los campesinos el Cabo del mundo. Se compone de quinientas casas regulares, una parroquia con advocación de la Asuncion de Nuestra Señora, servida por un cura y un capellán, tres ermitas y un monasterio de monjas benedictinas. Tenia para su defensa un pequeño fuerte con dos piezas, y un buen castillo que domina la villa, pero uno y otro están en ruinas; sin embargo, el castillo aun tiene gobernador ó comandante. La población es de 2.000 habitantes. El puerto de la Guardia es poco cómodo y solo capaz de buques menores. La principal industria consiste en la fabricación de calcetas, á la que se dedican con fervor todas las mugeres, llegando á la enorme cantidad de cien mil docenas de pares las que se fabrican cada año. Al Sur de la villa está el elevado pico de Santa Tecla, donde el Miño desemboca en el mar. Tiene aquel dos puntas en una de las que hay una columna ó mojón que sirve de guia á los navegantes, y en la reducida planicie que queda entre ambas está la ermita de Santa Tecla, que es muy concurrida por los habitantes, asi del pais como del inmediato reino de Portugal. Estos últimos vienen en gran número á la Guardia anualmente para tomar los baños de mar.
El monasterio de San Benito, es el edificio mas notable de la villa por su capacidad y buena fábrica. Antes de despedirnos de la Guardia debemos consignar una particularidad que se nota tanto en este pueblo como en sus alrededores, y es la estraordinaria emigración de los hombres á Castilla, Andalucía y Portugal, de tal modo, que en las aldeas apenas se ven mas que mugeres, y asi son ellas las que labran la tierra, y se ejercitan en toda clase de faenas. Después de llegar á la aldea de Camposancos, distante un cuarto de legua de la Guardia, y situada á la orilla derecha del Miño, se llega á Tuy, que dista cuatro leguas, disfrutando de la amena y soberbia perspectiva que presentan ambas riberas del rio. Llamábase en lo antiguo Minius, en razón del mucho minio que arrastraba su corriente, lo que también conviene al Sil ó Sir, uno de sus tributarios, cuyo nombre se deriba de los orientales Sisir ó Sirid el Minio. Al hablar Estrabon del Miño nos dice era el rio mas caudaloso de la Lusitania, y navegable por mas de ochocientos estadios, y Plinio, que su boca al desaguar en el mar, tenia cuatro millas de anchura, que es poco nías ó menos la que tiene en el dia. Tolomeo nos instruye que era el limite septentrional entre el convento jurídico Lucense y el Bracarense. Según muchos de nuestros cronistas arrastraba arenas de oro en grande abundancia como el Sil, y Ambrosio de Morales nos dice que el obispo de Tuy le mostró un grano de oro cogido en el Miño del tamaño de un garbanzo, y que el conde de Salvatierra arrendaba anualmente un lugar que poseia á la orilla del mismo rio, solo con el objeto de coger oro. Las aguas de este gran rio, aunque no utilizadas cual debiera, dan impulso á un crecido número de molinos y otros artefactos, y producen con grande abundancia salmones, lampreas, sabios, grandes truchas, anguilas y otros muchos peces. Dejamos á nuestra espalda el castillo da Insua, fortaleza portuguesa situada en una isleta, á boca del Miño, y á la derecha la graciosa villa y plaza de Camiña, en Portugal, en la que hay salinas y 2,500 habitantes, y otras varias poblaciones pequeñas; y á nuestra izquierda el risueño valle y aldea del Rosal, y la villa y coto de Goyan. Aqui se ve un castillo moderno, desmantelado y en ruinas desde que en la guerra de la independencia fué sorprendido una noche por los portugueses, que se apoderaron de la artillería, efectos, gobernador y guarnición que en él habia. Vése también en Goyan un antiquísimo torreón feudal ó atalaya, cerca de un palacio, primitivo solar de la ilustre familia de los Correas, que poseia el señorío temporal y espiritual del coto de Goyan, y de una barca que hay en aquel punto para pasar al pueblo portugués Villanova de Cerveyra, que ocupa la orilla opuesta. Aun conserva la familia de Correa el derecho de nombramiento del abad de Goyan. La historia de este nobilísimo linage, representado hoy por el marqués de Mos, grande de España de primera clase, es en estremo romancesca, y por lo mismo diremos algo sobre ella.
