jueves, abril 28, 2011

Viage ilustrado (Pág. 554)

Por las angélica; manos.
La cruz por armas tomó
Por el milagro acaecido,
La cual continuo llevó
Por bandera y apellido
En las guerras que venció.




...«En los diez y seis años del reinado del rey don Alonso el Casto, tenia este rey muchas piedras preziosas, é mientras que él fazia la iglesia de San Salvador, asignó de fazer una cruz de oro, é engastonarlas en ella; é viniendo un dia de oir misa, yéndose para sus palacios falláronse con él dos ángeles que venían en figura de peregrinos, é les preguntó que omes eran, é ellos le dijeron que eran oreses, é al rey le plugo mucho ó dióles el oro que les bastaría, é muchas daquellas piedras, é casa apartada en que labrasen, é díjoles que fiziesen una cruz muy fermosa, é los ángeles tomaron el oro ó las piedras, é el rey se fué á yantar, é estando en la mesa embió sus mandaderos unos en pos de otros que supiesen que era, é que fazian, é los mandaderos fueron. Quando entraron en la casa á donde habian de estar los oreses, fallaron la cruz fecha, é acabada de muy maravillosa obra, mas non fallaron los oreses, é tan grande era la claridad que salia, que los mandaderos del rey non la pudieron ver ni acatar, é fueron al rey é dijéronle; é el rey luego que lo supo, levantóse de la mesa é fuese para ella, é cuando vido la cruz fecha en aquella claridad tan grande é no vio que los oreses estaban, oró mucho á Nuestro Señor. Entendió que aquella obra non era sinon de Dios, entonces fizo llamar al obispo é la clerezia, é todo el pueblo de la ciudad ó llevaron aquella cruz é tornáronla con loores ó con ayunos muy onradamente al altar de San Salvador, el rey púsola en somo del altar con su mano misma.» Lo que puede asegurarse es que Alfonso el Casto usó como divisa guerrera la figura de esta cruz, pues en sellos suyos se lee:




Angelica Laætum
Cruce sublimatur ovetum
Regis habendo Tronum
Casti Regnum et Patronum.




Otra leyenda de Oviedo se refiere en el reinado de Ordoño I, bastante estraña, y que encontramos relatada como un hecho cierto por gravísimos historiadores. Cuatro esclavos de la catedral de Santiago acusaron ante el rey á su obispo, llamado Ataúlfo, conocido por la santidad de sus costumbres, de haber cometido el enormísimo pecado de sodomía. Indignado el rey don Ordoño, mandó compareciese á su presencia el prelado, el cual acudió a Oviedo inmediatamente, y antes de entrar en el alcazar real celebró misa. Con el trage de pontifical se presentó á Ordoño, y este sin escuchar sus disculpas, mandó soltar contra el obispo un magnífico toro azorado con perros y garrochas. Ataúlfo entonces hizo la señal de la cruz, y se llegó al toro que bajó humildemente su gallarda cabeza, y le presentó sus agudas astas que el obispo le quitó fácilmente, y presentó á los espectadores. Eran estos el rey y los grandes, los que asombrados con tan gran prodigio reconocieron la inocencia de Ataúlfo, y se arrojaron á sus pies en demanda de perdon por haber dado crédito á la calumnia. Los esclavos fueron condenados á la hoguera, y los cuernos del toro colgados de las bóvedas de la catedral de Oviedo en memoria de tan señalado suceso. Ataúlfo no quiso volver á su silla y renunciando su alta dignidad, se retiró á un lugar cerca de Grado, donde vivió y murió santísimamente. De su nombre se dijo aquella aldea Santo Dolfo, y su cuerpo se conserva en su iglesia con la reverencia y culto que se da á los santos.
Habiendo ya hecho una ligera reseña de la historia de la noble ciudad de Oviedo, hablaremos ahora de su estado actual.
Oviedo como capital del principado de Asturias, hoy provincia de su nombre, es cabeza de 72 concejos, (antes se componía el principado de una ciudad, 81 cotos, 61 concejos, 7 jurisdicciones, un condado y 6 lugares) que comprenden la citada ciudad, 56 villas y 3,665 lugares: es cabeza de un partido judicial de término, que comprende 115 parroquias. Hay real audiencia establecida por el rey don Felipe V, en 30 de julio de 1717, cuyos oidores eran antes los únicos jueces letrados que había en todo el principado. Hoy se compone de un regente, siete ministros y un fiscal.
Ha tenido en un tiempo intendencia, comandancia general dependiente de la capitanía general de Valladolid, gefatura política, diputación y consejo provincial (1), contaduría, administración y tesorería de rentas, contaduría de amortización y comisionado de bienes nacionales, administración general de correos, silla episcopal exenta (es decir, que no reconoce otro metropolitano que el papa), que comprende 1,071 pilas bautismales, tribunal eclesiástico ordinario, cabildo compuesto de un obispo, 14 dignidades y 33 canónigos; universidad literaria, fundada por don Fernando de Valdés, arzobispo de Sevilla en 1580, con una escogida biblioteca de 12,000 volúmenes, 400 ó 500 manuscritos, y un bonito gabinete de historia natural; dos seminarios de estudios para escolares pobres, tres cátedras de latinidad, escuela normal, seminario de maestros, cuatro escuelas de primeras letras gratuitas, sociedad económica, y bajo su dirección las cátedras de química y geometría aplicada á las artes, de economía política y escuela de dibujo; tres parroquias, Santa María de la Corte, San Isidoro, y San Tirso, y un anejo; tres conventos de frailes, el real de San Vicente. San Francisco y Santo Domingo, tres de monjas, el real de San Pelayo, la Vega y Santa Clara: cinco hospitales, contando con uno de mulatos; un grande y magnífico hospicio sostenido por una contribución especial que paga la provincia; teatro reedificado últimamente y adornado con bellísimas pintadas por Abrial; dos gabinetes de lectura, sostenidos por sócios, en los que se permite la entrada á todo forastero presentado por uno de aquellos; cárcel para hombres y galera para mugeres; once fuentes públicas que reciben en su mayor parte las aguas de un acueducto; tres cafés con billar, varias posadas y mesones, etc., etc.
La situación de Oviedo es, como ya hemos dicho, bellísima y de las mas vistosas y fértiles del antiguo de Astorias (2) del cual ocupa casi el cen–

(1) Uno de los privilegios que conservaba Asturias como recuerdo de sus grandezas, era tener siempre una diputación ó junta general del principado, que eran una especie de cortes provinciales que se reunían cada tres años. La última vez fué en 1833.
(2) Arrojado de Asturias el infante don Alfonso, conde de Gijon, y confiscados todos sus estados en 1383, se segregó de ellos el condado de Noreña, que fué dado al obispo don Gutierre, y habiendo hecho testamento el rey don Juan I, en 1385, dispuso en él, que los estados de Asturias quedasen perpetuamente unidos á la corona , y que su primogénito don Enrique nunca pudiese enagenarlos. En 1388, con motivo de las bodas de don Enrique con doña Catalina de Alencastre, dispuso el rey don Juan I que los novios se llamasen príncipes de Asturias, asi como todos los que en adelante fuesen herederos de la corona de Castilla.

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