La llamada de la selva
Este libro hizo que, de pequeño, cuando lo leí, devorase a la vez el atlas, recorriendo el curso del Amazonas.
"Nada más magnífico que esta parte de la orilla derecha del Amazonas. Aquí, en una confusión pintoresca, se elevaban tantos árboles diversos que, en el espacio de un cuarto de milla cuadrada, se ha podido contar hasta cien variedades de estos maravillosos vegetales. Además, un guardabosques hubiera facilmente reconocido que jamás leñador alguno hubiese paseado su hacha o destral. Incluso después de varios siglos de roturaciones, la herida habría aún sido visible. Allí y aquí, unos conos de rayos solares caían hasta el sotobosque. En verdad, la luz, en estos bosques tropicales, no parece ser un agente indispensable para su existencia. Ela aire basta para el desarrollo de estos vegetales, grandes o pequeños, árboles o plantas..."
(La Jangada)
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