El progenitor de los Correas fué, según los mejores nobiliarios, un rico–hombre del rey don Alfonso VI, llamado Payo o Pelayo Ramirez, del que procedió el célebre guerrero don Pelayo Perez Correa, del que hacen tan honrosa mención todas nuestras historias. Fué en 1241 electo gran maestre de la orden de Santiago, y el décimo sesto que obtuvo esta dignidad, á la sazón que era comendador en Portugal. Conquistó el Algarbe, se distinguió y contribuyó particularmente á la toma de Sevilla, y conquistó el reino de Murcia. Uno de los grandes hechos que le hicieron célebre, fué la famosa batalla de Ten–tu–dia, que refieren asi nuestras historias (1). Cabalgando el maestre con sus caballeros en las cercanías de Sierra Morena, encontró un cuerpo considerable de moros al que acometió desde luego poniéndolo en fuga, pero acercándose la noche, no quedaba tiempo de completar la derrota, y el maestre volviéndose al cielo, esclamó dirigiéndose á la Virgen, de quien era muy devoto; Señora, deten el dia. De repente y cual en los tiempos de Josué, el dia se prolongó, y don Pelayo tuvo lugar de acabar con aquellos encarnizados enemigos de la fé de Cristo. En memoria de tan gran prodigio edificó en aquel sitio una iglesia, que aun subsiste, denominada Santa María de Ten–tu–dia, en la que quiso el maestre ser sepultado, como se verificó en 1275. El hacerse mención de este suceso en varios escritos contemporáneos, hace suponer que tuvo lugar en aquel dia una aurora boreal, ó algún otro meteoro luminoso que hizo creer al maestre y sus caballeros que la Virgen daba aquella luz sobrenatural para evitar la huida de los moros. El rey de armas de Felipe IV, Gerónimo de Villa, dice hablando de los Correas.
«Tienen su casa solariega en Galicia, muy antigua. Unos dicen que el primitivo solar está en el lugar de Farelauns Portugal), y otros con mas razón en Galicia, en las márgenes del Miño, en jurisdicción y sitio de que son señores los de este apellido de Correa, y sea cual fuere el solar, uno procede de otro. Uno de sus progenitores fué Pedro Correa, que sirvió al conde don Enrique, que lo fué de los lusitanos. Halláronse en la toma de Sevilla. Don Alonso Correa fué alférez mayor del rey don Alonso I de Portugal. Traen el escudo de oro con águila de sable, las alas desplegadas, y sobre su pecho otro escudo pequeño, también de oro, con trece correas rojas cruzadas.»
En cuanto al origen del apellido, y escudo de armas, se refiere lo siguiente. «Hallándose uno de los
(1) Véase entro otros muchos á Mariana, libro XIII. cap. 22.
El monasterio de San Benito, es el edificio mas notable de la villa por su capacidad y buena fábrica. Antes de despedirnos de la Guardia debemos consignar una particularidad que se nota tanto en este pueblo como en sus alrededores, y es la estraordinaria emigración de los hombres á Castilla, Andalucía y Portugal, de tal modo, que en las aldeas apenas se ven mas que mugeres, y asi son ellas las que labran la tierra, y se ejercitan en toda clase de faenas. Después de llegar á la aldea de Camposancos, distante un cuarto de legua de la Guardia, y situada á la orilla derecha del Miño, se llega á Tuy, que dista cuatro leguas, disfrutando de la amena y soberbia perspectiva que presentan ambas riberas del rio. Llamábase en lo antiguo Minius, en razón del mucho minio que arrastraba su corriente, lo que también conviene al Sil ó Sir, uno de sus tributarios, cuyo nombre se deriba de los orientales Sisir ó Sirid el Minio. Al hablar Estrabon del Miño nos dice era el rio mas caudaloso de la Lusitania, y navegable por mas de ochocientos estadios, y Plinio, que su boca al desaguar en el mar, tenia cuatro millas de anchura, que es poco nías ó menos la que tiene en el dia. Tolomeo nos instruye que era el limite septentrional entre el convento jurídico Lucense y el Bracarense. Según muchos de nuestros cronistas arrastraba arenas de oro en grande abundancia como el Sil, y Ambrosio de Morales nos dice que el obispo de Tuy le mostró un grano de oro cogido en el Miño del tamaño de un garbanzo, y que el