sitio, dispuso se edificase en ella otra iglesia dedicada al Salvador. Este es el verdadero principio de la ciudad Oviedo, cuyo nombre se cree derivarse de su situacion central entre los dos rios Ove hoy Eo, y Deva (el de Covadonga) que servian de límites á Asturias por Occidente y Oriente. De aqui pudo decirse Ovedevum y luego por contracción Ovetum. Otros creen que la verdadera etimología del nombre de Oviedo es Jovetanum, con que los romanos llamaban á este término por una ara que en él había consagrada a Júpiter. En 802 Alfonso el Casto fijó en Oviedo la córte de Asturias que hasta entonces estuviera en Pravia, y la ennobleció con silla episcopal, nombrando por su primer obispo á un sacerdote llamado Adulfo, de familia goda. Al mismo tiempo habiendo hecho el piadoso rey derribar la iglesia del Salvador que su padre hiciera edificar, por no parecerle bastante magnífica, se dio principio á la suntuosa catedral, de la que aun subsisten vestigios. El altar mayor fué dedicado al Salvador, y otros doce á los doce apóstoles. Al lado de la catedral fundó el rey otra iglesia pequeña dedicada á San Miguel, que hoy subsiste, y la cual se cree era su capilla particular, pues estaba en el recinto de palacio. Al otro lado de la iglesia del Salvador, erigió don Alfonso otra dedicada á la Virgen de las Batallas, imagen que llevaba á la guerra. Esta fué destinada para panteón real. También fundó el rey Casto en Oviedo las iglesias de San Tirso y la de San Julian á doscientos pasos de su palacio, estas son parroquias en el dia; el monasterio de San Juan de las Dueñas, hoy San Pelayo, á donde se trasladó desde San Juan de Pravia la reina monja doña Adosinda, tia del rey; un palacio real, un acueducto, hospital, baños públicos, y finalmente las murallas y fortificaciones de la ciudad. Hizo Alfonso grandes donaciones á la nueva catedral, entre otras la famosa cruz de los Ángeles de oro y piedras preciosas, despojos del botin ganado á los moros en varias batallas y de la que hablaremos después. En 812 concedió Alfonso el Casto á la ciudad de Oviedo la jurisdicción de ella misma con su plaza junto á la catedral (son palabras del privilegio) y los caños de agua que habia traído hasta alli. El mismo año de la conclusion de la catedral, que se retrasó nada menos que treinta, se verificó en Oviedo un concilio de obispos para consagrarla. En el citado año de 812 los moros hicieron una correría hasta Oviedo y maltrataron la catedral y otros edificios, valiéndose de la ausencia del rey que se hallaba en Galicia y que voló en socorro de su ciudad, en la que restauró los daños causados. En 843 falleció en Oviedo el buen rey Alfonso el Casto y le sucedió el conde Nepociano, usurpando el trono á don Ramiro. Este edificó á media legua de Oviedo en el monte Nauranio dos célebres iglesias que aun permanecen, y se llaman Santa María de Naranco y San Miguel de Lino. Don Ramiro murió en Oviedo en 830 lo mismo que su sucesor don Ordoño en 866. El 6 de mayo de ese año, fué proclamado rey en Oviedo con la mayor solemnidad su hijo Alfonso III, llamado el Magno. Después cayó Oviedo en poder del conde de Galicia don Fruela, que se hizo llamar rey, y se alojó en el alcázar real, más á poco fué en él asesinado por los ciudadanos de Oviedo. En 867 fué conducido á esta ciudad y encerrado en un calabozo Eilon, conde ó señor de Alava, y luego sufrieron la misma suerte los cuatro hermanos del rey que se le habían revelado, á quienes se mandó sacar los ojos. Alfonso el Magno miró también con decidida predilección á Oviedo, pues edificó la fortaleza ó castillo, y nuevos muros de la ciudad y catedral en 901. En 873 habia el mismo rey reunido un concilio, en el que se declaró la iglesia de Oviedo por metropolitana, se nombró por arzobispo á Hermenegildo y se decidió que los obispos que tuviesen sus diócesis ocupadas por los moros, sirviesen al de Oviedo de vicarios, señalándoles parroquias para su sustento, por lo que se llamó á Oviedo ciudad de obispos. El mismo Alfonso III reunió córtes en Oviedo