miércoles, febrero 10, 2010

Viage ilustrado (Pág. 453)


Ermita del Vesubio



Vesubio: vista del interior del cráter


manga de fuego, que viene á ser millones de centellas, millones de piedras cuyo color negro las distingue entre la llama, y que silban, caen, vuelven á caer, ruedan, y de las cuales una cayó á cien pasos de mí. El abismo se cierra de repente, vuelve á abrirse instantáneamente, vomita otro nuevo incendio. La lava mientras tanto sube á las márgenes del cráter, hierve, corre y se dilata en largos arroyuelos de fuego que se destacan 'en los negros desfiladeros de la montaña.
»Yo me encontraba en un verdadero y profundo éxtasis, y hubiera cedido al vivo deseo que me animaba de pasar toda la noche junto á aquel incendio, para ver como lo apagaba el sol á su salida con sus refulgentes rayos, si el viento que soplaba fuertemente y que me helaba, no me hubiera hecho volver á la ciudad.»
Las erupciones del Vesubio, su humo y el fuego que vomita constantemente; el espanto que ha sembrado en torno suyo en distintas épocas; las ciudades y los pueblos que ha hecho desaparecer, no han hecho con todo á los hombres mas prudentes. Portici se ha edificado casi sobre el mismo lugar en que fuéron sepultadas Pompeya y Herculano. Pero antes que visitemos estas célebres ruinas con el detenimiento que se merecen, pero que es compatible al mismo tiempo con una obra como la nuestra, vamos, siguiendo nuestro paseo por los alrededores de Nápoles, á visitar á Puzzoles.
Antes de atravesar la gruta de Posílipo, ancho, y

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