conde de Salvatierra arrendaba anualmente un lugar que poseia á la orilla del mismo rio, solo con el objeto de coger oro. Las aguas de este gran rio, aunque no utilizadas cual debiera, dan impulso á un crecido número de molinos y otros artefactos, y producen con grande abundancia salmones, lampreas, sabios, grandes truchas, anguilas y otros muchos peces. Dejamos á nuestra espalda el castillo da Insua, fortaleza portuguesa situada en una isleta, á boca del Miño, y á la derecha la graciosa villa y plaza de Camiña, en Portugal, en la que hay salinas y 2,500 habitantes, y otras varias poblaciones pequeñas; y á nuestra izquierda el risueño valle y aldea del Rosal, y la villa y coto de Goyan. Aqui se ve un castillo moderno, desmantelado y en ruinas desde que en la guerra de la independencia fué sorprendido una noche por los portugueses, que se apoderaron de la artillería, efectos, gobernador y guarnición que en él habia. Vése también en Goyan un antiquísimo torreón feudal ó atalaya, cerca de un palacio, primitivo solar de la ilustre familia de los Correas, que poseia el señorío temporal y espiritual del coto de Goyan, y de una barca que hay en aquel punto para pasar al pueblo portugués Villanova de Cerveyra, que ocupa la orilla opuesta. Aun conserva la familia de Correa el derecho de nombramiento del abad de Goyan. La historia de este nobilísimo linage, representado hoy por el marqués de Mos, grande de España de primera clase, es en estremo romancesca, y por lo mismo diremos algo sobre ella.
El progenitor de los Correas fué, según los mejores nobiliarios, un rico–hombre del rey don Alfonso VI, llamado Payo o Pelayo Ramirez, del que procedió el célebre guerrero don Pelayo Perez Correa, del que hacen tan honrosa mención todas nuestras historias. Fué en 1241 electo gran maestre de la orden de Santiago, y el décimo sesto que obtuvo esta dignidad, á la sazón que era comendador en Portugal. Conquistó el Algarbe, se distinguió y contribuyó particularmente á la toma de Sevilla, y conquistó el reino de Murcia. Uno de los grandes hechos que le hicieron célebre, fué la famosa batalla de Ten–tu–dia, que refieren asi nuestras historias (1). Cabalgando el maestre con sus caballeros en las cercanías de Sierra Morena, encontró un cuerpo considerable de moros al que acometió desde luego poniéndolo en fuga, pero acercándose la noche, no quedaba tiempo de completar la derrota, y el maestre volviéndose al cielo, esclamó dirigiéndose á la Virgen, de quien era muy devoto; Señora, deten el dia. De repente y cual en los tiempos de Josué, el dia se prolongó, y don Pelayo tuvo lugar de acabar con aquellos encarnizados enemigos de la fé de Cristo. En memoria de tan gran prodigio edificó en aquel sitio una iglesia, que aun subsiste, denominada Santa María de Ten–tu–dia, en la que quiso el maestre ser sepultado, como se verificó en 1275. El hacerse mención de este suceso en varios escritos contemporáneos, hace suponer que tuvo lugar en aquel dia una aurora boreal, ó algún otro meteoro luminoso que hizo creer al maestre y sus caballeros que la Virgen daba aquella luz sobrenatural para evitar la huida de los moros. El rey de armas de Felipe IV, Gerónimo de Villa, dice hablando de los Correas.
«Tienen su casa solariega en Galicia, muy antigua. Unos dicen que el primitivo solar está en el lugar de Farelauns Portugal), y otros con mas razón en Galicia, en las márgenes del Miño, en jurisdicción y sitio de que son señores los de este apellido de Correa, y sea cual fuere el solar, uno procede de otro. Uno de sus progenitores fué Pedro Correa, que sirvió al conde don Enrique, que lo fué de los lusitanos. Halláronse en la toma de Sevilla. Don Alonso Correa fué alférez mayor del rey don Alonso I de Portugal. Traen el escudo de oro con águila de sable, las alas desplegadas, y sobre su pecho otro escudo pequeño, también de oro, con trece correas rojas cruzadas.»
En cuanto al origen del apellido, y escudo de armas, se refiere lo siguiente. «Hallándose uno de los
(1) Véase entro otros muchos á Mariana, libro XIII. cap. 22.