en los años de 877 y 901. En 909 habiendo abdicado este gran rey en sus rebeldes hijos, dio el señorío de Oviedo á Fruela, que era el tercero. En tiempo de Ordoño II, hijo también de Alfonso el Magno, se trasladó la córte de Oviedo á Leon, con lo que la primera de estas ciudades fué perdiendo cada dia de su importancia, aunque siempre notable y mirada con aprecio por los monarcas. Don Bermudo el Gotoso hizo trasladar á Oviedo en 984, las reliquias de los santos y los cuerpos de los reyes que yacian en Leon, para librarlos de las profanaciones de los moros que sitiaban dicha ciudad. En 1003 y 1020, reunió córtes en Oviedo el rey don Alfonso V, en las que se reformaron las leyes de los godos. También fué visitada esta ciudad por los reyes Alfonso VI, que hizo donaciones á la catedral, y mandó abrir el arca santa de las reliquias; doña Urraca, Alfonso VII, Alfonso XI, don Pedro el Cruel, don Enrique el Bastardo y otros varios. Larga ó impropia de este lugar seria una detenida historia de todos los sucesos notables que en Oviedo ocurrieron, pero deberemos mencionar una de sus mas grandes y modernas glorias, que es el haber sido la primera ciudad en alzar el grito contra los invasores franceses en el siempre memorable año de 1808. Constituyó su junta provincial, que se convocaba de tres en tres años, en gobierno supremo el 24 de mayo, y declaró solemnemente la guerra á Napoleon, levantando al mismo tiempo un ejército de 18,000 hombres, que se organizó rápidamente, y que dio á la patria repetidos triunfos.
Muchos son los hombres célebres que han nacido en Oviedo, y no siendo del caso mencionarlos todos, solo lo haremos de Alfonso el Casto, Ordoño I, Alfonso el Magno, el infante don Gonzalo, arcediano de esta iglesia; don Pelayo, su obispo, conocido historiador; Andrés Llanes Estrada, arcediano de la misma, poeta é historiador en tiempo de Felipe IV; Luis Fernandez de Oviedo, celebre médico; Gonzalo de Cañas, hermano del duque del Parque, matemático y astrónomo, y don Miguel Jacinto Menendez, y su hermano don Francisco, pintores. Como capital de Asturias y córte un tiempo de sus belicosos reyes, Oviedo es el asiento de la nobleza del principado; pero las familias que tienen su solar dentro de la misma ciudad, son las de Oviedo, Portal, la Plaza, Rúa, Perera, Villamar, y Rivera. También hay varias leyendas que referir de Oviedo: la que figura en primer término, es la de la Cruz de los Angeles, blasón de Alfonso el Casto, de la ciudad y catedral de Oviedo, y mencionada en todas nuestras crónicas nacionales desde el Monge de Silos, escritor del siglo X. El cronista asturiano Tirso de Aviles refiere asi el suceso:
Muchos son los hombres célebres que han nacido en Oviedo, y no siendo del caso mencionarlos todos, solo lo haremos de Alfonso el Casto, Ordoño I, Alfonso el Magno, el infante don Gonzalo, arcediano de esta iglesia; don Pelayo, su obispo, conocido historiador; Andrés Llanes Estrada, arcediano de la misma, poeta é historiador en tiempo de Felipe IV; Luis Fernandez de Oviedo, celebre médico; Gonzalo de Cañas, hermano del duque del Parque, matemático y astrónomo, y don Miguel Jacinto Menendez, y su hermano don Francisco, pintores. Como capital de Asturias y córte un tiempo de sus belicosos reyes, Oviedo es el asiento de la nobleza del principado; pero las familias que tienen su solar dentro de la misma ciudad, son las de Oviedo, Portal, la Plaza, Rúa, Perera, Villamar, y Rivera. También hay varias leyendas que referir de Oviedo: la que figura en primer término, es la de la Cruz de los Angeles, blasón de Alfonso el Casto, de la ciudad y catedral de Oviedo, y mencionada en todas nuestras crónicas nacionales desde el Monge de Silos, escritor del siglo X. El cronista asturiano Tirso de Aviles refiere asi el suceso:
La antigua Oviedo, morada
De los mas reyes cristianos,
Pinta la cruz tan preciada
Que en ella fué fabricada
De los mas reyes cristianos,
Pinta la cruz tan preciada
Que en ella fué fabricada
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