislacion particular, y los sujetó á la de Castilla. También en la guerra de la independencia, y en las contiendas políticas y guerra civil, que sucedieron á aquella, tocó una gran parte á este reino; pero estos cercanos sucesos son demasiado conocidos de todos para detenernos á describirlos.
La villa de Vinaroz está situada en terreno llano á la orilla del mar. Sus alrededores producen frutas, legumbres, cáñamos, vino y aceite. También se cria en ellos ganado lanar y cabrio, y caza menor. La iglesia parroquial, titulada de la Asunción, es un bello templo de una nave con una bonita fachada de tres cuerpos, y veinte y tres altares. Pertenece á la orden de Montesa, y sirven en ella el culto un vicario y diez y ocho beneficiados. Están también abiertas las iglesias de los conventos de franciscos y agustinos, en las que no vimos cosa notable, y dos capillas ó ermitas dentro de la población y otras dos en las afueras. Hay también un lindo teatro que puede contener hasta quinientas personas, un paseo adornado con árboles y flores, y dos juegos de pelota. La casa consistorial es de bastante estension, y en su sala de sesiones están escritos los nombres de los hijos de Vinaroz que fueron muertos por los carlistas en la acción de Alcanar el 18 de octubre de 1835. Tiene esta villa un hospital de caridad, y celebra mercado los lunes. Las principales calles son, la del Socorro, la Mayor y la de Valencia. Las casas son en su mayor parte aseadas, cómodas, y de bella apariencia, con buenas azoteas y jardines. Hay fábricas de aguardiente y de toneles, y un buen astillero para la construcción de buques. Vinaroz es cabeza de distrito marítimo y de un partido judicial que comprende una ciudad, dos villas y tres lugares, y cuenta de población 9,341 almas. A poca distancia de Vinaroz, y á un cuarto de legua del mar, se halla la villa de Benicarló, que es de fundación árabe como indica su nombre, y fué conquistada por los valientes aragoneses. El rey don Jaime la concedió carta puebla con grandes franquicias y mercedes el año de 1236. Pasó después al señorío de la orden de Montesa, y en razón á haber rehusado tomar parte en los disturbios de la Germanía, y de servir en aquella ocasión al emperador Carlos V con doscientos hombres, fué favorecida con nuevos privilegios, entre ellos el título de villa. Entonces sufrió también un sitio por los germanats ó agermanados, que no pudieron tomarla. En la última guerra civil estuvo igualmente sitiada por el gefe carlista el Serrador, y en 1838 por Cabrera. Después de una de las defensas mas obstinadas y gloriosas, Benicarló se entregó por capitulación, quedando prisioneros sus válientes nacionales. Tiene esta villa una buena iglesia parroquial de fábrica moderna (San Bartolomé), y con bella torre, cuyo edificio padeció mucho en el sitio de que acabamos de hablar; otra iglesia que perteneció al convento de alcantarinos y que permanece abierta; tres ermitas, un hospital, un juego de pelota, cuatro fábricas de aguardiente y tres tahonas. El número de habitantes es de 6,060. Las armas de la villa consisten en la cruz de Montesa entre dos cardos. La muy antigua ciudad y plaza de armas de Peñíscola se llamó Tyrichcœ, y se cree fundada por los tirios, que la impusieron aquel nombre en memoria de su patria y por su posición particular, pues Tiro quiere decir peñasco. Amilcar Barca aumentó y fortificó esta población, que Diodoro llamó Acra-Leuke (Peña blanca), y Estrabon, Cherronesos (Peña aislada), y en ella estableció su centro de operaciones. Su hijo, el célebre Annibal, juró sobre el ara de Saturno en esta ciudad, un odio eterno á los romanos, cuando solo contaba nueve años. Dejando aqui Amilcar parte de su ejército y los elefantes, fué á sitiar la ciudad de Elice (hoy Belchite); pero fué vencido y muerto por los celtíberos. Sus dos hijos y Asdrubal, con los restos de sus tropas, vinieron á acogerse, á Acra-Leuke, donde aquel fué proclamado por gefe del ejército.
En los primeros años del cristianismo se reunieron aqui algunos discípulos de Santiago en forma de concilio; pero fueron martirizados por Aleto, presidente de este pueblo, nombrado por Nerón. Cuando la entrada de los moros en 718, también sufrieron el martirio la prelada y monjas de un convento de San Agustín. Aquellos dominaron á Peñíscola hasta 1234, en que fueron arrojados por el rey don Jaime el Conquistador, quien dio el señorío de esta ciudad á la orden del Temple. Pasó luego al de la orden de San Juan y después al de la de Montesa. El gran maestre de esta última donó la ciudad de Peñíscola al célebre cardenal aragonés don Pedro de Luna, que se llamaba pontífice con el nombre de Benedicto XIII. Este, acompañado de varios cardenales, obispos y otros dignatarios de la Iglesia, que seguían su partido, se retiró en 1415 al castillo de esta ciudad, en donde fijó su residencia y legislaba como papa hasta que murió en enero de 1423. En su testamento dejó esta ciudad á la silla apostólica, y el papa Martino V la cedió al rey