jueves, junio 28, 2007

Viage ilustrado (Pág. 10)

mí. En la caza en medio de los montes mas espesos, ¡cuántas veces he herido yo mismo y atado juntos los caballos salvages! ¡Qué de veces he sido derribado por los búfalos, herido por las astas de los ciervos, y hollado por los pies del ante! Un jabalí furioso rompió mi espada, suspendida alrededor de mí; mi silla fué desgarrada por un oso; esta fiera terrible se arrojó so­bre mi corcel y le hizo caer sobre mí; pero el Señor me protegia. ¡Oh hijos mios! no temais á la muerte ni á las fieras; confiaos á la Providencia; ella está sobre todas las precauciones humanas.
Estas líneas dan una grande y exacta idea de aquel monarca, y demuestran los sentimientos de mo­ralidad que se hallaban en aquellas apartadas y frias regiones á cuyos habitantes se les ha querido confun­dir con las bestias de sus montes. Hoy que tan libera­lizada se encuentra la sociedad humana, que se hace tan ostentoso alarde de la generosidad de sentimien­tos, seria ensalzado el monarca que legara á sus hijos los consejos de Wladimiro
Las primeras lineas en que recomienda el amor á los hombres, servir de padre á los huérfanos, no im­poner la muerte ni aun al culpable, y ejercer la bene­ficencia, porque con ella, y no con los ayunos, ni con la soledad, ni con la vida monástica se consigue la vida eterna, bastan para demostrar que donde tales consejos se dan, y se propagan y se obedecen, no existen desconocidas esas sublimes dotes que elevan al hombre, forman la noble generosidad de sus sentimientos, y demuestran el estado de su ilustracion re­ligiosa.
Habrá ignorancia, fiereza en el carácter de sus ha­bitantes; pero la una la destruya el tiempo, y se dulcifica la otra con las creencias religiosas, si tienen por base á Jesucristo ó á su doctrina, siempre que sus al­teraciones no destruyan esa divina caridad que perso­nifica á nuestra religion.
Estos nobles sentimientos que poseia Wladimiro II, no eran, es cierto, los predominantes en la Rusia; pero evidenciaban lo que se habia adelantado en el cristia­nismo desde su establecimiento en el Norte por Wladimiro el Grande, que adquirió el trono asesinando á su hermano Yaropolk, que tambien se habia elevado por los mismos medios. Sus victorias luego hicieron cambiar el sobrenombre de fratricida por el de Gran­de. Conquistó la Rusia Roja, conocida actualmente por la Galitzia, y se apodero de la Livonia. Distinguióse al principio de su reinado por su escesiva ferocidad, y su aficion á los deleites, complaciéndose en tener a su disposicion mas de mil mugeres repartidas en Visgorod, en Bialgorod y en Berostow. El dió los primeros mártires á la Rusia, que son San Foedor y San Juan, padre é hijo, y él fué, en fin, quien introdu­jo el cristianismo, en lo cual tuvo una gran parte su madre Olga. Pero feroz tambien en este acto á que debiera inducir á sus subordinados, sino por la persuasion por el mandato al menos, ordeno recibir el bautismo so pena de perder la vida. Si no fuera una cosa buena, ni el príncipe ni los boyardos lo hubieran hecho, decian los súbditos demostrando asi su tranquila sumision ; y todos se bautizaron de una vez en el Dnieper. En algunos bageles que surcaban por las aguas iban sacerdotes echando las bendiciones, y Wladimiro al mismo tiempo de rodillas en la ribera invocaba la proteccion de Dios sobre sus nuevos hijos.
El cristianismo cambió sus costumbres hasta tal punto que se le oía decir: ¿Quién soy yo para condenar á los demas á muerte?
Wladimiro II, como hemos visto, habia compren­dido la verdadera doctrina de la religion y continuó la obra del antecesor de su nombre, muy destruida por las implacables guerras civiles que habia esperimentado la Rusia.
Este monarca fué el primero que usó el nombre de czar, que segun Voltaire proviene de los tzares o tchares del reino de Cazan; pero en el idioma slavo significa grande, si bien fué, como espresa Cantú, una corrupcion de César, que le dió el emperador griego juntamente con el de autócrata de los principados de Rusia. Otros historiadores suponen fué Ivan IV el pri­mero de los czares.
Uno y otro Wladimiro se ocuparon tambien en ha­cer progresar las artes, ya construyendo á Santa So­fia, ya haciendo otros edificios que se admiran, á la par de varios objetos, de los cuales reproducimos el trono de Wladimiro, en cuya lámina se representa, sino la perfeccion, porque las artes no tienen término, el adelanto en que se hallaban en cierto ramo.
La Rusia todavia no presentaba en definitiva ninguna forma de gobierno determinado: alli se mezclaba la feudalidad á la libertad municipal. Cuanto mas se ensanchaban los límites del reino, mas imposible era su gobierno; se aumentaban las ambiciones, se sus­citaban las guerras civiles, y el resultado de este caos fué la invasion de los tártaros ó mongoles —1223— y la pérdida de la independencia nacional de la Rusia.
Erigen ciudades, instalan gobiernos en medio de cada principado, establecen impuestos y se constitu­yen los señores feudales de los principes rusos.
Al cabo de cerca de trescientos años recobraron los rusos su nacionalidad. Basilio II Demetriowitsh, primogénito de Demetrio Donski, reunió cierto número de principados, y consiguió en 1396 una célebre victoria sobre los invasores, siendo poco despues ar­rojados de la Rusia.
Ivan III ocupa entonces el trono ruso, reconstitu­yendo la monarquía. Unió á Moscou varias poblacio­nes, y teniendo Ivan ese instinto del poder que le hacia preveer los sucesos, trató de conseguir la union de los partidos que en infinitas divisiones se destroza­ban, y al fin los reconcentra y los impele á combatir á los tártaros. Conquista despues á la gran Novogorod, y de triunfo en triunfo llega su poder hasta los mon­tes Ourales, dominando tambien la Siberia.
Ivan III murió en 1505: Basilio Ivanowitch, despues de librarse de un sobrino á quien su padre nombró heredero, asciende al trono, á ser el IV de los Basilios. Quiso hacerse reconocer rey de Polonia á la muerte de Alejandro; pero naufraga en esta tentativa.
Al morir en 1533 dejó engrandecido el imperio; y dícese que en su tiempo se hizo uso por primera vez de la artillería.
La memoria del anterior monarca es en el dia grata al pueblo ruso. Hizo recobrára su nacion parte de su dignidad perdida; se contuvieron algun tanto los crímenes y los escesos que se cometian en todas par­tes y merced á la religion cristiana y á la sabiduría del clero, que ni abusó de su poder ni de su riqueza, comenzaron á ponerse los cimientos para una gran monarquía nacional; pero se adelantaban poco ó mas bien se derruia al momento lo que se construia con trabajo.
Durante la invasion de los tártaros (Faltan algunas letras)

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